Una
realidad que no es oculta para nadie, es la que viven los jóvenes de 16 a 24
años especialmente de las clases económicamente más pobres que no estudian ni
trabajan. Es una situación grave, uno de ellos me comenta que sale de la casa
“porque en la calle está mejor que en la casa, porque en la calle hay más
chance de relajarse”. Relajarse consumiendo alcohol y alcaloides.
Este
“relajamiento”, más allá de las consecuencias de salud, lleva a los jóvenes, a
construirse su propio problema socio económico, el de la necesidad de dinero
para su adicción, empieza a endeudarse, aunque la misma calle le ofrece
“trabajitos alternativos” para cancelar su deuda.
En
estos días de campaña electoral, a esta juventud, mientras los medios de
comunicación y algunos políticos los señalan acusándolos de la inseguridad
social, otro sector los involucra en la actividad proselitista con el
ofrecimiento de que si ganan les mejoraran su lacerante situación.
¿Y si
no ganan? Seguirán siendo parte de la exclusión impuesta por el modelo
capitalista, seguirán tildados de ser los causantes de la inseguridad. Mientras
tanto, volverán a los “trabajitos alternativos” de la calle, que a pesar de no
garantizarles seguridad social al menos les proporcionará “relajamiento”,
puesto que la eventualidad de ejercer efectivamente sus derechos al trabajo, a
la salud, a vivienda, a educación y recreación entre otros, seguirá postergado,
condenándolos a la miseria permanente.
Los
ofrecimientos de campaña concluyeron ayer. A partir de hoy, y en concreto el
domingo 23, tiene la ciudadanía y en especial los jóvenes, la posibilidad de
dar al traste con las nefastas condiciones impuestas por el capitalismo, las
que hoy demandan con urgencia cambios radicales en la estructura del Estado.
Corresponde
a todos, principalmente a la juventud, a través del voto consciente, enarbolar
las banderas de la lucha por la emancipación y por una vida digna.