viernes, 7 de enero de 2022

Gobierno hipoteca nuestras vidas por treinta años

Pasamos la página del 2021, empezamos un año más que agranda la historia de los movimientos sociales, de las organizaciones populares, de la Gloriosa UNE. Este año hemos tenido satisfacciones y sinsabores para el magisterio activo y jubilado, para el pueblo. Sin embargo, ni por un instante hemos perdido nuestro optimismo, porque gracias a nuestra firme percepción política, tenemos claro que la lucha continúa.

Durante lo que va de la pandemia, no quiso “el Dios del cielo, que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos…” compartan un poquito más. La incompleta frase, desnuda nuevamente la realidad de las inequidades sociales en el Ecuador. Si Lenin Moreno nos dejó una bitácora llena de penurias; el presidente Lasso, evidenció la incapacidad del sistema y de su gobierno para dar solución a los problemas más apremiantes que agobian al país. Los discursos oficiales revelaron que, a la derecha criolla e internacional fiel al neoliberalismo, le interesa muy poco o casi nada la vida y el bienestar de los pobres, los obreros, los campesinos, los maestros, los jubilados, las mujeres y los jóvenes.

Siento la obligación de rechazar las declaraciones del gobierno nacional, en el sentido de que lideran el proceso de vacunación en Latinoamérica, tamaña mentira. Liderar no es solamente vacunar, aunque ni eso lideran. Liderar, en el caso de la salud, implica, asignar el presupuesto constitucional para las universidades públicas, consecuentemente apoyar la investigación científica en el tema sanitario. Me pregunto, qué vacuna hemos desarrollado los ecuatorianos, ninguna; la capacidad la tenemos, el problema es la reducción del presupuesto para la educación y salud, fundamentalmente para la investigación científica.

El tema sanitario como el económico y político, están al servicio del gran capital, esto impide enfrentar de forma adecuada la pandemia, por lo que, la contaminación aumenta y cientos de personas siguen perdiendo la vida a causa de COVID-19 y sus variantes. El sistema sanitario no ha podido y no puede con el virus, no porque la enfermedad sea invencible sino porque la corrupción campea beneficiando a los grupos de poder político y económico. El COE y el MSP para ocultar sus propias responsabilidades, intentan hábilmente dividirnos entre vacunados y no vacunados, exigiendo a los ciudadanos el carnet de vacunación y la validación de certificados médicos. Pero lo que no se exigen estos organismos ni el gobierno, es administrar para todo el pueblo y no solo para las élites.

El drama de la migración, principalmente de hermanos venezolanos, las penurias y enfermedades de ellos y sus tiernos hijos poco importa al gobierno. El aumento en el precio de los combustibles se detuvo en $ 2,55 dólares gracias a la resistencia social del pueblo indígena y del Frente Unitario de Trabajadores. Mientras tanto, los empresaurios rechazan el nuevo salario básico de 425 dólares. Ahora se muestran asustados, si ellos nunca pierden, saben muy bien que el precio de la crisis económica siempre la pagan los pueblos. 

Finalmente, han decidido hipotecar nuestras vidas por treinta años disque al uno por ciento. 

¡Que generosos!