La desigualdad es mayor cuando los beneficios y oportunidades de las personas dependen de su posición social, económica, ideológica, etc., igualmente la característica de inequidad, y no me refiero al significado marxista, sino a la situación vigente, al capitalismo voraz que rige nuestro país, lo que impide que se conceda posibilidades a cada quien según su necesidad y se le permita a las personas aportar plenamente según su capacidad, situaciones estas, que profundizan las diferencias sociales y la lucha de clases que el gobierno y la burguesía se afanan en desconocer su validez.
La pobreza no se delimita solamente por la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos. La riqueza y pobreza se evidencian por la cantidad de acceso a agua potable, electricidad, saneamiento, educación, salud y otros servicios básicos. En Ecuador, el cálculo es sencillo, y siendo generosos, cerca de 500 mil personas entre ricos y muy ricos controlan la misma cantidad de riqueza que los 17 millones de gente de medianos ingresos, pobres y muy pobres del país; el resultado puede expresarse con una sola palabra, desigualdad.
El candidato Guillermo Lasso con la ayuda de la empresa privada ofreció aumentar las fuentes de trabajo con el objetivo de disminuir la pobreza hasta el año 2025. Eso implica que cada año por lo menos un millón de personas deberían comenzar a tener ingresos por encima de los “veinte dolaritos” mensuales. Es decir, cada mes aproximadamente 80 mil personas tendrían que tener un trabajo seguro y estable y no solo la oportunidad de conseguirlo. Sin embargo, el mejoramiento económico por sí, no supone salir de la pobreza, la historia demuestra que la única forma es que el gobierno otorgue poder a los sectores populares para que ellos planifiquen en función de país.
Es paradójico que el presidente Guillermo Lasso proponga existan dos códigos laborales. Uno para quienes ya tienen empleo y otro nuevo para los desempleados. La “Ley de Oportunidades” se supone es aplicable a los nuevos empleados, los cuales “mantendrían derechos como décimo tercer y cuarto sueldo, vacaciones, afiliación a la seguridad social”. Si eso fuera cierto, para qué dos códigos. El propio Ministro de Trabajo, descaradamente ha reconocido que la estabilidad laboral no es importante, es decir, no está garantizada, contradiciendo el mandato constitucional que expresa que todos los ecuatorianos debemos gozar de los mismos derechos.
La falta de trabajo que conduce a la pobreza, en el Ecuador es un problema estructural. El gobierno del desencuentro debe establecer como elemento esencial de acción, políticas firmes para erradicar el miserable fenómeno de la pobreza en todas sus expresiones. Reitero, no es solamente el reparto económico, hay que lograr una efectiva desconcentración y descentralización del poder. Solamente así, los gobiernos autónomos podrán diseñar políticas y proyectos para combatir la pobreza ahondada por las pandemias sanitaria y de corrupción. Políticas, que en la práctica beneficien a la mayoría de ciudadanos y no solamente a los grupos de poder.