Solo liberando a las masas del control ideológico que la burguesía y el imperialismo ejercen sobre ellas, estarán en capacidad de cumplir el papel de sujetos revolucionarios.
Tomado de En Marcha, edición 1969
Una serie de elementos que se expresan en el comportamiento político de las masas, nos permiten concluir que en estas existe una nueva y positiva situación ideológico-política, que genera mejores condiciones para el desarrollo de la actividad de las organizaciones de izquierda.
Desde hace varios meses, importantes sectores de los trabajadores y el pueblo apelan a la lucha como el medio para hacer escuchar sus necesidades y demandar solución. Octubre de 2019, con el levantamiento indígena popular, marcó el punto más alto y combativo de la lucha de las masas en el país; de allí para acá, las protestas han continuado y son diversos sectores sociales los que participan en estas. Durante los cien primeros días del gobierno de Guillermo Lasso, de manera inusual cuando recién se posesiona un gobierno, miramos que varios sectores han tomado las calles para demandar atención: los agricultores, productores de maíz y arroz; los pequeños y medianos productores de leche; el magisterio y los estudiantes por la aprobación de la LOEI, que llegaron a declarar una huelga de hambre; diversos sectores en contra de la elevación del precio de los combustibles, y así hay otros casos.
Estas luchas por demandas particulares, se fermentan también porque existe un descontento generalizado con lo que sucede en el país, con las duras condiciones de vida que enfrentan millones de ecuatorianos debido a la falta de empleo, los bajos salarios, el incremento del costo de la vida, las dificultadas para tener acceso a la salud, el abandono forzado de la educación por parte de cientos de miles de niños y jóvenes, la corrupción imparable; todo lo cual pone a los trabajadores, a la juventud y al pueblo en una circunstancia concreta: están luchando en contra de las manifestaciones y formas de la explotación capitalista y, desde ese punto de vista, son combates en contra del sistema imperante. Sin embargo, eso no significa que todos quienes toman las calles para protestar —o lo hacen a través de distintos mecanismos— actúan guiados por una conciencia anticapitalista.
El descontento con la situación imperante conduce a los sectores explotados y oprimidos, a la búsqueda del cambio, de una situación nueva, pero cualitativamente distinta a la actual. Mas, ese cambio anhelado, en la mayoría de esa gente —debido a su nivel y tipo de conciencia— no se configura la necesidad de echar abajo el sistema actual, para erigir en su lugar uno que, en su esencia o en su naturaleza, sea radicalmente distinto. Esto deja en claro los límites existentes en la conciencia de las masas.
En el proceso de configuración de un movimiento revolucionario de masas, aspecto sobre el que hemos hablado en varios artículos anteriores, el papel de la conciencia política es fundamental. El dominio que las ideas y las concepciones burguesas tienen en la conciencia de los trabajadores y el pueblo pone límites al comportamiento político de las masas, les hace ver y pensar los fenómenos político-sociales del país y el mundo desde la misma óptica de la burguesía y el imperialismo, es decir, de manera enajenada, y, por lo tanto, se convierten no solo en instrumentos explotación y opresión, sino también de reproducción de los cánones ideológico-políticos de la burguesía. Es bastante conocida esa afirmación de que la burguesía no solo ejerce su dominación a través de la coerción (represión), también lo hace —y de manera principal— por medio de la cohesión ideológica, es decir, logrando que las masas asuman como suya la ideología de la burguesía.
De ahí que la configuración de un movimiento revolucionario de masas se levanta sobre la base de una amplia y sistemática difusión de las concepciones ideológicas del partido marxista-leninista; de la difusión de la política que el Partido define para cada momento y circunstancia, para cada sector (social y geográfico), que siempre debe estar enlazada o en función de los objetivos estratégicos de la revolución ecuatoriana.
El desarrollo del movimiento popular organizado, la incorporación de más amplios sectores a las luchas por sus reivindicaciones materiales y por sus derechos, la participación de los trabajadores, la juventud, las mujeres y los pueblos en acciones y luchas políticas está en íntima relación con la naturaleza de la conciencia política.
