domingo, 12 de enero de 2014

“La educación ha de contribuir al bienestar de los hombres…”



Que lejos nos quedan los ideales de Espejo, Bolívar, Montalvo, Alfaro, Bernardo Valdivieso, Miguel Riofrío. Una de las frases más destacadas de Benjamín Carrión “Si no podemos, ni debemos ser una potencia política, económica,… seamos una gran potencia de la cultura, porque para eso nos autoriza nuestra historia”, se refiere a potenciar una educación que llegue a todos los ciudadanos “del último rincón del mundo”.


Los personajes citados no tuvieron propósitos teóricos de la tarea educativa, sin duda su verdadero objetivo, fue el de participar activamente en la solución de la problemática de su época con sus respectivas influencias y sus propias convicciones, poniendo énfasis en formar el hombre nuevo con una educación de pensamientos humanizadores y creadores, para que sean capaces de transformar la sociedad. Es dentro de esta concepción, que ellos ofrecieron sus ideas acerca de una educación vinculada a los proyectos políticos. Simón Bolívar, sentencia “La  educación ha de contribuir al bienestar de los hombres, pero en primer lugar hay que liberar a los pueblos y elevar la cultura, acabar con la ignorancia y formar una nueva conciencia”.

A lo largo de la historia política, no solamente la del Ecuador sino de buena parte del planeta, la derecha o para decirlo con propiedad, quienes defienden el decadente sistema capitalista han gobernado para empobrecer a los sectores populares e imponer un sistema educativo de control del poder sobre los ciudadanos. Ahora ya no necesitan estar en el poder, ahora lo hacen a sus anchas desde las multinacionales y ONGs, desde donde, de manera particular en el campo educativo nos imponen “proyectos de…” para mejorar la educación por “competencias y capacidades para crear y trabajar” o las “destrezas con criterios de desempeño” para aumentar la "eficiencia y productividad" de los trabajadores, es decir, desde sus empresas quieren seguir decidiendo nuestros destinos.

Ignorar esta realidad, sólo nos llevará al debilitamiento de la propuesta educativa, es lamentable que tras siete años de revolución educativa, no se haya trascendido ni evaluado “el plan decenal” aprobado en el 2006. Una vez más se demuestra que no es desde los ministerios donde se hace la revolución, sino que son los actores de la educación, es decir, tecnócratas, docentes, padres de familia, estudiantes y organizaciones sociales vinculadas a la educación. Tengamos claro, que el gobierno de la revolución ciudadana, tanto en la Constitución de la República  con en la LOEI procura generar las condiciones para que la educación pueda dar el gran cambio, sin embargo, está aún distante, el día en que los sectores sociales asuman en la práctica el  verdadero protagonismo y las riendas del cambio de la educación para la emancipación.

Durante los más de 25 años que llevo de profesor, no he sentido como en los últimos tiempos, la preocupación de miles de docentes jóvenes y no muy jóvenes respecto de la supresión de partidas, desplazamiento, aumento de alumnos por clase, entrega de bonos por su jubilación, desvalorización del trabajo de profesores contratados, descuido de la capacitación y recategorización efectivas, supresión de profesores de “asignaturas especiales...” Los tecnócratas desconocen o no les importa, que la docencia es un trabajo que exige dedicación exclusiva, que los docentes necesitan estar física y mentalmente bien preparados para orientar a la niñez y juventud, para cumplir con el mandato constitucional de que la educación se “constituya (en) instrumento de transformación de la sociedad; (y) contribuya a la construcción del país, formando a las personas para la emancipación, autonomía y el pleno ejercicio de sus libertades”.

Cuando los docentes hablamos de educación, sabemos de lo que hablamos, puesto que tenemos contacto directo con los estudiantes y con sus padres, conocemos sus preocupaciones, escuchamos sus sugerencias y fomentamos el debate en la comunidad educativa, muchas veces fuera de las cuarenta horas de trabajo, porque entendemos que es la única forma de atacar los  problemas sociales. Sin embargo, vía decreto, se nos prohíbe hacer evidente las falencias que se viven en la escuela o reclamar nuestros derechos. Disponen, eso sí, que aceptemos a raja tabla las indicaciones que desde despachos alejados de la realidad se ordenan respecto del currículo y otras programaciones.

