Desde el Norte, el país de las oportunidades, el país del sueño americano, sueño, porque hay que estar dormido para no darse cuenta que desde el norte se mueven los hilos de lo que pasa en este mundo, y donde se decide qué pasará con la vida de millones de personas. Desde allá se trazan planes perversos para empobrecer a los pueblos, someter a gobiernos a su voluntad, aprovecharse de los recursos naturales y encender guerras en diferentes partes del mundo.
Aquí, mientras trabajadores y empleados afortunados miran el reloj para no llegar tarde a sus labores, otros miles de hombres y mujeres buscan trabajo para llevar el pan a sus hijos, exigiendo además educación, salud y seguridad en las calles. Aquí en cambio desde la Asamblea Nacional en complicidad con el presidente Noboa se proponen subir los impuestos bajo el pretexto de financiar una guerra contra la delincuencia organizada, mal que ellos mismos, los gobernantes de turno, dejaron crecer y enquistar en las más altas esferas de la administración pública y privada.
Allá, donde de pequeño me dijeron que era “la tierra, bendita y divina, la Palestina, donde nació Jesús de Nazaret”, allá donde cientos de mujeres no saben el momento exacto en que empezarán a caer más bombas criminales, ni si alguna caerá sobre sus casas haciéndolas pedazos. Allá donde el azar no es el de Las Vegas sino el de las balas, allá donde el sudor frío y la angustia escarban los escombros con la esperanza de rescatar a niños, hijos y hermanos, a mujeres y ancianos enterrados bajo las ruinas del genocidio, allá no bastan sus fuerzas ni su anhelo de encontrarlos. Y si bastaran, Israel con la venia de EEUU tampoco lo permitirían.
Aquí escribo y a veces hasta me molesto por el poco compromiso de ciertos trabajadores y de no pocos maestros y maestras que a la hora de defender sus derechos muestran su conformismo ante los atropellos del gobierno. Aquí, tengo el pensamiento terrible de que en las calles hay tantos hambrientos como crímenes. Allá, en la Franja de Gaza, muchas madres mueren junto a sus tiernos hijos porque los israelitas cortaron la energía eléctrica y no funcionaron quirófanos ni incubadoras. Allá y aquí azuzan el odio hasta lograr que unos y otros deseen la muerte de sus hermanos.
El aquí y el allá, no son mundos diferentes. Aquí y allá se vulneran derechos como la libertad, dignidad humana, salud, educación, trabajo, expresión, seguridad. Aquí, Noboa quiere agudizar la pobreza y el colonialismo con más impuestos, elevación del precio de los combustibles, despidos de trabajadores y reducción de salarios. Allá, en Palestina, el sionismo quiere exterminar a todo un pueblo, matándolo de hambre y bombardeando hospitales y escuelas. Al final, ambos mundos son infiernos donde como siempre pagan las clases menos favorecidas.
Aquí y allá, es urgente forjar la solidaridad y la unidad popular. Ojalá no nos gane la indiferencia.