viernes, 21 de julio de 2017

Dialogo para resolver los males que nos aquejan

El ascenso del movimiento indígena a inicios de los años 90 nos mostró un protagonismo significativo y las nuevas posibilidades de la articulación política y social; de la misma manera, en el contexto actual es importante  reconocer y reflexionar sobre las potencialidades y límites a que se enfrentan los movimientos populares en su lucha por la transformación social.
Partamos por entender que el tema principal para el movimiento popular y los gremios de los trabajadores es el desarrollo organizativo y la unidad. Por ello, en el proceso de dialogo es prioritario vislumbrar cómo podemos resolver la desorganización y división propiciada desde el régimen correísta, y aunque sean públicas las diferencias, debe dejarse claro lo que se quiere, hacia dónde se desea llegar, cómo se lo hará y con quienes se forjara la unidad.
La experiencia nos recuerda que en el plano de la resistencia coyuntural contra los abusos del poder se han logrado acuerdos relativos y una frágil unidad. Sin embargo, no ha sucedido lo mismo a la hora avanzar en la construcción del nuevo país, de la lucha contra la corrupción, o de la defensa de los derechos civiles y garantías constitucionales. Precisamente allí, los sectores populares se han encontrado debilitados y fragmentados frente a la prepotencia de la oligarquía y los gobiernos a su servicio.
La memoria histórica y la conciencia social tiene que orientarnos a reconstruir las organizaciones populares y de trabajadores con una dimensión clasista y política de carácter antiimperialista, caso contrario no hay posibilidades de resolver los problemas actuales que entorpecen las transformaciones sociales. Eso solo podría lograrse en tanto y en cuanto se desarrollen políticas para el aprovechamiento de los recursos naturales, puesto que la pobreza y el cacareado buen vivir, no se resuelven con organizaciones paralelas y serviles, sino sobre la base de combatir a quienes concentran la riqueza nacional en desmedro de las mayorías populares.
Finalmente, para conseguir que la situación de los trabajadores, sub empleados y desempleados cambie, es necesario que se cambie la política revolucionaria que persigue y reprime a los líderes populares e ilegaliza sus organizaciones por otra que, origine una democracia participativa en la que la ciudadanía sea consultada para resolver los grandes males que nos aquejan y erradicar al capitalismo que nos explota y nos somete a través de la expedición de leyes represivas y de los mecanismos de flexibilización laboral que se vienen implementando en el Ecuador.