viernes, 21 de febrero de 2014

La juventud y la lucha por la dignidad



Una realidad que no es oculta para nadie, es la que viven los jóvenes de 16 a 24 años especialmente de las clases económicamente más pobres que no estudian ni trabajan. Es una situación grave, uno de ellos me comenta que sale de la casa “porque en la calle está mejor que en la casa, porque en la calle hay más chance de relajarse”. Relajarse consumiendo alcohol y alcaloides.
Este “relajamiento”, más allá de las consecuencias de salud, lleva a los jóvenes, a construirse su propio problema socio económico, el de la necesidad de dinero para su adicción, empieza a endeudarse, aunque la misma calle le ofrece “trabajitos alternativos” para cancelar su deuda.
En estos días de campaña electoral, a esta juventud, mientras los medios de comunicación y algunos políticos los señalan acusándolos de la inseguridad social, otro sector los involucra en la actividad proselitista con el ofrecimiento de que si ganan les mejoraran su lacerante situación.
¿Y si no ganan? Seguirán siendo parte de la exclusión impuesta por el modelo capitalista, seguirán tildados de ser los causantes de la inseguridad. Mientras tanto, volverán a los “trabajitos alternativos” de la calle, que a pesar de no garantizarles seguridad social al menos les proporcionará “relajamiento”, puesto que la eventualidad de ejercer efectivamente sus derechos al trabajo, a la salud, a vivienda, a educación y recreación entre otros, seguirá postergado, condenándolos a la miseria permanente.
Los ofrecimientos de campaña concluyeron ayer. A partir de hoy, y en concreto el domingo 23, tiene la ciudadanía y en especial los jóvenes, la posibilidad de dar al traste con las nefastas condiciones impuestas por el capitalismo, las que hoy demandan con urgencia cambios radicales en la estructura del Estado.
Corresponde a todos, principalmente a la juventud, a través del voto consciente, enarbolar las banderas de la lucha por la emancipación y por una vida digna.

viernes, 14 de febrero de 2014

El amor, la amistad y la seguridad ciudadana



El amor y la amistad es una frase que debe ser referente para la práctica y respeto de todos los derechos humanos. Amor y amistad, nobles emociones que sentimos hombres y mujeres, que debieran sentir diariamente en especial políticos y gobernantes, para que esos sentimientos se reflejen en la seguridad ciudadana.
Entre tantos actos de dolor fraternal y social de nuestra “franciscana” ciudad, es preciso tener conciencia, de que el pasado 22 de enero, del centro de la ciudad, desapareció María del Cisne Conde, niña de siete años e hija de una pareja de escasos recursos económicos. Esta desaparición es algo insultante, es una lacra social del sistema, conocer además la tortura que sufren sus padres y las súplicas de amor pidiendo les devuelvan a su hija, han motivado escribir estas letras precisamente el Día del Amor.
Más allá de la tradición sentimental y comercial de asociar cada14 de febrero con las relaciones entre el hombre y mujer; es necesario recordar que el 14 de febrero es también el Día de la Amistad y del afecto entre las personas que forman parte de la vida cotidiana, pero sobre todo, reiterar que el amor a nuestra Patria se reflejará en la manera como elijamos a nuestras autoridades. Ese es el sentido de estas líneas.
Hoy mismo en la escuela de María del Cisne, debe estar resaltándose el amor que se brinda a las niños por parte de sus padres, maestras y compañeras, mientras a ella y a su familia se les niega todo el amor y amistad posibles, que a pesar de las demostraciones de solidaridad de personas de buena voluntad, todo resulta vacío al no saber nada de ella. ¿Quién le garantiza su derecho constitucional de “protección y atención contra todo tipo de violencia o maltrato? ¡Ayudemos a encontrarla!
Concluyo expresando un saludo fraterno a los y las maestras, recordando una expresión rusa que reza: “recibir el saludo de una amiga es como recibir un beso”

