sábado, 5 de julio de 2025

Educación crítica para combatir la pobreza económica e intelectual

   "Solo la organización popular y una educación crítica pueden romper las cadenas de la miseria impuesta" Doseret

En las sociedades marcadas por la desigualdad, la pobreza no es un efecto colateral ni un fenómeno transitorio. Es, por el contrario, una herramienta funcional al sistema. El modelo capitalista, voraz y excluyente, necesita mantener a las mayorías populares sometidas, y lo hace a través de dos formas brutales de dominación: la pobreza económica y la pobreza intelectual.

La primera es visible, tangible y cotidiana. Se manifiesta en los estómagos vacíos, en la falta de techo, en los empleos precarios, en las largas colas por atención médica y en las escuelas sin recursos. Millones de personas viven atrapadas en la miseria, no por falta de esfuerzo, sino porque un orden injusto concentra la riqueza en manos de unos pocos. Las políticas neoliberales, los tratados de libre comercio, la privatización de lo público y el endeudamiento perpetuo han configurado un escenario en el que la pobreza económica se reproduce y profundiza.

Pero la dominación no se completa sin su otra cara: la pobreza intelectual. Esta no se mide con cifras del FMI ni aparece en los titulares. Es más silenciosa, pero igual de letal. Es el resultado de una educación que no enseña a pensar, de medios que desinforman, de culturas que promueven la obediencia en lugar del pensamiento crítico. Se trata de formar sujetos dóciles, incapaces de cuestionar la raíz de su sufrimiento.

Cuando se combinan, estas dos pobrezas forman una cárcel perfecta: el hambre impide organizarse, y la ignorancia impide rebelarse. La pobreza intelectual lleva a naturalizar la explotación y a creer que el orden impuesto es el único posible.

Frente a esta realidad, no cabe el asistencialismo ni el conformismo. Lo que se necesita es una lucha política profunda y sostenida. La transformación no vendrá desde arriba, sino desde la organización de los pueblos, desde la construcción de poder popular, desde una educación emancipadora que forme sujetos críticos, y desde políticas económicas al servicio de las grandes mayorías.

Dar pan y libros no basta si no se despierta la conciencia que cuestione el origen de la pobreza. El sistema reproduce la miseria material y mental para someter a las mayorías, impidiéndoles pensar y luchar. Por eso, la verdadera liberación se alcanzará con organización y educación transformadora. Solo rompiendo las cadenas económicas y mentales, el pueblo podrá conquistar una vida digna, justa y libre.