El Dr. Eugenio de Santa Cruz y Espejo, quizá el prócer más valioso de la historia ecuatoriana, publica el 5 de enero de 1792, el primer periódico de nuestro país: “Primicias de la Cultura de Quito”, fecha que sirve para recordar el Día del periodismo ecuatoriano.
Durante la década de la egolatría, década en que la mayoría de los ecuatorianos perdimos el derecho a la información como condición principal para el desarrollo pleno de la democracia, en la que se prohibió a los periodistas y a los ciudadanos opinar y actuar libremente, configurándose un clima de hostigamiento que terminaría confiscando, sancionando y cerrando medios de comunicación e informativos que opinaban diferente a los mashi-revolucionarios.
Lo más crítico durante el correato fue que, a la par que criticaba la labor periodística, con el cierre de los medios, no sólo que se limitó el derecho al trabajo, sino que se clausuró el acceso a la información pública y se impuso una pseudo información mediante las sabatinas, espacios que en realidad fueron ocupados para dictar ordenes de silenciamiento, persecución y encarcelamiento a la dirigencia sindical, líderes sociales y políticos que denunciaban hechos de corrupción.
Incluso en lo que va del gobierno actual, la intolerancia del Superintendente de Información y Comunicación, Carlos Ochoa, convertido en juez y parte, sancionó con el pago de una fuerte cantidad de dólares a Teleamazonas, supuestamente por no difundir una réplica. Sin embargo, la resistencia de los directivos del medio, lograron que una jueza ordene que el principal de la Supercon, pida disculpas al canal por el abuso cometido.
En fin, por hechos como los señalados, el Ecuador fue censurado a escala internacional. Quizá faltó la solidaridad gremial de los periodistas, para poder cumplir con su deber primordial de denunciar la corrupción y la tiranía, de salvaguardar la libertad de expresión, en suma, defender los derechos humanos de los ciudadanos, aún a costa del atropello de sus propios derechos.
Tengo la certeza que así como en la época colonial, en la que Eugenio Espejo, precursor del periodismo, embestido de valor y rebeldía enfrentó a los serviles del colonialismo español y la imperante corrupción, los periodistas de hoy, continuarán levantando la antorcha de la dignidad y la justicia para defender la auténtica democracia.
Al presidente Moreno, como un homenaje al periodismo, le corresponde devolverles la confianza, para que periodistas y medios de comunicación, coadyuven a construir un país para todos.
Durante la década de la egolatría, década en que la mayoría de los ecuatorianos perdimos el derecho a la información como condición principal para el desarrollo pleno de la democracia, en la que se prohibió a los periodistas y a los ciudadanos opinar y actuar libremente, configurándose un clima de hostigamiento que terminaría confiscando, sancionando y cerrando medios de comunicación e informativos que opinaban diferente a los mashi-revolucionarios.
Lo más crítico durante el correato fue que, a la par que criticaba la labor periodística, con el cierre de los medios, no sólo que se limitó el derecho al trabajo, sino que se clausuró el acceso a la información pública y se impuso una pseudo información mediante las sabatinas, espacios que en realidad fueron ocupados para dictar ordenes de silenciamiento, persecución y encarcelamiento a la dirigencia sindical, líderes sociales y políticos que denunciaban hechos de corrupción.
Incluso en lo que va del gobierno actual, la intolerancia del Superintendente de Información y Comunicación, Carlos Ochoa, convertido en juez y parte, sancionó con el pago de una fuerte cantidad de dólares a Teleamazonas, supuestamente por no difundir una réplica. Sin embargo, la resistencia de los directivos del medio, lograron que una jueza ordene que el principal de la Supercon, pida disculpas al canal por el abuso cometido.
En fin, por hechos como los señalados, el Ecuador fue censurado a escala internacional. Quizá faltó la solidaridad gremial de los periodistas, para poder cumplir con su deber primordial de denunciar la corrupción y la tiranía, de salvaguardar la libertad de expresión, en suma, defender los derechos humanos de los ciudadanos, aún a costa del atropello de sus propios derechos.
Tengo la certeza que así como en la época colonial, en la que Eugenio Espejo, precursor del periodismo, embestido de valor y rebeldía enfrentó a los serviles del colonialismo español y la imperante corrupción, los periodistas de hoy, continuarán levantando la antorcha de la dignidad y la justicia para defender la auténtica democracia.
Al presidente Moreno, como un homenaje al periodismo, le corresponde devolverles la confianza, para que periodistas y medios de comunicación, coadyuven a construir un país para todos.