jueves, 6 de febrero de 2014

La perniciosa desigualdad estructural



La historia de nuestros pueblos nos trae a la memoria, que hombres y mujeres de las clases populares son quienes han enarbolado y seguirán enarbolando la lucha contra las injusticias y la corrupción, para acabar con las profundas desigualdades sociales que aún persisten. La cotidiana historia nos recuerda que la derecha reaccionaria y la Iglesia-Opus Dei se aliaron para explicar desde sus intereses, la razón de estas desigualdades; y, no solamente que las justificaban sino que las exaltaban enseñando a los pobres a resignarse mientras ellos por su brillantez se apropiaban de su trabajo y de su libertad.
Hoy no se puede desconocer que el gobierno “revolucionario” se esfuerza por disminuir las desigualdades estructurales que nos afectan. No obstante, la confrontación con los sectores neoliberales y la alianza con las organizaciones populares resulta ser una falacia, porque mientras con los primeros en no pocas veces se ve obligado a ceder, a los segundos los combate con el hostigamiento y la persecución. Lejos están las tesis de la revolución social, quizá han aumentado los esfuerzos por mejorar la educación, salud, vivienda, vialidad; en tanto se agravan cuando no se criminalizan la libertad de organización y de expresión.  
En el país hay tantos acontecimientos de corrupción e inseguridad, denunciadas o no, que enterarse estimula náuseas. Sin embargo, quiérase o no, los sistemas judicial y legislativo no están suficientemente preparados para poner fin y erradicar estos males sociales, ni a hacer las leyes que nos aseguran el buen vivir.
Lo cierto es que, en el camino electoral, tanto “revolucionarios” como “contrarrevolucionarios” se corretean con propaganda proselitista aflorando y ahondando perniciosamente las desigualdades sociales.
Mientras  esta cruda realidad no cambie, las condiciones objetivas para la protesta popular irán madurando.

viernes, 31 de enero de 2014

Educación laica, el ideal de Alfaro



El pasado 28 de enero se recordó un año del asesinato del artífice del liberalismo en el Ecuador. Rememorar este penoso acontecimiento, significa asumir con “el arma al brazo” su legado político y social.

“Prohibido olvidar” que la revolución liberal se gestó por las paupérrimas condiciones de vida que llevaba nuestro pueblo, que fue el resultado del desarrollo de las contradicciones entre las fuerzas productivas y de las relaciones comerciales entre “serranos y costeños”, en las que jugaron un papel importante las ideas preclaras y progresistas de la época, las que se manifestaron a plenitud sobre la base del legado de unidad, soberanía y de una vida digna para todo el pueblo iniciado por Espejo, Bolívar y Montalvo entre otros.

En el campo educativo implica desarrollar un modelo que supere la estructura impregnada en el sistema educativo,  así el sueño Alfarista de que la educación laica y gratuita sea la base de la “revolución educativa” y de la construcción de la “Patria altiva y soberana” que promueve el gobierno actual, se haga realidad.

Alfaro no fue un pedagogo, sin embargo el aporte que dio a nuestra educación es valioso. Decretó la libertad de cultos, estableció el laicismo en la educación, dio un gran impulso a la escuela pública, fundó los normales. Quizá una de las primeras reivindicaciones de la mujer, fue el acceso  de la mujer a la docencia.

Desde la perspectiva de una educación por la emancipación, el laicismo es el referente de lucha de la unión nacional de educadores el gremio magisterial, y especialmente de hombres y mujeres progresistas que más allá de los mitos del emprendimiento impuestos por la sociedad burguesa, siguen enarbolando su pensamiento.

La causa del protagonista de la revolución liberal, del “Viejo Luchador”, que peleó por sus ideales hasta su muerte, rememorémosla como él lo hizo, luchando contra los rezagos del dependiente modelo educativo capitalista hasta su erradicación.

viernes, 24 de enero de 2014

Reflexión pedagógica de los exámenes quimestrales



Por disposición ministerial la semana que culmina se destinó a la recepción de exámenes del primer quimestre. Sin embargo, dista mucho aún para que la evaluación conforme lo señala el reglamento a la LOEI sea un “proceso continuo de observación, valoración y registro de información que evidencie el logro de objetivos de aprendizaje de los estudiantes”.
Está normado que los exámenes quimestrales valorativamente representan la quinta parte del proceso evaluativo, sin embargo es incomprensible la creciente ansiedad y tensión en estudiantes y docentes, deterioro de las relaciones familiares, jornadas de trabajo “incompletas”, y más preocupante aún, ver a niños y jóvenes estudiantes en las calles a media mañana, locales de juegos electrónicos, centros comerciales e incluso bares llenos de estudiantes. Me pregunto ¿por qué?.
Vasilichencko señala que “se puede evaluar sin exámenes (siempre y cuando) los procesos de aprendizaje estén colmados de entusiasmo y motivación”. Los exámenes no pueden inducir a valorar sólo lo observable sin analizar las causas de aciertos y fracasos, en esto último radica su utilidad.
Que los estudiantes hayan olvidado ciertos conocimientos o destrezas trabajadas no es del todo una tarea infranqueable; lo que los estudiantes no olvidarán jamás, es la forma como se llega a ellos, la sana orientación hacia el logro de objetivos, los sentimientos humanos, la solidaridad, el compañerismo, el ejemplo y la responsabilidad. Esto debe preocuparnos más, en esto debemos gastar nuestras energías. En enseñar que otro mundo es posible.
Si en los planteles se generan espacios de reflexión pedagógica, los docentes de manera consciente reflexionarán que evaluar al estudiante significa evaluar su propio trabajo. Que la evaluación es una actividad intencional que capacita para la vida y el trabajo.