Por:
Jon Kokura
Tomado de: https://otramirada.pe/qatar-2022-el-mundial-maldito
"Lo
que mal comienza, mal termina" decía mi abuelita, que era sabia y muy bonita.
Hace
12 años, en diciembre del 2010. Joseph Blatter, presidente de la FIFA en aquellos
años anunciaba que el mundial 2022 se iba a jugar en Qatar.
Los
únicos que saltaron de sus asientos felices como lombrices fueron los
integrantes de la familia Al Thani. Son los amos y señores de Qatar.
Este
pequeño territorio metido en el Golfo Pérsico, con una sola frontera terrestre,
con Arabía Saudita, con la que se llevan bastante mal. Qatar está sentado sobre
la tercera reserva de gas y petróleo del mundo. Su población es de 250.000
cataríes. Y 2.750.000 trabajadores inmigrantes… Sí, el 80% de la población son
extranjeros.
En
Qatar la palabra democracia es un chiste de mal gusto. Allí, la que corta el
queso es la familia real Al Thani. Y el jeque Tamim Bin Hamad Al Thani de 42
pirulos y tres bellas esposas… por el momento.
Como
son los dueños de Qatar, su patrimonio ronda los 350.000 millones de dólares. Y
como ya no saben qué hacer con tantos petro dólares, aparte de construir
fastuosos edificios, al cuete en el desierto. Y comprar clubes de fútbol, el
PSG entre otros.
Alguien
les sugirió que financiaran las ONG que trabajan alimentando a los niños
hambrientos del mundo… pero no le dieron pelota. Un día los hombres de la
familia Al Thani (las mujeres no pueden decir ni pío) dijeron: "¿Y si compramos
el mundial de fútbol 2022?" "¡Dale!" contestaron todos… Y compraron un mundial
de fútbol.
Les
salió barato. Le pagaron un millón de dólares a ciertos delegados de la
Concacaf (Centroamérica) Un millón y medio a otros de la Conmebol (Sudamérica)
Un par de millones por aquí y otro más allá… Dicen que el crack del fútbol
francés Michel Platini, que se las daba de virgen, casto y puro, cobró 7,5
millones de dólares. Y el capo di tutti capo, el argentino Julio Grondona
(fallecido el 2014) se embolsó 10 palos verdes por dar el sí a Qatar 2022.
De
inmediato la realeza catarí se puso manos a la obra. Tenían que construir
estadios de fútbol, en un "país" donde nadie jugaba al fútbol. El proyecto
original era de 12 estadios. Quedaron en 8 uno de ellos desmontable, que van a "donar" a algún país donde sí se juegue al fútbol. Si usted, tiene en su
barrio, una canchita rasca y piñinienta, escríbale al Emir de Qatar ¿Quién
sabe? por ahí, le regalan el estadio desmontable.
El
asunto fue que, para construir los 8 estadios, hoteles, aeropuerto, autopista,
centros comerciales, necesitaron mano de obra barata, muy barata… y eso que
están podridos en dólares. Y llevaron trabajadores inmigrantes al por mayor. En
un sistema de esclavitud llamado "Kafala" y que consiste en darle todo el poder
a un administrador (negrero) para que contrate inmigrantes, los explote
reteniéndole los pasaportes. Haciéndolos vivir hacinados y con horarios de
trabajo de hasta 18 horas por día. Sin derecho al pataleo, y mucho menos a
cambiar de empleo.
Sin
este sistema perverso, construir lo que se construyó en Qatar, con temperaturas
que varían de 30° a 50° a la sombra era imposible. Desde el 2010 murió en las
faenas un promedio de 12 obreros por semana. Un total de 6.751 trabajadores
inmigrantes murieron para que usted; "¡Viva el fútbol!"
Esto,
sin contar los obreros de Kenia y Filipinas, donde no se llevan registros
migratorios. Las cifras de muertos aportadas por informes de The Guardian, la
BBC (Inglaterra) y Amnistía Internacional son las siguientes: India 2711… Nepal
1641… Bangladesh 1018… Pakistán 824… Sri Lanka 557.
Se
construyeron 8 estadios espectaculares, pero manchados de sangre. Están tan
cerquita el uno del otro, que si usted es bueno pa’ andar en bicicleta los
recorre todos, en poco más de un medio día.
Hace
poco, en Irán, una mujer de 22 años, Mahsa Amini murió en manos de la policía
por usar "mal el velo". Esto causó una ola de protesta en Irán y el mundo
entero.
Como
si en Qatar las mujeres se pudieran vestir como se les canta los ovarios. Como
si tuvieran derecho a decidir por sí mismas. Como si pudieran jugar al fútbol.
El lado femenino de la FIFA crece día a día. Las ligas de fútbol femenino son
cada vez más populares. Pero el mundial 2022 se va hacer en un territorio,
donde las mujeres tienen prohibido practicar deporte. Entre otras muchas cosas.
En
Qatar, sobre la periodista mexicana Paola Schietekat, que trabajaba para el
mundial, pesa una condena de siete años de prisión, más cien latigazos, con
fecha 19 de febrero 2022. Por haber denunciado a un colega colombiano que la
violó en territorio catarí. El violador era casado, entonces la mujer violada
es la culpable. Según "la shaira" ley islámica que "controla" a las mujeres.
Un
mes va durar el mundial 2022
30
días en que las usinas cataríes estarán funcionando a full para mantener el
aire acondicionado en los 8 estadios, hoteles, centros turísticos y
comerciales. Arrojando al aire humo contaminante, equivalente a diez mil autos
tirando smog sin filtro por hora. Todo sea por la fiesta del fútbol… Porque el
deporte es salud ¿vio?
Pero
hay una sombra más siniestra sobre Qatar 2022. La posibilidad latente de
atentados terroristas.
Los
musulmanes, no olvidan, ni perdonan… aunque digan que sí. La familia real de
Qatar ha financiado a oscuras facciones terroristas en Siria, Irak, Afganistán
y Libia. En Libia financiaron a los terroristas que asesinaron al líder Muamar
el Gadafi en octubre de 2011. ¿Por qué no van a arruinarle "la fiesta" a la
realeza pro yankee catarí?
De
esto nadie habla… Todos cruzan los dedos, rogando que ningún musulmán suicida
se haga el mártir, volándose en medio de un montón de gente. Como ocurrió el
2021 en el Aeropuerto de Kabul.
En
Europa, al mundial de Qatar le llaman: "El mundial de la vergüenza". Hay una
movida en ciudades francesas para no poner pantallas gigantes en lugares
públicos en París, Marsella, Burdeos, Estrasburgo, Lille, etc. Es una forma de
protesta por un mundial de fútbol que se llevó la vida y sueños de miles de
trabajadores inmigrantes, que no le importaron a nadie. Por 8 estadios fastuosos.
Que durante 30 días estarán repletos de hinchas. Y vacíos, por toda la
eternidad. Por un capricho de la familia Al Thani, que el 2010 compró un
mundial de fútbol.
En
un mundo en crisis. Con millones de desplazados por hambre y con hambre. En el
vértice de una guerra nuclear.
¡Viva
el fútbol!