Los y las docentes conocemos el marco legal educativo, pero nos gustaría que, además de exigencias, se nos prestara un poco de atención y no se utilice las leyes como una arma de control de las conciencias, que por el contrario que confiemos en nuestras propias convicciones para hacer realidad “una educación que responda al interés público y no al servicio de intereses corporativos”.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Recordando a Mandela



Alejandro Perdomo  
(Desde La Habana, Cuba. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Recordaremos a Mandela, Madiba
Recordaremos desde el elogio del recuerdo y honraremos su voluntad de acero,
Recordaremos al hombre que en cárcel forjó, el acero de la libertad,
Recordaremos al hombre, que con solemnidad martiana, consagró toda una vida a la libertad,
Recordaremos como Madiba, a Tata, Mandela, como hidalgo de las causas justas.
Recordaremos al presidente del honor,
Recordaremos al prisionero del orgullo, número 466
Recordaremos el año 1964 y los 27 restantes,
Recordaremos la cárcel de Robben Island de aquellos 18 largos años,
Recordaremos su valentía en las canteras de cal,
Recordaremos su intransigencia, al no aceptar la libertad personal por mantener la lucha de un pueblo unido,
Recordaremos su libertad y sus posteriores entregas,
Recordaremos sin duda, al luchador contra el apartheid,
Recordaremos por tanto, al libertador del África insensata del apartheid,
Recordaremos con veneración su indignación por la discriminación,
Recordaremos sus desvelos por la lucha contra la segregación,
Recordaremos su sonrisa eterna, su puño galante y su mirada profunda,
Recordaremos su simbolismo identitario,
Recordaremos desde sus señas, a las raíces que identifican la libertad,
Recordaremos al abogado de las causas nobles,
Recordaremos al político universal,
Recordaremos al líder legítimo, a Mandela Presidente, en Madiba y en Tata,
Recordaremos sus veintisiete años de encierro,
Recordaremos su vida y su obra,
Recordaremos sus baches y sus logros, y aprenderemos de todo,
Recordaremos para su inmortalidad, su canto eterno y clásico por la libertad.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La agresión escolar o bullying: ¿qué hacer…?



(parte 3)
Es un hecho innegable que las diferentes formas de agresión escolar o bullying se presentan como un modelo de relación de la sociedad, que trasciende a la escuela pasando también por la familia, al parecer porque escuela y familia perdieron la autoridad del ejemplo y de la palabra, para que la práctica de los valores sea la estrategia primordial en la solución de conflictos y en la construcción de una sociedad solidaria y fraterna.
Padres de familia y docentes que no han sido formados ni preparados se preguntan ¿qué hacer? para prevenir o evitar que la agresión escolar que cada vez se inicia a edades más tempranas y con mucha más fuerza, no siga creciendo. Docentes, padres y madres de familia se quejan mutuamente de que la niñez y adolescencia son exageradamente consentidas acá y allá.
Lo cierto es, que los y las estudiantes que sufren el denominado bullying, no solamente que no pueden aprender en un ambiente favorable, sino que tampoco pueden llevar una vida normal, tornándose en un problema al que todos debemos afrontar responsablemente.
Una primera sugerencia a los docentes, nace de estudios psicopedagógicos que afirman que las estrategias de enseñanza, la experiencia, la dinámica y exigencia para la presentación de tareas, la manera de promover la convivencia en el aula; es decir, “el estilo educativo del docente influye decisivamente en lo relativo a guardar una disciplina mínima en el aula”, esto nos obliga a una actualización y cambio de actitud permanentes.
Consecuente con la anterior, brota una segunda sugerencia a las autoridades institucionales y distritales de educación. Aunque “el hábito no hace al monje”, no es recomendable encargar un grado o curso de los que llamamos “difíciles” a un profesor “novato”, pues la experiencia y la experticia son avales que proporcionan modos y formas para lograr actuaciones más adecuadas en situaciones conflictivas.La experiencia es un valor que hay que rescatar” nos comenta el pedagogo argentino Fernando Osorio.
Una tercera y quizá las más importante sugerencia emana de los principios de educación en valores y al enfoque de derechos establecidos en la Ley Orgánica de Educación Intercultural. Los docentes tenemos que esforzamos en enseñar a vivir los derechos y deberes estudiantiles, a asumir sus compromisos personales y sociales, a mejorar sus relaciones interpersonales y a responsabilizarse por las consecuencias de sus actos. Así estaremos haciendo prevención de diferentes problemas concernientes a la presencia de la agresión escolar o bullying; y a la vez estaremos contribuyendo al desarrollo de la autoestima, la práctica de valores, las habilidades sociales. Consecuentemente, las medidas punitivas y sancionadoras contempladas en normas legales, pasarán a ser un requerimiento extremo.
Una cuarta sugerencia la hace Ramón Fabelo de nacionalidad cubana. “Los docentes tienen que romper con la conspiración del silencio que suele establecerse en torno a la agresión escolar, en la que tanto las víctimas como los estudiantes que la observan parecen aliarse con los agresores al no denunciar las situaciones de bullying”. Obviamente los docentes y los departamentos de consejería escolar tienen que motivar y ayudar a los estudiantes a desenmascarar a los agresores, a no tolerar más las situaciones injustas, a que denuncien cualquier agresión que sufran u observen. Los estudiantes perderán el miedo si tienen la seguridad de este apoyo. Los estudiantes, recobrarán su confianza, si saben que al denunciar a los agresores, están defendiendo la igualdad de oportunidades y creando un ambiente favorable para su formación integral. Pues, si todos denuncian, nadie podrá reaccionar contra ellos.
Claro está, que “Ningún niño nace tímido, agresivo o socialmente hábil para aprovecharse de ello”. Es la influencia familiar, el entorno del vecindario, el ambiente escolar, las normas y los valores que se le inculcan, los que van cotidianamente configurando su comportamiento escolar y social y su futura personalidad.
Finalmente, si todos buscamos estrategias de prevención en común, estaremos potenciando aquellos valores que tienen que ver con la formación de ciudadanos y ciudadanas críticas que participen activamente en la construcción de una sociedad más solidaria, equitativa y favorable para el buen vivir.

