viernes, 12 de septiembre de 2014

Políticas públicas o acciones inmediatistas



Muy a pesar de que el actual gobierno va ya por su octavo año, en el Ecuador hemos podido constatar que la práctica de la política es asunto pendular de corto plazo. Los partidos políticos o movimientos, valga decir los grupos que han accedido al poder, han volcado sus acciones a resolver lo inmediato como una exigencia basada en el clientelismo y no como las políticas que ellos mismos se plantearon en los planes de gobierno ofertados en campaña.
Luego de la última dictadura militar, las políticas públicas de los gobiernos de turno, no han sido suficientes para solucionar los graves problemas sociales como el desempleo, educación, salud, migración, violencia, narcotráfico, etc.; por el contrario, han fortalecido el sistema de dependencia que favorece a los “herederos del poder”, mientras la mayoría ve postergadas sus esperanzas de alcanzar el anhelado buen vivir, esperanzas que son ocultadas por una revolución discursiva.
Nuestros líderes y lideresas políticas deben tener claro que para buscar las alternativas de solución a los problemas sociales, es necesario evaluar la naturaleza y las características particulares de la situación concreta, y luego si establecer, las políticas públicas que se cree solucionarán o que podrían ayudar a mitigar los problemas. Pero sobre todo, deben mantener una comunicación clara, sencilla, permanente y motivar la participación ciudadana en el proceso de construcción de las políticas públicas.
La participación ciudadana debe recuperar la parte pública de la política y permitir que nuestra democracia no sea solo en las urnas, sino una democracia participativa pero ante todo propositiva que contribuya a mejorar el desempeño de los representantes políticos para que optimicen las soluciones a los problemas sociales que en definitiva son problemas públicos.
El establecimiento de las políticas públicas no debe concebirse como una tarea aislada, sino una herramienta consensuada para solucionar problemas.  El verdadero valor y efecto de la política pública está en la socialización de la misma. Claro, para ello hay que trabajar por un Estado que garantice nuestros derechos políticos y sociales.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Septiembre, mes del federalismo



Septiembre en el Ecuador es el mes del federalismo, mes en el que se recuerdan 155 años de la gesta de Manuel Carrión Pinzano, mes de la autodeterminación, la libertad y la defensa de la patria. Precisamente cuando el país atravesaba un triple desgobierno y la invasión del militarismo peruano, el cabildo lojano tomó la histórica decisión de establecer un sistema político para dirigir y administrar nuestra jurisdicción.
Pío Jaramillo Alvarado, destaca que el mayor logro del federalismo lojano de 1859, es el hecho de “poner fin al sistema departamental y dar a las provincias la categoría gubernativa a que tenían derecho". Sin embargo es significativo recordar que en el poco tiempo que duró el gobierno federal, se creó el Tribunal Supremo de Justicia, se forjaron las bases de la Universidad lojana, se habilitó el puerto de Jambelí, se redujeron los impuestos y se administró con autonomía las pocas rentas de la provincia.
Cada septiembre y no pocas veces se oculta este acontecimiento cívico y patriótico, con la actividad ferial, con la fe religiosa, con la elección de “reinas”, etc., y no se da la importancia real que merece el histórico Gobierno Federal de Loja, menos aún se reconoce en Manuel Carrión Pinzano al salvador de la Patria y ejemplo de unidad, patriotismo y libertad.
En estos días se repetirá con vehemencia discursiva que ya tenemos patria, que la patria es de todos, que ésta es altiva y soberana. Pero ni lo uno ni lo otro. Puesto que aún se irrespetan los derechos ciudadanos y sociales. Aún no se vive plenamente la vigencia del derecho a la seguridad, a la salud, a la educación, al trabajo.
Una patria altiva y soberana como la soñada durante el federalismo lojano, en la que, aunque temporalmente a los sectores populares se le brindó la posibilidad de día a día disfrutar plenamente de una libertad diferente a la de las clases dominantes o de turno en el poder, conlleva que se refuercen las oportunidades de ampliar la acción solidaria, promover la participación social, la defensa de los derechos y garantías constitucionales, implica sobre todo perder el miedo e incorporarse a la lucha constante más allá del precio que encierra enfrentar a las realidades que la impiden.

sábado, 23 de agosto de 2014

El rostro solidario de las ONGs



A partir del triunfo de la revolución cubana, en el movimiento obrero, campesino y estudiantil de América latina, creció el fervor revolucionario en pro de una auténtica liberación y soberanía de los pueblos para mejorar sus condiciones de vida.
El bondadoso sistema capitalista desde EE-UU trazó una serie de “programas de solidaridad” dirigido hacia los sectores populares que en medio de la riqueza de sus recursos naturales se empobrecía cada vez más.
Uno de esos programas, fue “Alianza para el progreso” que entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, tuvo la verdadera misión de contrarrestar la influencia de la revolución cubana en los pueblos latinoamericanos y apoyar las medidas reformistas que sus lacayos de turno llevarían a cabo. Medidas como,  una reforma agraria en función de la productividad agrícola, fomento del libre comercio entre los países, modernización de las vías de comunicación, acceso a la vivienda, salud y educación, entre otras; pero siempre sin lesionar los intereses transnacionales y el modelo neoliberal.
De alguna manera diríamos, que “Alianza para el Progreso” cumplió con el objetivo de detener la lucha popular de nuestros pueblos. Hoy son las ONGs, como la USAID, las encargadas de continuar con la tarea.
En nuestro país, a partir de 1978-1980 en los períodos de elecciones, los “líderes y activistas progresistas” de ONGs se unen para apoyar las campañas de candidatos abiertamente partidarios del neoliberalismo; obviamente, más allá de esperar que tras el triunfo puedan recibir puestos dentro del nuevo gobierno, su primordial tarea es la de utilizar su experiencia organizacional y discurso progresista para controlar el reclamo popular.
En general las ONG se convirtieron en "el rostro solidario" del neoliberalismo y se comprometieron  íntimamente con las clases dominantes para apoyar su labor de adormecimiento. En la práctica, de los miles y miles de dólares que el imperio abona a las ONGs, “menos del 18% llega a los supuestos beneficiarios”, porque el resto sirve para financiar infraestructura, los salarios de la burocracia de clase media que vive de la “cooperación” y para quebrantar la lucha y unidad de los movimientos sociales de izquierda.