Para nuestro Partido es una necesidad insoslayable desarrollar, de manera constante, una sistemática labor ideológica y política entre los trabajadores y las fuerzas motrices de la revolución, para que estos sectores conozcan nuestra política, se identifiquen con ella y luchen por su materialización, pues, la política revolucionaria no hace otra cosa que representar los intereses económicos y políticos de los trabajadores y el pueblo. Esta ofensiva busca, a la vez, liberar la conciencia del pueblo de las ataduras del pensamiento burgués, que no le permite actuar y luchar en función de sus propios intereses, sino de los intereses de los dueños del capital. Solo liberando a las masas del control ideológico que la burguesía y el imperialismo ejercen sobre ellas, estarán en capacidad de cumplir el papel de sujetos revolucionarios.
Estas luchas por demandas particulares, se fermentan también porque existe un descontento generalizado con lo que sucede en el país, con las duras condiciones de vida que enfrentan millones de ecuatorianos debido a la falta de empleo, los bajos salarios, el incremento del costo de la vida, las dificultadas para tener acceso a la salud, el abandono forzado de la educación por parte de cientos de miles de niños y jóvenes, la corrupción imparable; todo lo cual pone a los trabajadores, a la juventud y al pueblo en una circunstancia concreta: están luchando en contra de las manifestaciones y formas de la explotación capitalista y, desde ese punto de vista, son combates en contra del sistema imperante. Sin embargo, eso no significa que todos quienes toman las calles para protestar —o lo hacen a través de distintos mecanismos— actúan guiados por una conciencia anticapitalista.
El descontento con la situación imperante conduce a los sectores explotados y oprimidos, a la búsqueda del cambio, de una situación nueva, pero cualitativamente distinta a la actual. Mas, ese cambio anhelado, en la mayoría de esa gente —debido a su nivel y tipo de conciencia— no se configura la necesidad de echar abajo el sistema actual, para erigir en su lugar uno que, en su esencia o en su naturaleza, sea radicalmente distinto. Esto deja en claro los límites existentes en la conciencia de las masas.
En el proceso de configuración de un movimiento revolucionario de masas, aspecto sobre el que hemos hablado en varios artículos anteriores, el papel de la conciencia política es fundamental. El dominio que las ideas y las concepciones burguesas tienen en la conciencia de los trabajadores y el pueblo pone límites al comportamiento político de las masas, les hace ver y pensar los fenómenos político-sociales del país y el mundo desde la misma óptica de la burguesía y el imperialismo, es decir, de manera enajenada, y, por lo tanto, se convierten no solo en instrumentos explotación y opresión, sino también de reproducción de los cánones ideológico-políticos de la burguesía. Es bastante conocida esa afirmación de que la burguesía no solo ejerce su dominación a través de la coerción (represión), también lo hace —y de manera principal— por medio de la cohesión ideológica, es decir, logrando que las masas asuman como suya la ideología de la burguesía.
De ahí que la configuración de un movimiento revolucionario de masas se levanta sobre la base de una amplia y sistemática difusión de las concepciones ideológicas del partido marxista-leninista; de la difusión de la política que el Partido define para cada momento y circunstancia, para cada sector (social y geográfico), que siempre debe estar enlazada o en función de los objetivos estratégicos de la revolución ecuatoriana.
El desarrollo del movimiento popular organizado, la incorporación de más amplios sectores a las luchas por sus reivindicaciones materiales y por sus derechos, la participación de los trabajadores, la juventud, las mujeres y los pueblos en acciones y luchas políticas está en íntima relación con la naturaleza de la conciencia política.
Para nuestro Partido es una necesidad insoslayable desarrollar, de manera constante, una sistemática labor ideológica y política entre los trabajadores y las fuerzas motrices de la revolución, para que estos sectores conozcan nuestra política, se identifiquen con ella y luchen por su materialización, pues, la política revolucionaria no hace otra cosa que representar los intereses económicos y políticos de los trabajadores y el pueblo. Esta ofensiva busca, a la vez, liberar la conciencia del pueblo de las ataduras del pensamiento burgués, que no le permite actuar y luchar en función de sus propios intereses, sino de los intereses de los dueños del capital. Solo liberando a las masas del control ideológico que la burguesía y el imperialismo ejercen sobre ellas, estarán en capacidad de cumplir el papel de sujetos revolucionarios.