viernes, 13 de noviembre de 2020

Que los gritos de la pobreza no se ahoguen con ensueños

Los seres humanos por naturaleza somos proclives a la esperanza o a las desilusiones, aspectos que afloran más cuando se avecinan los procesos electorales, donde a sabiendas que la democracia burguesa no cambia nada, nos brota una confianza ciega en la renovación periódica de lo que nos concierne. Cada cuatro años se ha hecho costumbre ver nuevas autoridades en la administración pública, con la certeza de que las cosas mejorarán; no obstante, al poco tiempo notamos que solamente ha sido el regreso de los mismos que nos gobernaban con otra camiseta pero siempre ignorando, la cruda realidad del pueblo.

Los gobiernos que se han turnado en Carondelet, lejos de esos cambios profundos y necesarios para mejorar las condiciones de vida de todo el pueblo, solo han reforzado los tradicionales procesos y costumbres en las relaciones del Estado con la sociedad. Con el cuento de la estabilidad política concebida como el respeto a la democracia representativa, esa democracia que únicamente los incorpora a ellos para consolidar las reglas de juego a su favor o torciéndolas al viejo estilo del arreglo entre los grupos de poder que financian sus campañas.

En el ambiente electoral de hoy, ocurre que el péndulo político tiene una opción al cambio. Por cuatro décadas hemos estado eligiendo y derribando gobernantes, que solo han satisfecho los intereses de las cúpulas económicas. Trece años después de la llegada de la “revolución ciudadana”, habrá una elección con claras perspectivas de optimismo para la educación. Los gobiernos de turno han sido incapaces de construir un proyecto educativo nacional. El candidato Yaku Pérez ha comprometido su palabra y entre su plan de gobierno consta el de realizar serias reformas al sistema educativo, esta vez modificando la estructura del régimen existente.

Estudiantes y docentes a través de la FEUE, FESE y UNE creen que no puede esperarse más. Que ha llegado la hora del cambio, para garantizar la gratuidad y afianzar el libre acceso a la educación pública en todos los niveles; para recuperar el prestigio de la profesión docente y sentar las reglas para el ingreso, promoción y permanencia basado en los méritos y la experiencia; y por sobre todo, contar con un sistema educativo que sea el instrumento capaz de construir las bases del desarrollo para que los gritos de la pobreza no se ahoguen con ensueños.

 En materia de evaluación, ha de distinguirse que evaluar al sistema no es valorar el trabajo de los profesores con instrumentos estandarizados y fuera de contexto, y luego establecer entre comillas estímulos y sanciones que terminan siendo punitivas.  En evaluación, bien cabe parodiar a Descartes: razono, luego evalúo, es decir la única forma de evaluar es mediante la razón.

Finalmente sensatez en el tema gremial, hay que garantizar la asociación libre y voluntaria del profesorado, eliminarse la práctica del dualismo sindical instaurada por el correato, que se convirtió en un conjunto de cicateros con intereses personales atados a la entrega de dádivas.

martes, 10 de noviembre de 2020

Nuevo golpe de Estado en América del Sur

 Nuevo porque sucedió antes en Paraguay, Brasil, Bolivia y ahora en el Perú destituyen al Presidente Martín Vizcarra. Las órdenes vienen siempre desde el Pentágono con los mismos argumentos: los mandatarios ya no sirven a los intereses del imperio o están afectando las ganancias de la oligarquía criolla. El Presidente Vizcarra había asumido el cargo ante la renuncia de Pedro Pablo Kuchinsky, a quien el Congreso peruano le inicio un proceso de destitución.

Quizá los expertos constitucionalistas lo afirmen con probada certeza, pero nuevamente una función legislativa se arroga funciones judiciales para de manera tramposa determinar sin previo juicio la culpabilidad del gobernante peruano, sentenciándole de “moralmente incapacitado”(Acá no hay incapacidad moral de una sola persona, sino de toda la clase política, y eso no se solucionará solo con una vacancia, ha dicho Verónika Mendoza, candidata progresista a la presidencia del Perú). El presidente Vizcarra en su intervención ante el Congreso peruano refirió que “las acusaciones en su contra son simples presunciones, añadió que en esta sala (Congreso peruano) 68 congresistas tienen denuncias por diversos delitos, no por ello deben ser destituidos”, desde luego no les gustó, porque a los corruptos jamás les gusta oír las verdades.

