El título que precede es parte del libro de Eduardo Galeano “Patas arriba”. Como él mismo lo
describe, nos encontramos con un modelo de sociedad y de escuela que se
contradice con la lógica del respeto a los demás, y nos muestra una
realidad inhumana, propia del decadente sistema capitalista.
Mientras
el Ministro de Educación anuncia acciones para mejorar la calidad de la
educación, por ejemplo, reformas al sistema de ingreso a la universidad
y reapertura de escuelas unidocentes; el anterior Ministro y otros
colaboradores del Presidente Correa, censuran estas intenciones. Será
acaso como parodia Galeano, se estará planteando una reforma educativa
al revés. Al revés también pareciera el dialogo que propone el
Presidente Moreno, que en el campo educativo insiste en educar en y para
la libertad, y sin embargo se mantiene la las políticas de reprensión
propia de las dictaduras políticas, como la judicialización de la
protesta social y la persecución a los dirigentes políticos y sociales
que no se alinean al pensamiento oficial.
Los
cambios educativos parecieran ser del mundo al revés del que habla
Galeano, puesto que se dice que los estudiantes tendrán derecho a una
formación integral, para ello se propone un bachillerato general
unificado que reduce los aprendizajes a las destrezas con criterios de
desempeño y un bachillerato internacional excluyente y ajeno a la
realidad nacional, en los que se concibe a los estudiantes como “capital
humano”, priorizando la dimensión de emprendimiento y lo económico, y
no la condición de ser humano. Lo importante de este modelo al revés, es
garantizar la dependencia y no la anunciada educación liberadora para
alcanzar el buen vivir.
La
escuela del mundo al revés habla de la inclusión pero en realidad es
excluyente, ya que niega a los alumnos con capacidades diferentes el
derecho a recibir educación y atención especial al no dotar de los
profesionales para ello. Se habla del derecho a la diversidad y al
reconocimiento de las diferencias, pero se impone una evaluación
estandarizada a todos.
Creyendo
que la escuela es el centro de atención, se construyen escuelas del
milenio que dejan a los alumnos fuera con el cierre masivo de escuelas
unidocentes en el sector rural e indígenas o alejándolos de sus lugares
de origen. En el modelo revolucionario no es necesario estudiar para
profesor, cualquiera puede serlo, es decir se desprofesionaliza al
docente. Así el cambio y las soluciones no serán posibles.