“Perdónales Señor porque no saben lo que hacen”
Tío Suco: como solía llamarte tu hermana Blanca Mariana y tus sobrinos. Hoy mi corazón ordena decir unas cuantas palabras antes de trasladarte a tu morada final, esa morada que pueda ser de las dimensiones de tu personalidad, de tu sensibilidad humanas, de la grandeza de tus virtudes.
No sé si te conocí poco o mucho; pero intentaré evaluar tu existencia:
Como Hijo: le diste a tu madre amor, orgullo y satisfacción, demostrando que sus enseñanzas y educación se reflejaron en ti como un tesoro. La honraste con tu conducta ejemplar, venerándola en vida y a lo largo de tus acciones diarias, mostrando siempre el valor de sus enseñanzas como tu mayor fortuna.
Como Hermano: el mayor de José Francisco, Blanca Mariana y Vítor Miguel, de cierta forma fuiste su guía, orientador y hasta su refugio. Aunque la distancia y tu tarea militar de servicio a la patria los separara siempre estuviste dispuesto para ellos.
Como Esposo: Conchita, usted fue su luz en la oscuridad y paz en la tormenta. Siempre mencionó que encontraba felicidad en su sonrisa y cariño en sus atenciones, incluso en sus reclamos. Tenga la certeza de que, al partir, lo único que se llevó fue el inmenso amor que siempre sintió por usted.
Como padre: fuiste ejemplar hasta el último suspiro: recto, justo, amoroso y equitativo. Siempre un referente de fortaleza moral, respeto y trabajo honesto. Tu inclinación hacia el bien y la virtud del perdón crearon un vínculo sólido que dejas como legado, un modelo digno de imitar. Tu vida fue un ejemplo a seguir, estuvo llena de principios y valores.
Como abuelo: rompiste el esquema tradicional de consentir y adoptaste el rol de maestro. Fuiste amoroso y creaste un vínculo único con tus nietos, transmitiendo tu amor y estando atento a su desarrollo y salud. Quienes te conocimos sabemos lo mucho que lograste con ellos y tu bisnieto, dejando una huella profunda en sus vidas.
Como Amigo: Tus relaciones de amistad me sorprendían, porque siendo un hombre tan ocupado y a tus 94 años, conservaste muchos de tus amigos de la infancia con una relación estrecha. Con los nuevos amigos llamados vecinos forjaste una gran amistad gracias a tu lealtad y compromiso solidario con ellos.
Como Profesional: me gustaría decir mucho, pero me limitaré a repetir las palabras de uno de tus subalternos aquí presente, él te recuerda como: “Mi Sargento, él te catalogó de trabajador incansable, intachable y ético, defensor de tu clase, y la de los pueblos donde serviste”. Solo me queda agregar que en tu accionar militar no conociste la mezquindad al momento de ayudar al prójimo.
Como Tío: siempre mostraste un amor inmenso por tus sobrinos, reflejado en abrazos, sonrisas y palabras. Nos hacías sentir especiales. Recuerdo cuando alguien te preguntó cuál de nosotros querías más, y respondiste: "los quiero a todos". Tu partida deja un vacío enorme, pero siempre te llevaremos en el corazón. Te extrañaremos mucho.
Tío Suco, evaluarte hoy, me resultó difícil, te evalué por otros, aunque sin su permiso. Aún así, firmo por ellos.
Primera pos data:
Sé muy bien que los abrazos no cierran heridas como las que dejas. Sin embargo, a Conchita, tu esposa; a nuestros primos Jhaqui, Byron y Nora, a sus nietos Nicole, Xiomara, Jhon y María Fernanda; y a tu bisnieto Emanuel; les expreso mis sentidas condolencias, haciendo mío su dolor y extendiéndoles un abrazo con la esperanza de mitigar un poco su dolor.
Segunda pos data:
Desde la distancia tus sobrinos, sobrinas y más familiares lloraron tu partida final.
Tercera pos data:
Por la distancia, no imaginas cuanto me dolió no haber podido estar cerca en el lecho de tu enfermedad.
Cuarta pos data:
Una de tus mayores virtudes fue el perdón, perdónales porque pudiendo no te acompañaron a tu morada final.
Descansa en paz Tío Suco.