La presente situación política social que vive el pueblo ecuatoriano y en especial las organizaciones populares y sindicales, impone el fortalecimiento urgente de la unidad al interno de las mismas y con los sectores populares. No se puede pasar por alto, que los actuales socialdemócratas con las mismas prácticas neoliberales del pasado, no cesarán su intento de destruir los gremios, las organizaciones sociales y la unidad popular. En este contexto, esbozaré ligeramente dos aspectos de coyuntura en el accionar político-educativo de los maestros y maestras.
Primero. La Unión Nacional de Educadores, ha sido la “piedra en el zapato” de los gobiernos de turno. El actual, no ha ocultado su intención de destruirla. Para ello, auspicia sindicatos paralelos, prohíbe aportes, fomenta la desacreditación y persecución a la dirigencia, culpa al gremio del fracaso de la política educativa, pretende desmoralizar y asustar a la militancia, hace llamados a la “despolitización del magisterio” y a la par obliga a los maestros contratados a asistir a sus concentraciones politiqueras, en fin…, se vale, de dirigentes enclenques y de maestros serviles y oportunistas con la idea de quebrar la heroica resistencia de los maestros, maestras, padres de familia y estudiantes junto a la gloriosa UNE.
Por demás está recordar, que la UNE, durante sus siete décadas de lucha, ha demostrado ser defensora de la educación pública, de los derechos y dignidad de los docentes, el propio magisterio y el pueblo le han reconocido una dirección consecuente y revolucionaria, así que cualquier nuevo intento por destruirla, será superado.
Segundo. Nadie puede negar, que los maestros y maestras, siempre serán los sujetos centrales de la acción político-pedagógica en la escuela. Es una tontería e ingenuo, querer disimular el problema aduciendo neutralidad o apoliticidad. El maestro o maestra, quiéralo o no, consciente o inconscientemente, ejerce una importante acción política. Quienes dicen que no hacen política, en realidad, practican de hecho la política de la sumisión al más fuerte. Su neutralidad, más bien su debilidad, es lo que los convierte en “peones” fáciles de los detentadores del poder político de turno.
Hace rato, Paulo Freire reitera que “el alumno ve modelada su conciencia más por lo que el profesor arbitrariamente rehúsa abordar que por lo que trata de modo directo”. Freire recalca, que la “sola actitud personal del docente conlleva positiva o negativamente una postura política”.
Los maestros y maestras saben bien, que, ante la crisis, no hay otra salida que una reflexión penetrante, radical y totalmente irrespetuosa de cuantos tabúes le aprisiona al sistema. Michel Lobrot plantea “que la sociedad del mañana lo será por la escuela o no lo será, …en la medida en que sepamos qué tipo de sociedad es la que estamos dispuestos a impulsar y en la medida en que políticamente aceptemos la responsabilidad que nos corresponde a cada uno”. Tarea que, para los maestros y maestras, es ante todo la de clarificar y acelerar el proceso político en materia educativa, lo cual implica no permitir ser utilizado como un instrumento ideológico y dejarse instrumentalizar por el sistema.
Los maestros y maestras tienen que aceptar que de su labor depende la emancipación de la sociedad, lo cual implica dejar de enseñar por enseñar, es decir, aceptar plena y conscientemente las responsabilidades que conlleva la tarea pedagógica-educativa en tanto acción política. De ningún modo ha de entenderse como una acción partidarista. La acción política, como lo señala José Martí, es “tomar posición frente a la realidad social, es no quedarse indiferente ante la justicia atropellada, la libertad conculcada, los derechos humanos violados”, es tener una causa por la cual vivir y luchar.
Los maestros y maestras que se han concienciado de la realidad social, tienen que valerse de las posibilidades que le brinda la acción pedagógica para inculcar en sus estudiantes el espíritu de lucha contra todas las formas de injusticia, de corrupción, de atropello, reconociendo en estos males, como los más grandes obstáculos para la construcción de la sociedad a la que aspiramos.
Finalmente, cabe recalcar, que la toma de conciencia de parte de los maestros y maestras, es el requisito imprescindible, para hacer de la escuela el espacio de formación de hombres y mujeres que aprenden a organizarse organizándose, que aprenden a ser libres liberándose, que aprender la unidad forjando la unidad.