En el año 2009 el Gobierno del Ecuador conmemoró el Bicentenario del llamado “Primer Grito de la Independencia”, hecho histórico organizado por un grupo de valientes quiteños que, ante la voz de la patriota Manuela Cañizares, se sublevaron el 10 de agosto de 1809, logrando derrocar a la nobleza criolla servil a la Corona Española e intentar detener la irresistible y calamitosa crisis que afectaba al pueblo. La historia posterior es bien conocida por todos. Las tropas realistas reaccionaron e hicieron deponer la Junta Cívica, detuvieron a cientos de patriotas que culminaron en la espantosa masacre del 2 de agosto de 1810.
Antes de ocuparnos del tema titular, tenemos que hablar de la vergonzosa y hasta humillante situación de dependencia que nos han sumido los últimos gobiernos. Lenin Moreno se pretextó en la pandemia, mientras que Guillermo Lasso alucina haber superado la crisis sanitaria, se escuda en el conflicto ruso ucraniano para justificar, la falta de fuentes de trabajo, la escalada de precios, la carencia de médicos, medicinas e insumos en los hospitales públicos, los niveles de pobreza y de inseguridad crecen a diario, mientras se prioriza los compromisos asumidos con el FMI.
En cuanto a la Asamblea Nacional, todos tenemos presente los vergonzosos sucesos que se repiten por la obstrucción del Presidente Lasso en su afán de mantener a Guadalupe LLori en la presidencia legislativa. Niega también, su intromisión en la Justicia, sin embargo, el habeas corpus que liberó de la cárcel a Jorge Glass es parte del pacto con los asambleístas fieles a Rafael Correa, con quienes aprobó la Ley Orgánica para el Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal. Igualmente, como por arte de magia, hizo retirar la terna enviada al Consejo de Participación Ciudadana para la elección del presidente del Consejo de la Judicatura.
En fin, en este Ecuador, donde la corrupción y la impunidad prosperan desde la propia Batalla del Pichincha y creación de la República, donde imperan leyes de sometimiento a los organismos financieros, donde se perdona, se olvida y se deja en libertad a los delincuentes, criminales y corruptos que cometen atrocidades contra las instituciones públicas y contra los ciudadanos. Es aún más grave, el reconocimiento de los gobiernos de turno a una deuda externa fraudulenta, que para favorecer a oligarcas, banqueros y exportadores se paga con puntualidad a la banca internacional.
Entonces de cuál independencia hablamos, si la patria despojada al pueblo ha estado en manos de la burguesía que dispone de toda la fuerza del Estado, que controla la propia historia nacional como algo de su exclusiva propiedad. Por eso, para rescatar la patria, este 24 de mayo, hagamos que resuene la liberadora esencia del célebre juramento de Simón Bolívar en el Monte Sacro: “…Juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que se hayan roto las cadenas que nos oprimen…”