El pasado miércoles en contra de la corrupción y las reformas laborales se movilizaron docentes y estudiantes, médicos y enfermeras, comerciantes y vivanderas, trabajadores, campesinos y artistas populares. Los médicos postgradistas expresaron que llevan siete meses impagos. El Presidente Moreno, lejos de atender los reclamos, dispuso un cerco represivo que es aprovechado por el fundamentalismo correista y la derecha, para atacar al desprestigiado gobierno y de paso a las organizaciones populares.
La sentencia contra el expresidente Correa, cabecilla del atraco al erario nacional y su pandilla criminal, quiere ser aprovechada para declarase perseguidos políticos justo al inicio del proceso electoral. Esto exige de las organizaciones sociales, de los servidores públicos, de los trabajadores, del campesinado, de los estudiantes, del pueblo de a pie, una participación responsable para forjar una unidad capaz de enfrentar a las mafias políticas y grupos económicos, para así recuperar la institucionalidad nacional, que es lo menos que reclama la ciudadanía. Esa es la tarea de quienes luchan por el interés del pueblo ecuatoriano.
A tan solo siete meses de los comicios presidenciales y de asambleístas, el escenario político resulta preocupante, no tanto por la cantidad de aspirantes a Carondelet y a la Asamblea Nacional, que resulta amplio en el tablero electoral ni por la diversidad folclórica, sino por el oportunismo y la decadencia amparada en el propio Código de la Democracia. Se suma a este cuadro desalentador, que el pueblo vea en la mayoría de candidatos, dispersión y ausencia de liderazgos calificados.
La derecha política y sus distintas vertientes, está junto al banquero Guillermo Laso, lo cual no sorprende a nadie, en esta oportunidad argumentan que la alianza es para “enfrentar al correismo”. No se le creen ni ellos mismos, puesto que siempre han hecho de la política un juego para ese habitual chantaje que les permita encaramarse al poder por la fuerza del dinero y a costa de la explotación a los trabajadores. Su programa de gobierno, es la fanfarroneada idea de alentar la inversión extranjera y proteger los intereses del capital, e incluso en eso, que es su interés principal, no se ponen de acuerdo debido a la ambición y la codicia.
Algunos dicen ser de “centro”, de ese centro que solamente busca protagonizar sin asumir compromisos de fondo. Asumen distanciarse de la derecha porque saben que apesta; y no se acercan a la izquierda porque no tienen el valor de dar el salto definitivo que el pueblo exige. Prometen “cambios” sin abandonar los principios neoliberales de la supuesta “estabilidad económica” y “solvencia financiera”.
Finalmente, las organizaciones populares y la izquierda decidió apoyar a Yaku Pérez del Movimiento Pachakutik, quienes sin compromisos con la herencia corrupta, puede asumir la causa ecuatoriana y ofrecer una alternativa viable y capaz de interesar a las grandes mayorías nacionales, en torno a un programa básico que recoja las más elementales demandas ciudadanas, como empleo, salud, educación, respeto a la vida y a las libertades de los trabajadores y de la población.