miércoles, 30 de octubre de 2013

La agresión escolar o bullying, una realidad de todos los días



(Parte 1)
La idea general de este artículo y las sugerencias que al final se hacen son, en gran medida, fruto de la contribución de estudiantes y profesores de la sección superior de la Escuela de Educación Básica Miguel Riofrío No 1 de la ciudad de Loja, que intranquilos por el deteriorado comportamiento estudiantil y consecuentemente con el bajo desempeño escolar, se animaron a buscar alternativas de solución a la problemática inicial y confusa del denominado bullying.

La Constitución de la República, Ley Orgánica de Educación Intercultural, Código de la Niñez y Adolescencia y más normas, garantizan una educación para la transformación de la sociedad basada “en la transmisión y práctica de valores,…. y la eliminación de toda forma de discriminación… en todos los espacios de la vida personal, escolar, familiar y social”.

El Ministerio de Educación ha propuesto una educación asociada a formar los rasgos de la personalidad y no solamente el desarrollo de destrezas con criterios de desempeño para el conocimiento de las leyes de la naturaleza y la sociedad, sino para potenciar el respeto, la tolerancia y la solidaridad. Sin embargo, estas aspiraciones lejos están de hacerse realidad en la mayoría de escuelas y colegios, donde en los últimos días, a casi nadie le sorprende las agresiones y la violencia que los y las estudiantes viven en ellas.

Al denominado bullying, agresión o violencia escolar se le ha definido de muchas maneras. En otras palabras,

Las agresiones (bullying) son acciones negativas a las que uno o más estudiantes sin previa provocación someten a otro/a repetidamente causándole daño físico o psicológico. Podemos decir también que la agresión en la escuela es obligar a uno o varios estudiantes, “utilizando la fuerza o la amenaza, a realizar un acto o a tomar una decisión en contra de su voluntad”. Las agresiones las ha habido siempre, entre comillas han estado ocultas para los profesores pero muy conocidas entre el estudiantado. Antes las víctimas no denunciaban a nadie, ya sea por miedo a los agresores o porque algunos docentes prestaron poca importancia a algún reclamo anterior; aunque en cierta medida los y las presuntas víctimas, las comentan con sus “mejores compañeros” y en menor medida a sus padres.

El tema de la agresión escolar, según expertos en el tema y confirmada por la realidad cotidiana escolar, parte de las supuestas bromas que las hacen estudiantes con problemas de hogar y de desempeño escolar, las que poco a poco se convierten en una realidad cotidiana aprendida a través de la observación del comportamiento de los y las demás. Según Bandura, “estas agresiones directa o indirectamente terminan afectando física y psicológicamente a los estudiantes más tranquilos”.

Padres de familia y especialmente los y las docentes debemos conocer que el denominado bullying escolar comienza habitualmente con: hablar mal de algún compañero, con hacer correr falsos rumores, insultarles, ponerles apodos; ignorarlos, no dejarles participar en actividades grupales; hacer referencia a las partes íntimas o a su orientación sexual, esconderles, romperles o robarles objetos personales; pasando por etcétera etcéteras llegan al maltrato físico y hasta las amenazas con armas.

En la escuela Miguel Riofrío este problema no llega a tener las proporciones alarmantes de otros planteles del país, pocas veces se llega a situaciones graves, pero en general en nuestros centros escolares la convivencia dista mucho de conseguir el nivel mínimo exigible, para que se cumpla el principio de que “el interés superior de los niños, niñas y adolescentes, está orientado a garantizar el ejercicio efectivo del conjunto de sus derechos”.

Del diálogo amistoso, los “agresores” dicen que las razones que los lleva a agredir a los demás, son entre otras: “sólo por pasarla bien”, “por bromear un rato”, “fue en defensa propia”, “a mí también me molestan”, “porque lo ven en las películas”, “porque otros los animan a atacar”, “para ganar liderazgo”,

Lo cierto es, que están agresiones que no solamente se materializan en la escuela, sino también en la calle y hasta en el propio hogar, afectan en alto grado al desempeño escolar y a su integridad física y psicológica. En las aulas los y las estudiantes agredidas muestran inseguridad y temor, incumplen tareas, faltan más seguido y en no pocos casos los lleva incluso al abandono escolar.