El discurso del presidente Guillermo Lasso pronunciado ante la Asamblea Nacional, evidenció dos aspectos: uno, por su condición neoliberal, el fiel cumplimiento y sometimiento al recetario del Fondo Monetario Internacional y; segundo, se trató de un discurso selectivo y clasista dirigido a la burguesía, al empresariado, a la banca y a las transnacionales. Al resto de los extractos sociales, le envió un mensaje casi casi como creyendo que aún está en cruzada electoral, prometió que el próximo año trabajará las ofertas de campaña. En definitiva, indicó que la culpa de la ineptitud de su administración la tiene el expresidente Rafael Correa.
El presidente Guillermo Lasso debe entender que hay que dejar de seguir culpando a terceros, él sabía las condiciones del país. Ahora, debe ejercer el poder y la administración de forma eficiente si quiere un “gobierno del encuentro”, sigue soñando en el éxito de la vacunación, lo cual no es tan cierto, las cifras expuestas no tienen respaldo y conllevan duda, pero si lo fuera, debe conducir por la misma senda las políticas públicas para sacar de la pobreza al pueblo ecuatoriano. Por el contrario, dejó de lado temas como la crisis carcelaria, la inseguridad ciudadana, alto costo de la vida, los femicidios, el descuido de los servicios públicos, los problemas escolares, el desempleo, la falta de medicinas y médicos, la venta de las empresas públicas rentables, etc. De manera subliminal se pronunció contra el aborto por violación a menores, a las cuales en general dijo, que otorgaría un bono de mil dólares, no logra entender que más bonos es sinónimo de mayor pobreza.
En fin, se refirió a la Batalla del Pichincha como una fecha histórica pasada de moda. No mencionó que Simón Bolívar nos previno de las amenazas de los EEUU a los pueblos de nuestra América para someternos y saquear los recursos naturales. Tampoco se refirió a los antecesores y sucesores de la gesta heroica como Espejo, Bolívar, Sucre, Montalvo, Alfaro y cientos de mujeres y hombres anónimos que entregaron su vida para rescatar la patria de la bribona oligarquía que durante 200 años ha controlado los poderes del Estado para beneficio de los grandes grupos económicos.
No puedo dejar de refutar la vocinglería del presidente Guillermo Lasso, respecto del reconocimiento a la labor y profesión docente. No hizo referencia a la sentencia de la Corte Constitucional, que rechazó el veto presidencial a la Ley Reformatoria a la LOEI, ratificando la equiparación salarial, lo cual demostró que los derechos del magisterio no se imploran y menos de rodillas. Los derechos se arrancan a los tiranos con organización, unidad y lucha. El triunfo del Magisterio, es una derrota política a la arrogancia neoliberal de Lasso, a la correísta Brown y a la banda de serviles y comensales que se opusieron a la lucha del único gremio de los maestros y maestras, la Unión Nacional de Educadores.