miércoles, 17 de junio de 2020

COVID-19 renueva necesidad de organización popular


Han pasado casi 90 días de confinamiento debido al COVID-19 que esta vez está acompañada de la pandemia de la corrupción. Durante este tiempo, no solamente se ha puesto de manifiesto que no hemos estado preparados en el campo de la salud, sino que son las camarillas de sinvergüenzas y rateros que rodean a los gobiernos de turno, los que se llevan con la complicidad de jueces los dineros del erario nacional.
El Gobierno Nacional y los gobiernos seccionales no han podido dar respuesta a la amenaza que representa la evolución de la pandemia de COVID-19, probablemente lo intentan, pero las redes de corrupción que no son de ahora, lo impiden, haciendo que los niveles de pobreza en los sectores populares aumente casi en el mismo porcentaje de la pandemia, todos reconocen, que los más pobres serán los más afectados, puesto que en general carecen de acceso a los más elementales servicios de higiene y salud, sumado a las deplorables condiciones de vivienda y de hacinamiento.
Ante esta realidad, la tarea más importante del Gobierno es la de garantizar el trabajo a las personas, a fin de que éstas puedan acceder a la compra de alimentos, de medicamentos y al pago de los servicios básicos. Pero en nuestro país sucede lo contrario, se eliminan fuentes de trabajo, limitando así, el derecho a la vida de la población. Al mismo tiempo se anula la libertad de reunión y de asociación y se pretende invalidar el derecho constitucional a la resistencia. Decretan un distanciamiento social con la clara intención de impedir que luchemos contra la corrupción y los corruptos, incluso con la amenaza de usar las armas contra el pueblo.
En el Ecuador más de la tercera parte de la población sobrevive del comercio informal, esto no es una aventura fácil en estos tiempos de confinamiento y prohibiciones. Muchos de los trabajadores informales dependen de sus ventas diarias, las mismas que han disminuido y en otros casos no hay. Los sectores de negocios semi formales y formales que se vieron obligados a cerrar durante la etapa del semáforo rojo, ahora corren el riesgo de caer de nuevo en la pobreza.
Lo cierto es que la enfermedad deja al descubierto las desigualdades sociales. El mencionado teletrabajo -que dicho sea de paso disminuyó la jornada laboral y por ende el salario de los trabajadores-, resulta ser un lujo que los pobres no se pueden permitir, en donde los altos niveles de informalidad laboral hacen que grandes sectores de la población queden excluidos de la seguridad social, aumentando como consecuencia de ello, las redes de la delincuencia social menor.
No hay duda de que la pandemia reveló los altos niveles de corrupción, la intención de privatizar algunas empresas estatales, la voracidad de la banca chulquera y de las transnacionales que someten al gobierno a los mandatos del FMI; pero al mismo tiempo, renueva la necesidad de la organización popular para luchar contra estas lacras sociales.

viernes, 5 de junio de 2020

Escuela Miguel Riofrío, 125 años entre la encrucijada del pasado y el presente


    Toda institución como singularidad supone entenderla en la encrucijada del pasado y el presente donde se pone en juego su devenir histórico, las experiencias vividas y aprendidas de los alumnos y exalumnos, profesores y exprofesores, directivos y exdirectivos, y de la sociedad lojana que en una continua actualidad emergente han resignificado constantemente el legado histórico del Doctor Miguel Riofrío, el diplomático, el periodista, el político, el educador, el escritor y autor de la primera novela ecuatoriana “la Emancipada”.
    Ex alumnos ahora padres de familia de la escuela, parecen reconstruir la memoria histórica del plantel, entre entusiasmo y nostalgia relatan algunas de las experiencias vividas que como imágenes persisten hasta la actualidad, se refieren particularmente a la disciplina. “había una rigidez en cuanto, no sólo educativo, sino disciplinaria, por ejemplo, se cantaba en voz alta el Himno Nacional y la vista a la Bandera mientras ésta se izaba; antes de entrar al grado había que formar; ya en el aula todo el mundo de pies saludaba al profesor”.
    La Escuela Miguel Riofrío construida con el legado benéfico del Dr. Bernardo Valdivieso, tiene como precursora a la Escuela de los Hermanos Cristianos fundada en 1871. Sin embargo al fragor del espíritu libertario de Eloy Alfaro, desde el 5 de junio de 1895 la escuela pasa a ser fiscal, teniendo como primer director al Dr. Benjamín Rafael Ayora Cueva. Por sus aulas han pasado en su condición de directivos, docentes y alumnos que con su trabajo prolífico contribuyen al desarrollo de Loja y el país.
    La sociedad puede visibilizar una escuela optimista y comprometida, un espacio educativo inspirado en lo fiscal y en lo laico, donde las niñas y niños entrelazan una ronda infinita de manos y esfuerzos que día a día se traducen en la esperanza de ser mejores personas, engrandecidas por los ideales de quienes iniciaron la historia de la Miguel.
    Sus Docentes y Administrativos, con la Dirección del Dr. José Orellana Yaguache y la colaboración entusiasta de las subdirectoras Dra. Marisol Salcedo Asanza, y Dra. Patricia Chimbo Fajardo, recrean una relación humana viva y perdurable que cual poderoso puente de comunicación sirve para una reflexión de largo aliento que los consolida e identifica como una escuela de calidad, en la que priman la diversidad, la inclusión y el servicio a la humanidad.
    Hago hoy en mi condición de exalumno y docente, un reconocimiento a la comunidad educativa Miguelina, en cuyo nombre honro a todos aquellos personajes que con el correr de las generaciones, han hecho del plantel una escuela gloriosa y símbolo del sur de la patria.
    Este aniversario se cumple en medio de una pandemia que ha alejado a todos de las aulas, si bien no hay el bullicio de los recreos, éste se escucha en los pocos alumnos que participan de las “clases telemáticas”, y en las reuniones virtuales de directivos y docentes, donde se siente ese calor humano de compañerismo reflejado en algunas mejillitas.

