viernes, 25 de septiembre de 2020

Una voluntad unitaria que se afirme en acciones

No hace mucho el Presidente Moreno se refería a la “Carta de Intención” con el Fondo Monetario Internacional como el más importante y que con ello se solucionaría la situación de crisis económica que vive el país. Quizá lo más importante para ellos, es la afectación de los derechos colectivos e individuales de los trabajadores y los pueblos. Pese a la movilización de octubre del 2019, el precio de los combustibles se liberó, lo que implica un alza en cualquier momento. Luego de esa firma y “amparados” en el Estado de Excepción, han sido despedidos más de 20.000 trabajadores y servidores públicos. Lo más grave, se disminuyó el presupuesto del Estado para salud y educación.

Contraviniendo a la Constitución, se hicieron reformas laborales disminuyendo la jornada laboral y consecuentemente el sueldo; con ello también se pretende la flexibilización y tercerización laboral en beneficio del gran empresariado. Cabe resaltar que por la unidad y lucha, los trabajadores van recuperando su derecho a la organización sindical y contratación colectiva. Esto y otras son las falacias del Gobierno y el FMI contra el pueblo ecuatoriano, frente a esto, el FUT no descarta una huelga nacional.

Como si fuera poco, la pandemia a más de causar daños a la salud y economía, evidenció la casi olvidada lucha de clases que enfrenta a ricos y pobres; mostró además la corrupción de políticos y empresarios que afanados por el lucro, se repartieron la administración de hospitales y realizaron sucios negocios poniendo en riesgo la vida de los ecuatorianos. Eso define a la clase dominante, empeñada en descargar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo.

En lo político, como siempre, las encuestadoras pagadas ubican primero al candidato de la derecha, sin embargo, la verdadera encuesta será el 7 de febrero, donde la voluntad política de los sectores populares y progresistas declinando a legítimas aspiraciones personales y de grupo aúnan sus energías por la unidad. Esa unidad que Pedro Saad refería, como “el renunciamiento a las propias perspectivas si ellas obstruyen el camino a la unidad”.  Esa alianza tiene que forjarse sobre la base de las coincidencias y no de las diferencias. Hoy las opciones están sobre el tapete electoral, hay varios candidatos. No está mal. Lo malo está en que algunas se presentan para restar o dividir; cuando debería imponerse la suma y la multiplicación de voluntades y esfuerzos.

Para las mayorías populares, lo fundamental, es la unidad y el programa de gobierno que represente sus intereses, el candidato pudo ser uno u otro. Aunque está claro, quien levanta la bandera por la recuperación de la patria. Es la hora de los servidores públicos, maestros, estudiantes, trabajadores, campesinos y del pueblo para defender sus derechos; para defender el IESS para los afiliados y jubilados; para defender las empresas estatales; para reclamar estabilidad laboral. De la ubicación personal en una u otra orilla política, depende el Ecuador con menos desigualdades económicas y sociales.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Un programa básico que recoja las demandas ciudadanas

     El pasado miércoles en contra de la corrupción y las reformas laborales se movilizaron docentes y estudiantes, médicos y enfermeras, comerciantes y vivanderas, trabajadores, campesinos y artistas populares. Los médicos postgradistas expresaron que llevan siete meses impagos. El Presidente Moreno, lejos de atender los reclamos, dispuso un cerco represivo que es aprovechado por el fundamentalismo correista y la derecha, para atacar al desprestigiado gobierno y de paso a las organizaciones populares. 

La sentencia contra el expresidente Correa, cabecilla del atraco al erario nacional y su pandilla criminal, quiere ser aprovechada para declarase perseguidos políticos justo al inicio del proceso electoral. Esto exige de las organizaciones sociales, de los servidores públicos, de los trabajadores, del campesinado, de los estudiantes, del pueblo de a pie, una participación responsable para forjar una unidad capaz de enfrentar a las mafias políticas y grupos económicos, para así recuperar la institucionalidad nacional, que es lo menos que reclama la ciudadanía. Esa es la tarea de quienes luchan por el interés del pueblo ecuatoriano.

A tan solo siete meses de los comicios presidenciales y de asambleístas, el escenario político resulta preocupante, no tanto por la cantidad de aspirantes a Carondelet y a la Asamblea Nacional, que resulta amplio en el tablero electoral ni por la diversidad folclórica, sino por el oportunismo y la decadencia amparada en el propio Código de la Democracia. Se suma a este cuadro desalentador, que el pueblo vea en la mayoría de candidatos, dispersión y ausencia de liderazgos calificados.