 El presidente Vizcarra ni su gobierno representaban los intereses populares, sin embargo el propio pueblo salió a rechazar la decisión del Congreso de cesarlo en las funciones. Rechazo que no se puede considerar como un respaldo a la gestión de Vizcarra, puesto que su mandato neo liberal estuvo entregado a los dictados del Departamento de Estado Norteamericano. Como dice el refrán “mal paga el diablo a quien bien le sirve”, como no fue capaz de delinear un proyecto que se armonice con las necesidades del país y las exigencias de la población, finalmente, fue presa del imperio y de sus propias limitaciones de clase.

Los peruanos saben que tras la destitución o más claro, tras el golpe de Estado, hay intereses de clase o acuerdos de por medio. Hay políticos y empresarios de la salud, educación, transporte, la industria, etc., etc., que han sido cuestionados, muchos de ellos tienen acusaciones pendientes por las que tarde o temprano, tendrán que rendir cuentas ante la justicia y sobre todo ante el pueblo donde no cuentan los votos sino la voluntad de defender la democracia por pírrica que parezca y sancionar la corrupción.

Del nuevo presidente y de la derecha peruana como latinoamericana nada se puede esperar que no sea defender sus propias canongías. Pero de quienes se dicen representar la voluntad popular, si es vergonzosa su actuación. El ilegítimo nuevo Presidente peruano Manuel Merino se ha comprometido -aunque no es de fiar- a continuar con el proceso electoral previsto para abril del 2021 y a conformar un gabinete con todas las fuerzas políticas. Quizá a pretexto de servir al país y de ser honestos no asomen de cogobernantes.

En fin, esperemos que las organizaciones populares y demás fuerzas sociales puedan protestar, resistir y contener la arremetida burguesa por encaramarse en el poder, pero sobre todo, para forjar la unidad a fin de construir una patria más equitativa y para luchar por la verdadera liberación social y nacional de los peruanos.

viernes, 6 de noviembre de 2020

La educación es una forma de política

Mientras reflexionaba con un grupo de docentes, acerca de cómo los estudiantes están siendo alienados silenciosamente en las redes sociales por grupos neofascistas, pero que también los jóvenes estaban descubriendo en internet páginas que promueven una crítica al capitalismo global; alguien me increpó diciendo que estaba inmiscuyendo la política en la charla, cuyo tema era si “la formación docente se corresponde con los retos actuales”. Concluí entonces: ¿de qué sirve la formación docente sin ideología?

Durante la pandemia, se ha evidenciado que hemos estado enseñando a los estudiantes a acomodarse a la sociedad tal como es, en lugar de enseñarles a aprender y luchar para cambiarla y vivir con dignidad. Si a los docentes los forma el sistema, no se puede esperar que los forme para luchar contra la pobreza, contra un mundo de escasez de alimentos, escasez de agua, destrucción ambiental y cambio climático, posibles guerras, pandemias, contra la falta de fuentes de trabajo, porque justamente eso es lo que origina el sistema capitalista.

Para que los profesores puedan interesarse en esos cambios, no necesitamos formarlos de la noche a la mañana como socialistas, pero si necesitamos que se empoderen y practiquen una educación social a través de la pedagogía crítica revolucionaria; esa es la herramienta, para enfrentar los desafíos que traen el neoliberalismo, el populismo autoritario y el resurgimiento del neofascismo. Puede que no se avizoren triunfos inmediatos, lo importante es la lucha por ese cambio para un mayor y mejor aprovechamiento de los recursos naturales en beneficio de todo el pueblo.

Solamente los profesores que abracen la pedagogía crítica, pueden comprender que el objetivo primordial de la misma, es crear una alternativa social y personal a partir de la “comprensión de las diversas formas de opresión que se entrecruzan entre lo pedagógico y lo político”, lo que confirma que toda educación es una forma de política. No todos los educadores críticos son revolucionarios, algunos se autodenominan liberales o radicales; lastimosamente solo buscan crear vagas reformas dentro de la sociedad capitalista existente, sin cuestionar la estructura del estado ni los postulados económicos sobre los cuales se construyó ese orden social.

Los educadores conocedores que la educación es un proceso sociopolítico diseñado para formar pensadores críticos y motivados para crear una sociedad más equitativa, centran su actividad educativa en el estudiante, enfatizando la interacción social y el conocimiento, el diálogo y el razonamiento dialéctico, la comunicación y la colaboración con la comunidad, porque la educación no puede ser políticamente neutral, debe ponerse del lado de los oprimidos para construir una sociedad socialmente justa. La pedagogía crítica no es una forma de adoctrinamiento, es una forma de pensar.

La sociedad debe exigir a la universidad ecuatoriana, que su tarea de formación de profesores se centre en crear un universo social fuera de los intereses capitalistas, es decir, crear un sistema educativo que pueda trabajar los objetivos para formar el “hombre nuevo”, ese hombre capaz de plantearse cambios más allá del status quo.