El presidente Carlos Julio Arosemena mediante Decreto Ejecutivo 324 del 25 de febrero de 1948, declaró el 27 de febrero como Día del Civismo ecuatoriano. Luego se declaró también como Día del Ejército Ecuatoriano y de la Unidad Nacional. Fechas en las que se enaltece el triunfo del Mariscal Sucre sobre el ejército peruano, durante la Batalla de Tarqui en 1829.
Muchos de los acontecimientos históricos han sido contados sobredimensionando el civismo, heroísmo y la proeza de hombres y mujeres, que lucharon en aras de la libertad y soberanía del país. Recuerdo que con motivo del Juramento a la Bandera se decía que “4000 bravos colombianos derrotaron a 8000 peruanos”. Luego leí el Manifiesto de Antonio José de Sucre a Simón Bolívar, (que casi ha sido olvidado), señalando la participación de alrededor de 1500 soldados colombianos y otro tanto de peruanos. Cosa que nunca lo dijeron ni lo dirán. El civismo así nos desencanta y hasta nos hace sentir engañados.
A pesar de este glorioso triunfo los políticos y militares peruanos, con la venia de Estados Unidos siguieron desmembrando el territorio nacional tantas veces como quisieron. Hasta que, en octubre de 1998, se firma el tratado de paz entre los presidentes de Ecuador, Jamil Mahuad; y de Perú, Alberto Fujimori. Sin embargo, gracias a la traición de los políticos burgueses, en la actualidad ocupamos menos de la cuarta parte de lo que fuimos a raíz de la independencia de la corona española. Esto hace necesario que, particularmente los y las docentes, contemos a los estudiantes la historia como debe ser conocida y entendida en el contexto de la época para empoderarnos de la verdadera memoria histórica y con la justa realidad de nuestros pueblos y nacionalidades.
Por otro lado, No podemos dejar que las futuras generaciones crezcan insensibles a lo que ocurre en nuestro país y en el resto del mundo, por ejemplo, en Palestina. Que sean conscientes de que todas y cada una de nosotros formamos parte de esta humanidad y si queremos un futuro justo y en paz, será necesario trabajar para conseguirlo.
En la LOEI se establece que “El ejercicio del derecho a la educación debe orientarse a construir una sociedad justa, una cultura de paz y no violencia… y para la convivencia armónica”. El punto es, ¿cómo educar para la paz y la defensa de los derechos humanos, si nuestros niños y jóvenes ven cada día como Israel conculca estos derechos en Palestina, con el beneplácito de Estados Unidos y la Unión Europea?
Y termino con lo que ya dije días atrás, para enaltecer el civismo en la niñez y juventud, no hace falta una asignatura, es más importante que salgan de la escuela y colegio con la convicción de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defender los derechos humanos, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno y que sean capaces de indignarse ante las injusticias y desigualdades; por ejemplo, escribiendo cartas al Presidente y a los Asambleístas pidiendo se detenga el genocidio contra los niños palestinos.