sábado, 10 de junio de 2023

Escenario político alrededor de dos tendencias

 
El próximo 20 de agosto serán las elecciones para concluir los periodos de presidente y de asambleístas. Al igual que en campañas anteriores la guerra proselitista está en marcha, solo que ahora es a toda velocidad. La lluvia de candidatos empezó mucho antes de la muerte cruzada, aparecen Fernando Villavicencio, Jan Topic, Otto Sonnenholzner, Luisa González, Bolívar Armijos, Daniel Noboa, todos del mismo barrio; aparece también Yaku Pérez considerado el candidato de los sectores populares y de las bases del movimiento indígena.
El cronograma electoral pone en jaque a los partidos y movimientos políticos que deberán cumplir en una estrechísima semana la campaña. Quizá los electores podrían conocer los nombres de los candidatos, pero no los programas de gobierno que ofrezcan, lo cual sin duda será un dolor de cabeza al momento de decidir el voto. A esto se suman dos consultas populares, una sobre la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuni y la otra en Quito acerca de la minería.
La campaña política está activada por la lucha de clases. Por un lado, los sectores gubernamentales, sus aliados políticos y los grupos de poder como la banca y las corporaciones mediáticas, como siempre utilizarán todos los medios a su alcance, en especial a los comunicadores y periodistas de las cadenas nacionales de radio y televisión y que se han convertido en máquinas propagandísticas de la burguesía a la cual sirven en cuerpo y alma por jugosos salarios o pautajes millonarios.
Para la derecha lo importante es frenar el avance de los sectores progresistas, para lo cual no dudan en la persecución política y judicial o la utilización de recursos públicos con fines de publicidad política a favor de la derecha. Como siempre los candidatos presidenciables arrastrarán a sus asambleístas, quienes pasen al balotaje tendrán los bloques más representativos para dominar la Asamblea Nacional. El escenario político, aunque con varios candidatos se configura alrededor de dos tendencias que plasman alianzas: la derecha y los sectores progresistas.
La tarea de los sectores progresistas y de izquierda, es forjar una alianza posible con la certeza de “claro que se puede” construir un nuevo Ecuador. Un Ecuador que frene las intenciones que, en los cinco meses del gobierno transitorio, el presidente Guillermo Lasso pretende imponer una reforma a la seguridad social incrementando los aportes de los afiliados, subir la edad para jubilarse y disminuir las pensiones jubilares. Procura una metamorfosis laboral afectando los derechos de los trabajadores. Pretende además la privatización de los sectores petrolero y eléctrico con el satánico cuento de atraer inversión y la participación del sector privado en esas áreas.
Lo cierto es que, a la derecha hay que oponer una que garantice seguridad, enfrente el fenómeno del Niño, incremente fuentes de trabajo, atienda a la educación y la salud para que todo el pueblo viva y disfrute en una patria soberana.