jueves, 7 de noviembre de 2013

La agresión escolar o bullying, ¡responsabilidad de los docentes!



(Parte 2)
A las diferentes formas de agresión que se cometen en escuelas y colegios, debemos agregar y tener muy en cuenta las que se cometen a través de los teléfonos celulares y las redes sociales, tales como mensajes desagradables, insultos, amenazas, fotografías y grabaciones que luego se envían por celulares o se cuelgan en las redes sociales. Más grave y preocupante aún, es reconocer que aquellas y estas agresiones que inicialmente estaban dirigidas hacia o entre compañeros, ahora y en la mayoría de los casos, llegan de forma anónima, hasta la familia, los profesores y autoridades escolares.
Acerca de las razones señaladas por los estudiantes respecto de la agresión escolar, los sociólogos sostienen que buena parte de éstas, están influenciadas por el hacinamiento y masificación de las aulas, la desorganización escolar, el quebranto de las relaciones familiares, la inequidad social, el desempleo y la pobreza, la globalización de las comunicaciones y la superestructura política, todo esto, propicia una crisis de valores que favorece el desarrollo de comportamientos agresivos y violentos a todo nivel. 
Para contribuir a la disminución del impropio comportamiento de los estudiantes y hacer frente a este problema que nos preocupa a todos, los docentes debemos comprender que la escuela, es ante todo un lugar de socialización y formación de la conciencia, para ello hay que asumir un nuevo rol, un rol con competencias que trasciendan “el desarrollo de las destrezas con criterios de desempeño”, para orientar a los estudiantes a aprender la necesidad e importancia de coeducarse en y con tolerancia, a aprender a escuchar y dialogar para resolver las diferencias, a pensar y actuar cumpliendo sus deberes y respetando los derechos de los demás, a desarrollar y expresar su propia opinión; e incluso a participar del diagnóstico y de la organización institucional.
Alejo Castrilli en el ensayo “la silenciosa agresión en la escuela”, manifiesta que los “profesores tenemos buena parte de responsabilidad por la cuota de agresión que los estudiantes están manifestando hoy, en las aulas y fuera de ellas, por tanto debemos asumirla y comprometernos en cambiar aquellas estructuras, organizaciones o prácticas educativas, que puedan estimular la agresión en el juventud”.
Puede parecer sorprendente, pero es una realidad innegable, los esfuerzos que realiza la escuela en la tarea de educación y formación de la niñez y adolescencia, son la calle, la televisión por cable y las redes sociales quienes se encargan de manera silenciosa de deseducarlos y desinformarlos, más bien, de formarlos en otra realidad. El interés por esta nueva realidad, hace que los estudiantes incumplan con sus obligaciones escolares, que los padres de familia vivan momentos de angustia y que aumente la preocupación del profesorado al constatar que la actitud de los estudiantes está lejos de mejorar.
Para contrarrestar esta anomalía, más allá de las disposiciones del Ministerio de Educación, los centros escolares, deben elaborar o reelaborar de forma participativa el Código de Convivencia, es decir con el aporte efectivo de padres y madres de familia, de estudiantes, de docentes y de los directivos, a fin de que juntos se propongan lograr un clima armónico de relaciones entre los miembros de la comunidad educativa.
Este Código de Convivencia, es un conjunto mínimo de acuerdos asumidos por todos los actores de la comunidad educativa, debe tener como base para su redacción los derechos y responsabilidades reconocidos en la Ley Orgánica de Educación Intercultural, en el Código de la Niñez; y especialmente en los preceptos constitucionales que dispone tratar a "todas las personas como iguales… el goce de los mismos derechos, deberes y oportunidades" a fin de que se garantice “a todos los niños(as) y adolescentes el desarrollo integral y el disfrute pleno de sus derechos, en un marco de libertad, dignidad y equidad”.
Si bien el Ministerio de Educación tiene una programación general y centralizada para el tratamiento de este problema escolar y social, la Coordinación Zonal y los Distritos de Educación deben asumir de manera urgente un programa que supere los “foros y mesas redondas”, hacia otro que descentralice la capacitación a docentes y padres de familia en esta temática, a fin de que se aborde de manera seria y a profundidad el fenómeno de la agresión escolar.

