Mientras reflexionaba con un grupo de docentes, acerca de cómo los estudiantes están siendo alienados silenciosamente en las redes sociales por grupos neofascistas, pero que también los jóvenes estaban descubriendo en internet páginas que promueven una crítica al capitalismo global; alguien me increpó diciendo que estaba inmiscuyendo la política en la charla, cuyo tema era si “la formación docente se corresponde con los retos actuales”. Concluí entonces: ¿de qué sirve la formación docente sin ideología?
Durante la pandemia, se ha evidenciado que hemos estado enseñando a los estudiantes a acomodarse a la sociedad tal como es, en lugar de enseñarles a aprender y luchar para cambiarla y vivir con dignidad. Si a los docentes los forma el sistema, no se puede esperar que los forme para luchar contra la pobreza, contra un mundo de escasez de alimentos, escasez de agua, destrucción ambiental y cambio climático, posibles guerras, pandemias, contra la falta de fuentes de trabajo, porque justamente eso es lo que origina el sistema capitalista.
Para que los profesores puedan interesarse en esos cambios, no necesitamos formarlos de la noche a la mañana como socialistas, pero si necesitamos que se empoderen y practiquen una educación social a través de la pedagogía crítica revolucionaria; esa es la herramienta, para enfrentar los desafíos que traen el neoliberalismo, el populismo autoritario y el resurgimiento del neofascismo. Puede que no se avizoren triunfos inmediatos, lo importante es la lucha por ese cambio para un mayor y mejor aprovechamiento de los recursos naturales en beneficio de todo el pueblo.
Solamente los profesores que abracen la pedagogía crítica, pueden comprender que el objetivo primordial de la misma, es crear una alternativa social y personal a partir de la “comprensión de las diversas formas de opresión que se entrecruzan entre lo pedagógico y lo político”, lo que confirma que toda educación es una forma de política. No todos los educadores críticos son revolucionarios, algunos se autodenominan liberales o radicales; lastimosamente solo buscan crear vagas reformas dentro de la sociedad capitalista existente, sin cuestionar la estructura del estado ni los postulados económicos sobre los cuales se construyó ese orden social.
Los educadores conocedores que la educación es un proceso sociopolítico diseñado para formar pensadores críticos y motivados para crear una sociedad más equitativa, centran su actividad educativa en el estudiante, enfatizando la interacción social y el conocimiento, el diálogo y el razonamiento dialéctico, la comunicación y la colaboración con la comunidad, porque la educación no puede ser políticamente neutral, debe ponerse del lado de los oprimidos para construir una sociedad socialmente justa. La pedagogía crítica no es una forma de adoctrinamiento, es una forma de pensar.
La sociedad debe exigir a la universidad ecuatoriana, que su tarea de formación de profesores se centre en crear un universo social fuera de los intereses capitalistas, es decir, crear un sistema educativo que pueda trabajar los objetivos para formar el “hombre nuevo”, ese hombre capaz de plantearse cambios más allá del status quo.