En la ciudad de Panamá, la segunda semana de junio, se desarrolló el “Segundo Congreso Mundial Educativo: Alternativas Pedagógicas, Resistencias Gremiales y Sindicales”, participaron sindicatos y gremios de educadores de Latinoamérica, con el indeclinable compromiso de defender el derecho a la educación pública para todos los sectores sociales.
Se realizó un diagnóstico consensuado aseverando que la educación pública es un derecho humano fundamental, obligación indeclinable de los Estados, para disminuir las brechas sociales derivadas del origen social de clase; la urgencia de una transformación radical del sistema escolar que implique revisar las condiciones del trabajo docente, sueldos y salarios, la seguridad social y el derecho a un retiro digno.
Es claro que las luchas de los profesores forman parte de un marco más amplio de disputas contra los dueños del capital que someten a la clase trabajadora a condiciones cada vez de mayor miseria y precariedad; el estudiantado es otro sector que es fuertemente golpeado por el neoliberalismo educativo, está carente de derechos, sin voz ante las políticas educativas, una juventud sin pensamiento propio, sometida, pero que a pesar de ello se levanta, se expresa también por una nueva educación y una sociedad que le ofrezca mejores condiciones de vida.
Durante el congreso los gremios de educadores, con la participación activa de la UNE, denunciaron el “progresivo giro neoliberal de la UNESCO en las últimas tres décadas, construyendo una telaraña de discursos e imaginarios para colocar la educación al servicio de los intereses del mercado”
En el evento se enfatizó que “la movilización social es una forma fundamental para denunciar al neoliberalismo educativo y construir consensos;” por ello, hicieron un llamado a multiplicar desde los gremios y los centros escolares, los espacios de formación, debate plural y encuentro, que posibiliten frenar la ofensiva global que contra la educación pública han emprendido las corporaciones tecnológicas, la banca chulquera, el multilateralismo y la falsa filantropía que pretenden asaltar a las organizaciones de la sociedad civil; pero una cosa es lo que intenta imponer el capitalismo y otra cosa es la resistencia que opondrán los pueblos y el magisterio progresista, para defender la educación pública y exigir a los gobiernos de turno mayor inversión social, primordialmente en educación y salud.
Por ahora resaltaré, dos de las conclusiones: 1. Rechazar las variadas formas de ataque de los gobiernos neoliberales que pretenden convertir a la educación en una mercancía; y, 2. “combatir al capitalismo que quiere desdibujar la identidad de los educadores”.
Ante esto, los docentes decimos que nuestra identidad la construimos a partir de la movilización popular y el encuentro con otros sectores sociales. Si el capitalismo nos quiere encerrados en nuestras aulas, nosotros decidimos abrir las ventanas para respirar los aires de cambio y salimos a las calles para encontrarnos con nuestros colegas y el pueblo en todos los territorios, con los movimientos populares, las juventudes, luchando por una sociedad de unidad, justicia social y por una Patria Nueva.