miércoles, 30 de octubre de 2013

La agresión escolar o bullying, una realidad de todos los días



(Parte 1)
La idea general de este artículo y las sugerencias que al final se hacen son, en gran medida, fruto de la contribución de estudiantes y profesores de la sección superior de la Escuela de Educación Básica Miguel Riofrío No 1 de la ciudad de Loja, que intranquilos por el deteriorado comportamiento estudiantil y consecuentemente con el bajo desempeño escolar, se animaron a buscar alternativas de solución a la problemática inicial y confusa del denominado bullying.

La Constitución de la República, Ley Orgánica de Educación Intercultural, Código de la Niñez y Adolescencia y más normas, garantizan una educación para la transformación de la sociedad basada “en la transmisión y práctica de valores,…. y la eliminación de toda forma de discriminación… en todos los espacios de la vida personal, escolar, familiar y social”.

El Ministerio de Educación ha propuesto una educación asociada a formar los rasgos de la personalidad y no solamente el desarrollo de destrezas con criterios de desempeño para el conocimiento de las leyes de la naturaleza y la sociedad, sino para potenciar el respeto, la tolerancia y la solidaridad. Sin embargo, estas aspiraciones lejos están de hacerse realidad en la mayoría de escuelas y colegios, donde en los últimos días, a casi nadie le sorprende las agresiones y la violencia que los y las estudiantes viven en ellas.

Al denominado bullying, agresión o violencia escolar se le ha definido de muchas maneras. En otras palabras,

Las agresiones (bullying) son acciones negativas a las que uno o más estudiantes sin previa provocación someten a otro/a repetidamente causándole daño físico o psicológico. Podemos decir también que la agresión en la escuela es obligar a uno o varios estudiantes, “utilizando la fuerza o la amenaza, a realizar un acto o a tomar una decisión en contra de su voluntad”. Las agresiones las ha habido siempre, entre comillas han estado ocultas para los profesores pero muy conocidas entre el estudiantado. Antes las víctimas no denunciaban a nadie, ya sea por miedo a los agresores o porque algunos docentes prestaron poca importancia a algún reclamo anterior; aunque en cierta medida los y las presuntas víctimas, las comentan con sus “mejores compañeros” y en menor medida a sus padres.

El tema de la agresión escolar, según expertos en el tema y confirmada por la realidad cotidiana escolar, parte de las supuestas bromas que las hacen estudiantes con problemas de hogar y de desempeño escolar, las que poco a poco se convierten en una realidad cotidiana aprendida a través de la observación del comportamiento de los y las demás. Según Bandura, “estas agresiones directa o indirectamente terminan afectando física y psicológicamente a los estudiantes más tranquilos”.

Padres de familia y especialmente los y las docentes debemos conocer que el denominado bullying escolar comienza habitualmente con: hablar mal de algún compañero, con hacer correr falsos rumores, insultarles, ponerles apodos; ignorarlos, no dejarles participar en actividades grupales; hacer referencia a las partes íntimas o a su orientación sexual, esconderles, romperles o robarles objetos personales; pasando por etcétera etcéteras llegan al maltrato físico y hasta las amenazas con armas.

En la escuela Miguel Riofrío este problema no llega a tener las proporciones alarmantes de otros planteles del país, pocas veces se llega a situaciones graves, pero en general en nuestros centros escolares la convivencia dista mucho de conseguir el nivel mínimo exigible, para que se cumpla el principio de que “el interés superior de los niños, niñas y adolescentes, está orientado a garantizar el ejercicio efectivo del conjunto de sus derechos”.

Del diálogo amistoso, los “agresores” dicen que las razones que los lleva a agredir a los demás, son entre otras: “sólo por pasarla bien”, “por bromear un rato”, “fue en defensa propia”, “a mí también me molestan”, “porque lo ven en las películas”, “porque otros los animan a atacar”, “para ganar liderazgo”,

Lo cierto es, que están agresiones que no solamente se materializan en la escuela, sino también en la calle y hasta en el propio hogar, afectan en alto grado al desempeño escolar y a su integridad física y psicológica. En las aulas los y las estudiantes agredidas muestran inseguridad y temor, incumplen tareas, faltan más seguido y en no pocos casos los lleva incluso al abandono escolar.