viernes, 29 de mayo de 2020

El amarillo no cambia el color de la pobreza

En los diferentes cantones del país, sin que Loja sea la excepción, los cambios de semáforo cambian los horarios del toque de queda, de la circulación vehicular y de otras actividades que para algunos sectores de la población resultan un alivio, no así para otros que ven agravarse el peligro de contagio del COVID-19.
Lo que no cambia de color es la vergonzosa corrupción. Las denuncias llegan desde la prensa. En ningún caso éstas se han hecho públicas a tiempo por funcionarios a quienes se les obliga a cometer los ilícitos. Los involucrados o no, recién comienzan a cantar cuando ya han sido despedidos o se ven amenazados con el despido.
No pretendo aquí analizar el tipo o la cuantía que se lleva esta maleza humana mientras el pueblo pasa enormes necesidades, solamente deseo resaltar que esta gente putrefacta acusa a la oposición y a la prensa, de desacreditar al gobierno y de ser perseguidos al estilo de la cacería de brujas llevada a cabo en la administración del correato.
El Presidente Moreno, durante tres años se ha protegido acusando que jamás le dejaron la mesa tendida. Él, no solo sabía que la mesa no estaba tendida, sabía además de la baja popularidad por los actos de corrupción alrededor del gobierno pseudo revolucionario. Sabía y avaló la criminalización de la protesta social, la persecución, cancelación y encarcelamiento de centenares de dirigentes populares. Por eso, apenas iniciado su gobierno, intentó un acercamiento con las organizaciones populares, que a decir de uno de sus asesores, fue puro cuento, porque terminó rodeado de actores políticos y económicos de la oligarquía, para quienes gobierna.
Un nuevo acuerdo con el FMI reafirmó la dependencia del gobierno morenista a este organismo internacional, que como siempre recetó un paquete de medidas tendientes a destruir derechos laborales y a eliminar el subsidio a los combustibles. Ante esto, el pueblo junto a las organizaciones de trabajadores, de mujeres y de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, protagonizaron el mayor paro nacional de los últimos veinte años. Las amenazas y la represión fueron la respuesta, aunque al final el gobierno cedió.
Tampoco cambió ni cambiaran de color las medidas que se sigan tomando a partir de la declaratoria de Estado de Excepción por el COVID-19. Bajo la excusa de combatir la crisis sanitaria y económica que vive el país, propuso a la Asamblea Nacional dos leyes, una de “Apoyo Humanitario” y otra de “Ordenamiento de Finanzas Públicas” disque para reducir el tamaño del Estado, leyes que definitivamente favorecen a los grandes empresarios y multinacionales, pues a ellos se da luz verde para despedir servidores públicos y trabajadores.
Las reacciones a las atrocidades llevadas a cabo desde el Ministerio de Finanzas, el pasado 25 de mayo, en medio de las prohibiciones de la Ministra de Gobierno, el pueblo salió a las calles y plazas a reclamar su derecho al trabajo, a defender los derechos humanos y a rechazar las medidas neoliberales.