El extendido malestar en el oficialismo se evidenció el martes 31 de octubre, cuando la cúpula decidió alejar a Lenin Moreno de la presidencia de alianza país. Se trataba de un casorio impuesto por el ex presidente Correa, del que ya se sabía cuál iba a ser el final, el divorcio, la división de la fanaticada verde agüita.
Si bien la situación desatada al interior del movimiento oficialista debería concernir a su militancia, no es menos cierto que la fragmentación crea una indiscutible inestabilidad política. El asambleísta Augusto Espinosa decía no sentirse "representado por la coordinación" del movimiento, en referencia a Ricardo Patiño. Sin embargo ahora sostiene “que mediante reuniones públicas en el palacio presidencial, el Gobierno Nacional estuvo buscando la división del partido”, inclusive que se haya resucitado y encaminado al hombre del maletín hacia la asamblea nacional.
Recordemos que la testarudez del expresidente Rafael Correa lo llevó a disponer la persecución y enjuiciamiento a los dirigentes sociales y populares que no se uniformaban con su política o que se hayan atrevido a contradecirlo, peor aún si promovieron alguna protesta popular. Su obsesión llegó al extremo oficializar la división de las organizaciones civiles y populares, disponiendo la conformación paralela de gremios de trabajadores, indígenas, maestros y estudiantes, para que se encarguen, no defender los derechos y garantías sociales, sino de convertirse en centrales proselitistas de eso que se dieron por llamar revolución ciudadana.
La situación educativa, agravada hoy por los casos de acoso y violaciones sexuales en escuelas y colegios, evidencia la inoperancia de la gestión educativa. Gestión que durante el periodo anterior y también en el actual, se adorna con la propagandización de una infraestructura escolar que responde más a negociados y al pago de favores que a las necesidades de las comunidades, puesto que con las denominadas escuelas del milenio se cerraron cientos de escuelas rurales y que por la falta de transporte se dejó a miles de niños del campo sin acceso a la educación. Además se impusieron políticas educativas retrogradas que marginaron las reales aspiraciones de profesionalización y de ingreso a las universidades públicas a millares de jóvenes.
Finalmente, no vayamos a creer que la fragmentación de alianza país en la Asamblea Nacional, favorecerá al presidente Moreno y menos al pueblo ecuatoriano. Cuidado, puede ser la oportunidad para que la derecha política recupere sus espacios de poder.
Si bien la situación desatada al interior del movimiento oficialista debería concernir a su militancia, no es menos cierto que la fragmentación crea una indiscutible inestabilidad política. El asambleísta Augusto Espinosa decía no sentirse "representado por la coordinación" del movimiento, en referencia a Ricardo Patiño. Sin embargo ahora sostiene “que mediante reuniones públicas en el palacio presidencial, el Gobierno Nacional estuvo buscando la división del partido”, inclusive que se haya resucitado y encaminado al hombre del maletín hacia la asamblea nacional.
Recordemos que la testarudez del expresidente Rafael Correa lo llevó a disponer la persecución y enjuiciamiento a los dirigentes sociales y populares que no se uniformaban con su política o que se hayan atrevido a contradecirlo, peor aún si promovieron alguna protesta popular. Su obsesión llegó al extremo oficializar la división de las organizaciones civiles y populares, disponiendo la conformación paralela de gremios de trabajadores, indígenas, maestros y estudiantes, para que se encarguen, no defender los derechos y garantías sociales, sino de convertirse en centrales proselitistas de eso que se dieron por llamar revolución ciudadana.
La situación educativa, agravada hoy por los casos de acoso y violaciones sexuales en escuelas y colegios, evidencia la inoperancia de la gestión educativa. Gestión que durante el periodo anterior y también en el actual, se adorna con la propagandización de una infraestructura escolar que responde más a negociados y al pago de favores que a las necesidades de las comunidades, puesto que con las denominadas escuelas del milenio se cerraron cientos de escuelas rurales y que por la falta de transporte se dejó a miles de niños del campo sin acceso a la educación. Además se impusieron políticas educativas retrogradas que marginaron las reales aspiraciones de profesionalización y de ingreso a las universidades públicas a millares de jóvenes.
Finalmente, no vayamos a creer que la fragmentación de alianza país en la Asamblea Nacional, favorecerá al presidente Moreno y menos al pueblo ecuatoriano. Cuidado, puede ser la oportunidad para que la derecha política recupere sus espacios de poder.