La derecha política y sus distintas vertientes, está junto al banquero Guillermo Laso, lo cual no sorprende a nadie, en esta oportunidad argumentan que la alianza es para “enfrentar al correismo”. No se le creen ni ellos mismos, puesto que siempre han hecho de la política un juego para ese habitual chantaje que les permita encaramarse al poder por la fuerza del dinero y a costa de la explotación a los trabajadores. Su programa de gobierno, es la fanfarroneada idea de alentar la inversión extranjera y proteger los intereses del capital, e incluso en eso, que es su interés principal, no se ponen de acuerdo debido a la ambición y la codicia.

Algunos dicen ser de “centro”, de ese centro que solamente busca protagonizar sin asumir compromisos de fondo. Asumen distanciarse de la derecha porque saben que apesta; y no se acercan a la izquierda porque no tienen el valor de dar el salto definitivo que el pueblo exige. Prometen “cambios” sin abandonar los principios neoliberales de la supuesta “estabilidad económica” y “solvencia financiera”.

Finalmente, las organizaciones populares y la izquierda decidió apoyar a Yaku Pérez del Movimiento Pachakutik, quienes sin compromisos con la herencia corrupta, puede asumir la causa ecuatoriana y ofrecer una alternativa viable y capaz de interesar a las grandes mayorías nacionales, en torno a un programa básico que recoja las más elementales demandas ciudadanas, como empleo, salud, educación, respeto a la vida y a las libertades de los trabajadores y de la población.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Podrá prescindirse de la educación presencial

 
"La escuela y el aula son el espacio privilegiado, donde el aprendiz adquiere ese valor dialógico base de su propio crecimiento intelectual y humano"    
Paulo Freire
 
El asunto de la educación virtual nos obliga a considerar el tema Covid-19 de manera diferente, quizá de manera amistosa entre comillas, puesto que aún nos tocará vivir un buen tramo junto al malicioso virus. La crisis sanitaria exigió de las autoridades educativas poner en vigor una serie de estrategias para una formación no presencial, que al final no han dado resultado porque de manera improvisada se recurrió a recursos inexistentes, principalmente la falta de conectividad.

Salvo buena parte de establecimientos particulares, en la mayoría de los fiscales las actividades de enseñanza y aprendizaje sucedieron con distintas complicaciones, no sólo por la falta de disponibilidad de los recursos tecnológicos, sino en razón de las deficiencias en las habilidades y competencias técnicas de la mayoría de estudiantes, también de los docentes, no todos por supuesto. La tecnocracia del Ministerio de Educación no quiere darse por enterada, que la pedagogía presencial y virtual son distintas; tampoco entienden que el tratamiento de los contenidos es diametralmente diferente.

El haber transitado junto a la niñez y adolescencia por más de treinta años en las aulas, me permite opinar que la educación presencial por largo tiempo será irremplazable en la educación general básica, -no niego la validez de la educación virtual-, puesto que el vínculo impresionable en esta etapa, es el diálogo, el contraste de ideas y opiniones, en lo cual intervienen la razón y la pasión de estudiantes y docentes, eso es la “didáctica activa” que permite el aprendizaje significativo y el desarrollo del pensamiento crítico.

Paulo Freire caracterizó que la "escuela y el aula son el espacio privilegiado, donde el aprendiz adquiere ese valor dialógico base de su propio crecimiento intelectual y humano". Sin embargo, no solo eso hace valiosa a la educación presencial, son los logros obtenidos, durante su recorrido histórico, quizá no sea suficiente para que el Ministerio de Educación que tras bastidores y escudándose en la pandemia, esté analizando la descabellada posibilidad de un regreso presencial a clases sin las garantías sanitarias para la comunidad educativa.

Sin temor a equivocaciones, no todos los estudiantes tienen las posibilidades de aprovechar los recursos tecnológicos y las redes sociales. Sin embargo, es oportuno analizar las experiencias previas y posteriores a la crisis sanitaria, y reconocer que hay ámbitos educativos en los cuales lo virtual puede aprovecharse para la educación presencial. Es prudente que sopesemos con honestidad los pros y contras de la educación presencial y virtual.

La propia Ministra de Educación ha manifestado la intención del regreso presencial a las aulas; por tanto no se trata de elegir entre lo uno y lo otro. Lo importante es reconocer que la pandemia nos ha permitido implementar ciertas estrategias educativas de carácter virtual que deberían ser consideradas a la hora de realizar los ajustes entre la educación presencial y los apoyos virtuales, sin perder de vista la educación como derecho e interés superior de la niñez.