Los
docentes estamos convencidos de nuestras convicciones y capacidades, nadie debe
dudar de nuestro compromiso fraterno con la sociedad.
Ser maestro nos
dice Paulo Freire, “implica asumir cierta militancia profesional, mientras que
ser padre o madre es una relación de parentesco que se cumple desde cualquier
lugar, en cambio no se puede ser auténticamente maestro -aún en trabajo a
distancia-, lejos de los alumnos, porque la tarea es más exigente y social.” Los
docentes estamos convencidos de nuestras convicciones y capacidades, nadie debe
dudar de nuestro compromiso fraterno con la sociedad.
La fácil
transmisión del coronavirus obligó a la suspensión de clases, esto ha impulsado
el teletrabajo y la educación virtual como método efectivo para frenar la contaminación
de la población educativa que puede generar la aglomeración de estudiantes y
docentes en los planteles educativos, en las calles y en autobuses.
La disposición ministerial
de dar clases en línea o mediante plataformas, busca que los estudiantes no retrasen
sus aprendizajes; para ello, los docentes realizarán las clases, enviarán
actividades y bridarán apoyos para que éstas sean realizadas en casa por los
estudiantes con la ayuda de sus padres o de un adulto.
El Ministerio de Educación
no ha considerado que cada centro educativo, cada familia y cada estudiante son
mundos diferentes, que la propia inequidad auspiciada por los gobiernos de
turno ha aumentado la brecha de ingreso a la educación y de la infraestructura,
siempre a favor de la educación particular y en pocos casos de la educación pública
en las grandes ciudades, y no me refiero a las posibilidades tecnológicas
Google, Microsoft, Facebook, YouTube, WhatsApp… cuyo acceso también es limitado
ya sea por su precio o por estar en los sectores rurales.
Será que de un
día para otro, comienza en los niveles de educación básica y bachillerato la
era de la educación virtual o a distancia. Una colega de un plantel particular
-que ha propósito a pesar de su alta preparación, gana el salario básico de un
trabajador-, me comenta que la situación no le es nueva porque desde hace
tiempo ya trabaja la competencia digital, que quizá el cambio está en que han “aumentado
las exigencias de directivos y padres de familia”.
Mientras que para
la mayoría de directivos, docentes y estudiantes de educación pública, el
correo electrónico y el whatsapp son las herramientas principales para mantener
la comunicación respecto del trabajo académico en estos días. Desde el
Ministerio de Educación se da por aceptado, que en la generalidad de los
hogares hay una computadora y un celular, si ha si fuera, el asunto no se
reduce a ello, implica que la mayoría de estudiantes lo han estado usando para
el ocio, por tanto, son pocos los que poseen las habilidades operacionales que les
permita aprender.
Finalmente, me
pregunto en voz alta, qué está pasando con los estudiantes con problemas de
conducta, con los estudiantes con necesidades especiales, con los estudiantes con
dificultades de aprendizaje y sus familias.