viernes, 2 de agosto de 2024

Las guerras y su devastador impacto en la educación

“Un día resucitará la patria; pero los que fomentarán su aliento y los que tratarán de mantenerla con vida, sin duda no serán los señoritos ricos, …serán esos muchachos que hoy frecuentan las escuelas con empeño y estudiosidad, …en ellos renacerá ese fuego de amor patriótico”  Eugenio Espejo

La historia narra que a lo largo de la misma han estallado cientos de conflictos los cuales han terminado con la vida de millones de personas como es el caso de la Primera y Segunda Guerra Mundial. En la actualidad en el mundo hay más de 50 guerras activas. Sin embargo, la guerra ruso-ucraniana y el genocidio en Palestina, generan las mayores violaciones a los derechos humanos. Uno de los derechos más vulnerados, es la educación. La niñez, la juventud y los docentes son los más afectados por las consecuencias de las guerras.

Estadísticas de la ONU citan que “más de 100 millones de niños viven en zonas de conflicto, 24 millones de estudiantes, entre ellos miles de docentes no van ni han regresado a la escuela, bien sea porque estas han sido destruidas o cerradas, o por miedo a posibles ataques”. Concretamente en educación y desarrollo profesional la destrucción de escuelas y universidades, impide que la niñez y juventud pueda acceder a una educación adecuada, afectando su futuro laboral. Muchas escuelas se han convertido en zonas de refugio y hasta en hospitales improvisados.

Las guerras provocan movilizaciones forzosas, generan desplazamientos internos y externos, al huir se convierten en refugiados. La ONU señala que hasta diciembre de 2023 en el mundo “se superó los 100 millones de desplazados forzosos”. La ONU recalca que “los desplazados cuentan con marcos jurídicos firmados en 1951 y en 1967 que protege sus derechos”. Sin embargo, en la práctica, y de manera vergonzosa, comprobamos, por ejemplo, que a Israel no le importan convenios ni derechos de los refugiados, pues cada día los focos de ataques son los centros escolares, hospitales, universidades y fábricas.

Hay que reconocer que la pandemia por el Covid-19, trajo consigo un sin número de experiencias educativas positivas, que ahora los docentes las retoman y las mejoran, las comparten y las revierten en favor de los estudiantes afectados por las guerras o de los refugiados en países vecinos. Se ha dispuesto que el 4 por ciento de la ayuda humanitaria mundial esté destinada al sector educativo, aunque no es suficiente para que se pueda brindar una educación de calidad. Los gobiernos por lo menos, deben aprovecharla para trasladar a los estudiantes a zonas más seguras.

La educación, más aún la educación para la emancipación, es una herramienta poderosa en la lucha contra las guerras y el genocidio. Una educación liberadora que forme la conciencia crítica de los estudiantes y de la sociedad, también promoverá la resistencia y el cambio hacia una sociedad más justa y equitativa.