martes, 8 de marzo de 2022

Las flores tienen el color de la inequidad social

 
Desde 1910 el 8 de marzo se recuerda el Día Internacional de la Mujer, día instaurado por pedido de la sindicalista alemana Clara Selkin durante la segunda internacional celebrada en Dinamarca. Al siguiente año, en marzo de 1911, la burguesía neoyorkina asesinó a 146 mujeres que se declararon en huelga demandando condiciones dignas. Es por tanto una fecha para recordar a las protagonistas de una lucha, aún inconclusa, por la libertad y la vida. Las mujeres del campo, las obreras, las vivanderas, las amas de casa, las sin trabajo, las maestras, prefieren menos discursos, más goce de sus derechos y más justicia social para todas y todos los seres humanos.

Los homenajes frívolos comercializados por el sistema para un día, no solucionan la falta de salud, medicina, educación, trabajo y servicios básicos que padecen hombres y mujeres de los sectores populares, por eso, el 8 de marzo, es una fecha para solidarizarse con las mujeres que luchan para hacer visible y erradicar las desigualdades económicas, sociales y culturales, con las que luchan por sus derechos y los del pueblo, con las que luchan contra la opresión patriarcal y en contra de la violencia del sistema.

Me preguntó, las mujeres de las clases pudientes y de la burguesía tendrán los mismos intereses que las mujeres trabajadoras, claro que no. Unas quieren conseguir las mismas ventajas, el mismo poder, los mismos derechos en la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. Mientras que las segundas, desean abolir todo tipo de privilegios que deriven de la explotación y la corrupción, a la mujer obrera le es indiferente si su patrón es hombre o mujer, lo que reclama de él o ella, es respeto a sus derechos, ellas se saben a la vez madres y como tales demandan protección especial del gobierno y de la sociedad para sus futuros hijos y para todo el pueblo.

Las mujeres burguesas están luchando para conseguir derechos políticos, pero para ellas son solo el medio para conseguir sus objetivos con más seguridad en este mundo basado en la explotación de los trabajadores. Mientras que, para las mujeres obreras, la lucha por los derechos políticos representa un paso en el difícil camino de equidad e igualdad social.

En esa lucha diaria por la equidad e igualdad social, recordamos a Manuela Sáenz, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Transito Amaguaña, Rosita Paredes, y muchas otras heroínas anónimas, de las cuales es difícil encontrar las palabras adecuadas para describir esa conjunción de unidad, ternura, solidaridad y compromiso social. Ellas sabían que, “los valores sociales no se separan de los hechos sociales”, que hacerlo sería inhumano, por eso, rompieron las cadenas y dedicaron su vida a la lucha libertaria y emancipadora.

Mujer trabajadora, hoy no enviaré flores con el color de la inequidad. Hoy no me basta la pluma y la palabra iluminada, tampoco la mano levantada. Hoy junto a mi combativo saludo, quiero cada día mostrarme solidario, unir fuerzas con ustedes en defensa de quienes sufren a costa de la corrupción y desatención del gobierno.