El
ascenso del movimiento indígena a inicios de los años 90 nos mostró un
protagonismo significativo y las nuevas posibilidades de la articulación
política y social; de la misma manera, en el contexto actual es
importante reconocer y reflexionar sobre las
potencialidades y límites a que se enfrentan los movimientos populares
en su lucha por la transformación social.
Partamos
por entender que el tema principal para el movimiento popular y los
gremios de los trabajadores es el desarrollo organizativo y la unidad.
Por ello, en el proceso de dialogo es prioritario vislumbrar cómo
podemos resolver la desorganización y división propiciada desde el
régimen correísta, y aunque sean públicas las diferencias, debe dejarse
claro lo que se quiere, hacia dónde se desea llegar, cómo se lo hará y
con quienes se forjara la unidad.
La
experiencia nos recuerda que en el plano de la resistencia coyuntural
contra los abusos del poder se han logrado acuerdos relativos y una
frágil unidad. Sin embargo, no ha sucedido lo mismo a la hora avanzar en
la construcción del nuevo país, de la lucha contra la corrupción, o de
la defensa de los derechos civiles y garantías constitucionales.
Precisamente allí, los sectores populares se han encontrado debilitados y
fragmentados frente a la prepotencia de la oligarquía y los gobiernos a
su servicio.
La
memoria histórica y la conciencia social tiene que orientarnos a
reconstruir las organizaciones populares y de trabajadores con una
dimensión clasista y política de carácter antiimperialista, caso
contrario no hay posibilidades de resolver los problemas actuales que
entorpecen las transformaciones sociales. Eso solo podría lograrse en
tanto y en cuanto se desarrollen políticas para el aprovechamiento de
los recursos naturales, puesto que la pobreza y el cacareado buen vivir,
no se resuelven con organizaciones paralelas y serviles, sino sobre la
base de combatir a quienes concentran la riqueza nacional en desmedro de
las mayorías populares.
Finalmente,
para conseguir que la situación de los trabajadores, sub empleados y
desempleados cambie, es necesario que se cambie la política
revolucionaria que persigue y reprime a los líderes populares e
ilegaliza sus organizaciones por otra que, origine una democracia
participativa en la que la ciudadanía sea consultada para resolver los
grandes males que nos aquejan y erradicar al capitalismo que nos explota
y nos somete a través de la expedición de leyes represivas y de los
mecanismos de flexibilización laboral que se vienen implementando en el
Ecuador.