jueves, 22 de septiembre de 2016

De la calidad y calidez a la desigualdad de un derecho.



La Organización de Estados Iberoamericanos OEI, reciente- mente ha publicado el informe denominado “Miradas sobre la educación iberoamericana 2016”, en el que, en efecto hace una mirada al avance de las metas de la educación 2021.
Se puede evidenciar que desde el informe del 2014 no ha habido cambios sustanciales. Se destacan dos aspectos que merecen ser analizados. Primero, hace referencia a que en los países sudamericanos se ha “logrado un enorme progreso en las políticas públicas para mejorar la calidad y el acceso a la educación”. Segundo, y lo más preocupante, porque casi es contradictorio, “hace alusión a la existencia de notables diferencias y desigualdades entre los países y al interior de cada país en la calidad y el acceso a la educación”.
Es preocupante el hecho cierto de que la OEI ya no habla de la educación como un derecho que está garantizado en la Constitución de los estados, ahora por el contrario, pone énfasis en que hay que mejorar la calidad y el acceso a la educación.
Cuando hablamos de calidad de la educación, hay que diferenciar de manera crítica que si ésta es planteada con una concepción neoliberal, lo resultados serán defendibles por un sector minoritario de la población y rechazado por las mayorías. Puesto que los sectores populares defienden una propuesta emancipadora que conjugue la educación con el trabajo y el aprovechamiento soberano de los recursos naturales. En cambio, la “propuesta neoliberal vigente en todos los países sudamericanos”, propone reformas que terminan fortaleciendo la privatización de la educación.
Diga lo que se diga, en el sistema educativo neoliberal, la oligarquía que incluso no tiene necesidad de estar encaramada en el poder, impone su política de libre mercado a los gobiernos de turno, y siendo los financistas de las campañas electorales, propician a través del BM, FMI o la OCDE una educación pública denostada y sin recursos, con el único fin de garantizar la competitividad económica, es decir, en un negocio que genere el máximo de rentabilidad dentro del modelo globalizador capitalista muchas veces enmascarado de progresista.
Mientras impere el sistema capitalista, las esperanzas de una educación liberadora no pasarán, porque para la burguesía no hay necesidad de garantizar el derecho a una educación digna para las clases populares, sino solamente garantizarle una educación que forme la mano obra barata. En palabras de Paulo Freire, “una educación de calidad para ahondar las desigualdades sociales”

viernes, 16 de septiembre de 2016

LA POBREZA, una lacra vivencial del día a día

Al acercarnos a un nuevo proceso electoral los ecuatorianos de allá y los de pie tienen una doble y distinta lectura de la pobreza. Para quienes creen en la década ganada, la pobreza casi no existe, es apenas observada en las estadísticas; mientras que para los que la padecen es una lacra vivencial del día a día, que pospone sus sueños y el de sus hijos sin que nadie atine a atacar la naturaleza estructural del problema.
Al menos a mí, no me ha sorprendido escuchar al director de una de las tiendas políticas cuyo candidato ya se cree ganador, manifestar que harán “una gestión sin políticos”. Acaso cree que los ecuatorianos somos torpes, si la gestión del país por su propia naturaleza es política. Más grave aún, expresa que “desempeñaran la tarea de gobernar con profundo amor a la patria”, que está convencido que “la pobreza, es la causa de los problemas de gobernabilidad en el país”. Es decir, para él, o para ellos, los pobres no aman a la patria, es más, se les acusa por ser pobres… ridiculezas de los apolíticos, del oportunismo politiquero. 
Cuando parecía que el discurso político de los neo revolucionarios iba a politizar a los ciudadanos, resultó precisamente lo contrario, se combatió a las organizaciones políticas de raigambre popular, confundiéndolas indiscriminadamente con la partidocracia oligárquica y a la par desprestigiando al sindicalismo que no se somete al pensamiento oficial. Su estrategia, la del gobierno verde agüita, ha sido la construcción de un país apolítico con una burocracia fanática e incapaz de interpretar y atender las necesidades e intereses nacionales.
La pasión política se quedó anclada al siglo pasado. Hoy incluso vía decretos al estilo imperial se impide la participación política de los ciudadanos. Con el Decreto 016 y sus reformas, más allá de disponer la criminalización y persecución al sindicalismo libre, se institucionaliza la despolitización de la clase trabajadora. Ante esta barbarie, corresponde a los movimientos y organizaciones sociales emprender una tarea inmediata de repolitización de la sociedad.
Es urgente también, en esta dura coyuntura política por la que atraviesa el Ecuador, que los colectivos políticos y sociales junto a su dirigencia se desentrampen de sus propios errores y conjuguen ideas que puedan plasmar un nuevo liderazgo que reconstruya la patria y no solo para captar el poder, “porque esta vez no se trata de cambiar un presidente, será el pueblo quien construya un país bien diferente”.

viernes, 9 de septiembre de 2016

“SE ABRIRÁN LAS GRANDES ALAMEDAS POR DONDE PASE EL HOMBRE LIBRE…” Salvador Allende

Se cumplen 43 años del asesinato de Salvador Allende, el primer Presidente socialista chileno, el hombre nacido de las entrañas populares, el auténticamente revolucionario al que los ciudadanos más pobres de Chile confiaron sus sueños de una vida digna, aquella que les había sido postergada por cientos de años.
El latido revolucionario de Salvador Allende sigue resonando no solamente en Chile sino también en nuestro alrededor, su honor, su lealtad y su fidelidad al pueblo lo hacen inmortal ante los sectores marginados, explotados, ante los hombres y mujeres sin futuro, mientras que a la derecha de ayer y de hoy les sigue generando ese rencor y odio enfermizo porque para ellos toda obligación social tiene un precio.
La criminal injerencia de la CÍA norteamericana que culminó con el asesinato del hombre noble que trascendió a la historia por su compromiso con los más desposeídos. Allende sigue siendo una vergüenza para la cobardía de militares traidores y rastreros que con el apoyo de políticos que hoy lucen vestimentas democráticas se sometieron a la tiranía imperial, al dinero de la oligarquía y al resentimiento social con las clases populares.
La memoria histórica y social de los pueblos tiene que recordarnos que el verdadero pueblo jamás abandonó a Salvador Allende como jamás abandona a los héroes que luchan por ellos. En cambio sí lo hacen los que ven afectados sus intereses de grupo. El ejemplo de Salvador Allende se transformó en la piedra en el zapato para quienes lo traicionaron e intentaron olvidarlo, para quienes es recuerdo incómodo, una luz que les molesta. Hay que decir también que para algunos es solo una estatua. Pero no para el pueblo. Para los sectores populares y progresistas es un hombre que estimula a la construcción de la patria nueva.
Los pueblos obviamente tienen modos distintos de escribir su historia, esa historia que la forjan los hombres y mujeres que luchan por la vida, por la dignidad y por la libertad, no puede quedar indiferente a nadie, porque un pueblo sin historia es un pueblo sin memoria e igualmente un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia.
Para no olvidarnos del pasado, hay seguir mirando hacia el futuro con un compromiso con el pueblo y con la patria como un homenaje a quienes nos han legado su lucha y pagaron con su vida la lealtad al pueblo.