sábado, 7 de mayo de 2016

Una Universidad autónoma y solidaria

Desde la epopeya federalista de 1859 encabezada por don Manuel Carrión Pinzano que dispone que en el “Colegio San Bernardo se impartan estudios de jurisprudencia, filosofía y letras, teología y medicina”, data la historia de nuestra Universidad Nacional de Loja, que con altibajos, especialmente de carácter político, ha ido adaptando su orientación y organización para el servicio del pueblo y el desarrollo de la región sur y del país.
Sin duda, podría decirse que la historia de nuestra Alma Mater es también la historia de las luchas sociales lojanas. Puesto que hasta hace poco, si hasta hace poco, podíamos ver reflejada en la conciencia de sus docentes, trabajadores y estudiantes, la defensa concreta de los legítimos intereses de los pueblos del sur, poniendo en sus actos un ejemplo para lograr un mundo más humano. 
En la otrora FEUE los estudiantes forjaron su conciencia solidaria y de compromiso con los sectores populares convirtiéndose en los protagonistas de la historia, aquel organismo estudiantil era quien junto a los estudiantes y al pueblo, rechazaban las estructuras económicas y políticas de los gobiernos de turno que permitían la alienanación y sometimiento del país a intereses oscuros. Desde la FEUE nacía el rechazo a las metodologías del poder encaminadas a convertir al hombre en el lobo del hombre. Hoy con nostalgia y a pesar que los sueños populares por una patria emancipada siguen firmes, vemos una universidad intervenida políticamente y a la vez callada ante una lucha que sigue siendo justa y necesaria.
Los lojanos reclamamos entonces el rescate de la Universidad para los estudiantes y el pueblo. No partimos de cero, sabemos que en la herencia del movimiento universitario lojano muchos fueron los aportes para hacer de la educación un camino hacia la libertad y por el verdadero de cambio, los lojanos reconocemos y honramos esa historia. 
Por eso, saludamos la creación de una veeduría que no solamente se encargue de transparentar el apurado concurso para docentes sino toda la administración, incluida la comisión interventora, en esa tarea será prioritario rescatar la conciencia crítica y unidad de todos los estamentos universitarios y de los lojanos para edificar ahora lo que necesitamos y no lamentarnos mañana por no haber tenido el coraje de exigir el respeto a la autonomía universitaria. 
La tarea nos espera para que la acción se concrete en propuestas alrededor de la academia y la solidaridad con el pueblo.

viernes, 29 de abril de 2016

LA VERDADERA TRAGEDIA QUE SUFREN LOS PUEBLOS ES LA DEPENDENCIA Y EL OLVIDO

Como siempre las consecuencias de las catástrofes castigan más a los sectores modestos de la población; sea por la estrechez, tipo y ubicación de sus viviendas en sitios muy expuestos a las calamidades naturales, o por la falta de recursos, más aún cuando las tragedias llegan en medio de crisis económicas y falta de fuentes de trabajo.
El terremoto en la costa ecuatoriana o el desborde del río Damas que arrasó la parroquia Alluriquín, no es solamente un problema telúrico o climatológico como se plantea; la verdadera tragedia que sufren los pueblos, es la dependencia y el olvido de cada uno de los gobiernos de turno. 
El gobierno junto a los grupos empresariales y la derecha política dicen que la solidaridad debe ser “sin banderías políticas”; mientras por otro lado atacan a los sectores populares que han comenzado a organizarse para decir basta a cada una de las medidas neoliberales que imponen los organismos de “desarrollo” internacional con el pretexto de obtener recursos. 
En estos días se evidencia que el hambre y la necesidad de la gente tienen carácter de clase. La repetida y reciente actitud de prepotencia del Mandatario que manda a callar y amenaza con meterlos a la cárcel por pedir agua. También tiene carácter de clase la desesperación popular, pues la desorganización en la entrega de la ayuda contrasta con la gran cantidad de efectivos policiales y militares para “cuidar la propiedad privada”. 
El oficialismo se enoja porque se exige la conformación de veedurías ciudadanas para controlar que los recursos destinados a la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto, efectivamente sean destinados para lo que se dice y no para tapar otros huecos fiscales generados por la crisis y no por la catástrofe. 
Finalmente hay que recordar que la prensa de Haití, luego del siniestro telúrico informaba que “la ayuda internacional no es sino una empresa lucrativa disfrazada de obra de caridad”. Lo cual es cierto. Durante la Conferencia Mundial de los Pueblos celebrada en Brasil: se afirmaba que “aproximadamente el 70% de los fondos de la ayuda internacional destinada a los países en desarrollo acaba en las arcas de las empresas y ONG de los países donantes”. Es decir, lejos de ayudar, esta dinámica crea una relación de dependencia que obstaculiza el desarrollo e impide la organización popular para la defensa de la democracia y las libertades sociales. 

viernes, 22 de abril de 2016

Una tragedia más que afecta a todos

Sorprendidos por el terremoto del sábado anterior, volvimos a recordar nuestra historia y nuestras tragedias. Si en una cosa tienen razón los sectores populares que apoyaron al gobierno es cuando dicen que de la burguesía política no hay que confiarse, porque en las campañas electorales dicen una cosa y después en la realidad hacen otras, como por ejemplo aprovecharse de la tragedia actual, para cargar de nuevos impuestos que en la práctica afectan más a los mismos perjudicados.
Esta pericia desde luego no es reciente, es una herencia de vieja data. Los gobiernos siempre han tenido reticencias a tratar con las fuerzas políticas prefiriendo someterse a los organismos internacionales que son quienes imponen las políticas pragmáticas de buena relación con los poderes económicos, incluso haciéndoles renunciar a sus principios ideológicos y enfrentándolos con las organizaciones de base que en algún momento les apoyaron.
A las permanentes tragedias del pueblo, el 16 de abril último llegó una nueva a los ecuatorianos; un terremoto de más de 8 grados en la escala de Richter con epicentro en la costa esmeraldeña. Los sismógrafos han registrado decenas de réplicas. El terremoto ha afectado a seis provincias dejando casi en escombros a la población turística de Pedernales. Cifras oficiales indican que las víctimas mortales superan las 600, alrededor de 10.000 heridos, unas 400.000 personas sin hogar y más de 3.000 edificaciones destruidas. A estas calamidades se suma la evidente tragedia económica que ya vivía el país, esto sin contar que la capacidad del gobierno para atender los servicios básicos antes del terremoto era bastante limitada; ahora, a los sectores y municipios dónde la tragedia sísmica no afectó directamente, la atención y dotación de recursos económicos es casi inexistente.
La asistencia internacional especialmente de los países vecinos incluidos Cuba, es evidente. La población está ubicada en campos de refugiados, el gobierno trata de reorganizarse, claro que la dañada infraestructura tardará largo tiempo en recuperarse. Sin embargo, inmediatamente después del terremoto y en medio de la desolación, las banderas ecuatorianas empezaron a ondear a media asta por todo el país en señal de solidaridad y esperanza. 
Tarea de los ecuatorianos y del gobierno, es que sin banderías políticas, ayudemos a los afectados a ponerse de pie. No con sentimentalismos, sino con la contribución efectiva, misma que debe convertirse en una especie de homenaje a las víctimas del terremoto.