La reflexión sobre los desafíos que implica actualmente una escuela de calidad, exige la introducción de cambios en la gestión burocrática instalada y dispuesta en los últimos tiempos desde el ministerio de educación.
Se ha hablado de ciertos consensos alrededor de la necesidad de una nueva forma organizacional y de administrar. Desde la cúpula ministerial se ha planteado gestionar por objetivos, desearía entender que se trata del planteamiento de problemas y de la búsqueda de alternativas para su resolución, sustentada fundamentalmente en la equidad e inclusión, revalorizando la educación básica como el cimiento del desarrollo y bienestar de los ciudadanos.
Consensos también los hay a la hora de aceptar que la educación ecuatoriana aún tiene problemas de calidad, cobertura, eficacia, pertinencia y oportunidad. Hay que reconocer que se hacen esfuerzos para disminuir los índices de repitencia y deserción anual en educación básica y más en el bachillerato, sobre todo en el sector rural, donde el rezago educativo para mayores de 15 años se acumula cada vez más.
Autoridades y ciudadanía tenemos que entender que la educación básica es de trascendental importancia porque allí se prepara a los hombres y mujeres para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, para la vida y para el trabajo. La educación básica es la base para concienciar a la sociedad en la búsqueda solidaria y colaborativa para el desarrollo sostenible, tomando en consideración las necesidades sociales, culturales y políticas de los ecuatorianos; pero a la vez preservando y protegiendo los recursos naturales para el beneficio de las generaciones presentes y futuras.
El magisterio ecuatoriano por medio de su mayor organización gremial, sometió a la discusión y análisis del gobierno nacional un modelo educativo denominado “educación para la emancipación”, el que solo por el egoísmo fue archivado. Este debe retomarse, en él se detallan una serie de esfuerzos y estrategias compartidas entre profesores, estudiantes y padres de familia.
Educación para la emancipación es una propuesta aún vigente, tiene la mirada puesta en el mejoramiento de la calidad de la educación para volver a la gente, y a la vez apunta devolver al profesor el prestigio perdido y recuperar el rol de la familia en el proceso de aprendizaje.
En fin, se busca reconstruir una escuela para enfrentar la dramática ruptura del tejido social, la crisis de valores, la corrupción, la inequidad y los retos futuros que impone la sociedad del conocimiento.
Se ha hablado de ciertos consensos alrededor de la necesidad de una nueva forma organizacional y de administrar. Desde la cúpula ministerial se ha planteado gestionar por objetivos, desearía entender que se trata del planteamiento de problemas y de la búsqueda de alternativas para su resolución, sustentada fundamentalmente en la equidad e inclusión, revalorizando la educación básica como el cimiento del desarrollo y bienestar de los ciudadanos.
Consensos también los hay a la hora de aceptar que la educación ecuatoriana aún tiene problemas de calidad, cobertura, eficacia, pertinencia y oportunidad. Hay que reconocer que se hacen esfuerzos para disminuir los índices de repitencia y deserción anual en educación básica y más en el bachillerato, sobre todo en el sector rural, donde el rezago educativo para mayores de 15 años se acumula cada vez más.
Autoridades y ciudadanía tenemos que entender que la educación básica es de trascendental importancia porque allí se prepara a los hombres y mujeres para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, para la vida y para el trabajo. La educación básica es la base para concienciar a la sociedad en la búsqueda solidaria y colaborativa para el desarrollo sostenible, tomando en consideración las necesidades sociales, culturales y políticas de los ecuatorianos; pero a la vez preservando y protegiendo los recursos naturales para el beneficio de las generaciones presentes y futuras.
El magisterio ecuatoriano por medio de su mayor organización gremial, sometió a la discusión y análisis del gobierno nacional un modelo educativo denominado “educación para la emancipación”, el que solo por el egoísmo fue archivado. Este debe retomarse, en él se detallan una serie de esfuerzos y estrategias compartidas entre profesores, estudiantes y padres de familia.
Educación para la emancipación es una propuesta aún vigente, tiene la mirada puesta en el mejoramiento de la calidad de la educación para volver a la gente, y a la vez apunta devolver al profesor el prestigio perdido y recuperar el rol de la familia en el proceso de aprendizaje.
En fin, se busca reconstruir una escuela para enfrentar la dramática ruptura del tejido social, la crisis de valores, la corrupción, la inequidad y los retos futuros que impone la sociedad del conocimiento.