El ex presidente Rafael Correa, ha anunciado que regresará al país tras seis meses de auto exilio en uno de los áticos belgas. Si lo hace, será en un momento de una paradójica revuelta de la fanaticada política al interior del movimiento que hace diez años lo llevó al poder.
El mashi o compañerito, -frase con la que él llamaba al traductor de las sabatinas- y en las que inicialmente se definió como un humanista, cristiano y de izquierda. Sin embargo, nada de eso lo marcó durante su mandato. Lo de humanista, estuvo manifiesto por la persecución y prepotencia contra la dirigencia sindical y sus organizaciones, al extremo de disminuir sus derechos vía decreto o por una represión silenciosa que llegaba incluso al encarcelamiento de todo aquel que se atrevía a desafiar su pensamiento.
Dijo que como “un verdadero cristiano” no permitirá la desigualdad social y económica de los ecuatorianos. Si bien realizó obra social en los sectores populares y que en el sector estratégico promovería el desarrollo y la industrialización, esta nunca llegó aunque si se acompañó de gran corrupción.
Lo de izquierda, solo fue propaganda. Hizo creer a los ecuatorianos que su gobierno se centrará en la equidad, la justicia y la supremacía del trabajo sobre el capital. Equidad en el reparto de los dineros del pueblo ecuatoriano entre el círculo verde flex. La justicia fue manipulada precisamente para proteger a sus cercanos colaboradores e imponer la dictocracia. Mientras que los capitales de préstamos chinos fueron para generar trabajo a empresas y trabajadores chinos, que aún siguen saqueando los recursos naturales especialmente los recursos mineros.
Ante los dimes y diretes entre el ex y actual mandatario, de los que sacará ventaja el Presidente Moreno, porque ejercer el poder es más milagroso que cualquier oración del muy cristiano Rafael Correa. Además, hay que tener presente, que desde Carondelet y la Asamblea Nacional, Ministros y Asambleístas no hacen más que entretenernos con chistecitos de mal gusto u oponiéndose a la fiscalización de los ex funcionarios.
Por eso, más allá de que venga o no Rafael Correa, los movimientos y organizaciones sociales y populares, como verdaderos protagonistas de las luchas por la vigencia de los derechos constitucionales y en contra de la pobreza, tienen la tarea ineludible de reafirmar la unidad y solidaridad para exigir al gobierno, alternativas que recuperen la democracia y la dignidad.
El mashi o compañerito, -frase con la que él llamaba al traductor de las sabatinas- y en las que inicialmente se definió como un humanista, cristiano y de izquierda. Sin embargo, nada de eso lo marcó durante su mandato. Lo de humanista, estuvo manifiesto por la persecución y prepotencia contra la dirigencia sindical y sus organizaciones, al extremo de disminuir sus derechos vía decreto o por una represión silenciosa que llegaba incluso al encarcelamiento de todo aquel que se atrevía a desafiar su pensamiento.
Dijo que como “un verdadero cristiano” no permitirá la desigualdad social y económica de los ecuatorianos. Si bien realizó obra social en los sectores populares y que en el sector estratégico promovería el desarrollo y la industrialización, esta nunca llegó aunque si se acompañó de gran corrupción.
Lo de izquierda, solo fue propaganda. Hizo creer a los ecuatorianos que su gobierno se centrará en la equidad, la justicia y la supremacía del trabajo sobre el capital. Equidad en el reparto de los dineros del pueblo ecuatoriano entre el círculo verde flex. La justicia fue manipulada precisamente para proteger a sus cercanos colaboradores e imponer la dictocracia. Mientras que los capitales de préstamos chinos fueron para generar trabajo a empresas y trabajadores chinos, que aún siguen saqueando los recursos naturales especialmente los recursos mineros.
Ante los dimes y diretes entre el ex y actual mandatario, de los que sacará ventaja el Presidente Moreno, porque ejercer el poder es más milagroso que cualquier oración del muy cristiano Rafael Correa. Además, hay que tener presente, que desde Carondelet y la Asamblea Nacional, Ministros y Asambleístas no hacen más que entretenernos con chistecitos de mal gusto u oponiéndose a la fiscalización de los ex funcionarios.
Por eso, más allá de que venga o no Rafael Correa, los movimientos y organizaciones sociales y populares, como verdaderos protagonistas de las luchas por la vigencia de los derechos constitucionales y en contra de la pobreza, tienen la tarea ineludible de reafirmar la unidad y solidaridad para exigir al gobierno, alternativas que recuperen la democracia y la dignidad.