Las aulas y patios escolares deberían ser espacios seguros para todos, sin embargo no lo son. Hay niños y niñas que sufren maltrato físico, psicológico y hasta violencia sexual por parte de compañeros y adultos.
Las recientes denuncias de acoso y violencia sexual en escuelas y colegios, permitieron conocer un secreto a voces, una especie de pacto silencioso con el miedo al abuso de poder o un silencio que ha marcado la vida de la niñez y adolescencia, sin que como sociedad nos conmovamos.
Un amigo docente me refiere que “dos niños de trece años le tocaron las nalgas a una niña de doce años mientras le obligaban a mirar una revista porno…” Que este caso fue denunciado al interior del plantel y no se hizo nada”. Refería además, que cuando suceden casos de bullying y acoso sexual, son las propias niñas las que se reconfortan entre ellas o por sus compañeras, con frases como “nosotras hemos soportado peores abusos por mucho más tiempo”.
Hay que reconocer que los Departamentos de Consejería Escolar hacen su trabajo, pero también hay que expresar que los resultados no son alentadores, que las agresiones físicas y el acoso sexual no han disminuido, sigue allí. En una oportunidad, mientras trabajaba un taller de convivencia escolar, las madres de los alumnos varones justificaban que “las niñas son unas adelantadas y que son ellas las que los provocan, que no se hacen a respetar, que a esa edad es natural la curiosidad sexual”.
Me pregunto, qué es hacerse respetar. Acaso es que sean obedientes, que no griten o no jueguen como los varones, etc. de bobadas. Nadie debería esforzarse por obtener un trato decoroso, el respeto es un principio fundamental. Las niñas y en general la niñez debe ser respetada por el sólo hecho de ser seres humanos.
A todo esto hay que sumar, el entorno que rodea en el vecindario, durante el camino a la escuela, y dentro de la escuela. Un entorno donde sus propios compañeros, conserjes, profesores y otros adultos les murmuran obscenidades a voz en cuello y hasta manoseos indeseables que debilitan su autoestima.
Buena parte de responsabilidad corresponde a la escuela. Por ello, es obligatorio mejorar la convivencia escolar. ¿Cómo? Comenzando a dialogar, a discutir a informar y construir conocimiento y pensamiento crítico respecto de sí mismas, de sí mismo y de la realidad nacional.
Las recientes denuncias de acoso y violencia sexual en escuelas y colegios, permitieron conocer un secreto a voces, una especie de pacto silencioso con el miedo al abuso de poder o un silencio que ha marcado la vida de la niñez y adolescencia, sin que como sociedad nos conmovamos.
Un amigo docente me refiere que “dos niños de trece años le tocaron las nalgas a una niña de doce años mientras le obligaban a mirar una revista porno…” Que este caso fue denunciado al interior del plantel y no se hizo nada”. Refería además, que cuando suceden casos de bullying y acoso sexual, son las propias niñas las que se reconfortan entre ellas o por sus compañeras, con frases como “nosotras hemos soportado peores abusos por mucho más tiempo”.
Hay que reconocer que los Departamentos de Consejería Escolar hacen su trabajo, pero también hay que expresar que los resultados no son alentadores, que las agresiones físicas y el acoso sexual no han disminuido, sigue allí. En una oportunidad, mientras trabajaba un taller de convivencia escolar, las madres de los alumnos varones justificaban que “las niñas son unas adelantadas y que son ellas las que los provocan, que no se hacen a respetar, que a esa edad es natural la curiosidad sexual”.
Me pregunto, qué es hacerse respetar. Acaso es que sean obedientes, que no griten o no jueguen como los varones, etc. de bobadas. Nadie debería esforzarse por obtener un trato decoroso, el respeto es un principio fundamental. Las niñas y en general la niñez debe ser respetada por el sólo hecho de ser seres humanos.
A todo esto hay que sumar, el entorno que rodea en el vecindario, durante el camino a la escuela, y dentro de la escuela. Un entorno donde sus propios compañeros, conserjes, profesores y otros adultos les murmuran obscenidades a voz en cuello y hasta manoseos indeseables que debilitan su autoestima.
Buena parte de responsabilidad corresponde a la escuela. Por ello, es obligatorio mejorar la convivencia escolar. ¿Cómo? Comenzando a dialogar, a discutir a informar y construir conocimiento y pensamiento crítico respecto de sí mismas, de sí mismo y de la realidad nacional.