Para los cristianos la "Semana Santa encarna el triunfo de la vida sobre la muerte". Cada año en nuestro país y en buena parte del mundo, la gente se apresta participar de diversas procesiones que recuerdan la pasión y muerte de Jesús. Acto de fe que representa los distintos momentos por los que Jesús tuvo que pasar antes de ser martirizado.
En nuestra ciudad, tradicionalmente se realizan dos procesiones, en la tarde, desde la iglesia de San Francisco; y en la noche, desde la iglesia de San Juan del Valle. Las razones respetables de quienes participan en la escenificación del sufrimiento de Jesús, no se limitan únicamente a las reflexiones y actividades religiosas alrededor de la iglesia, sino a vivir el legado de Jesús, a vivir en todos lados su ejemplo para disminuir la tremenda brecha entre ricos y pobres.
Diferenciemos, hay dos clases cristianas. La clase cristiana hegemónica que celebra apoteósicamente la pasión, muerte y resurrección de Jesús, vacacionando en las playas y grandes centros comerciales; pero también hay otra clase cristiana, la de los pobres que vive sumida en la desgracia por la falta de trabajo y en el miedo a la muerte por la inseguridad social, que llora y sufre cargando su propia cruz, dándose golpes de pecho culpándose siempre: “por nuestra culpa, por nuestra culpa, por nuestra gran culpa.”
En internet se cita que "ese momento de dolor, tristeza y agonía del Señor padeciendo por nosotros, fue acompañado por el pueblo durante su juzgamiento y hasta la crucifixión en el Gólgota”, la cita remarca que, durante las procesiones celebradas por los españoles en la época de la colonia, “se acusaba a los aborígenes de ser los responsables de la muerte de Cristo”. Esto demuestra como la realeza europea a través de la iglesia ejercían su dominación en nuestras tierras, en nuestro país.
La iglesia y la escuela nos ocultó que Jesús, fue torturado y asesinado por la presión de la clase feudal que dominaba la vida política, económica y social en Medio Oriente y Europa. Primero se le acusó de sedición contra el Rey. Luego de blasfemia por haberse usurpado el nombre de Dios. Entonces se le conminó a renunciar sus ideales de amor, justicia social y humanismo y admitir que no era el Mesías. Pero, Jesús firme y consecuente con su misión no se retractó. Por ello fue sentenciado a muerte.
La iglesia y la escuela nos ocultó también, que Jesús luchó contra la tiranía, contra la opresión, que luchó por la dignidad humana y por la superación de los males sociales de la época. Para honrar a Jesús, no basta con visitar las iglesias y mirar las procesiones de Semana Santa, hay que recordar que el compromiso de Jesús fue con los pobres y seguir su ejemplo.