sábado, 5 de febrero de 2022

Violeta Parra

 

Violeta Parra artista del folclore chileno y activista política comunista, un día como hoy, arrinconó su guitarra, silenció su voz y decidió despedirse de la vida. Le cantó a la sociedad desde una perspectiva popular, fue una mujer de pueblo.

No es mera coincidencia, que haya nacido en 1917, año de la Revolución Rusa y fallecido trágicamente en 1967, año del asesinato del Che Guevara.

El legado artístico de Violeta Parra continúa hoy vigente. Sus canciones se constituyen hoy en una brillante poesía de denuncia social.

He aquí, algunas frases extraídas de sus canciones:

“Es muy antigua costumbre andar pidiendo perdón después que hacen de las suyas”. La sentencia.

“Los hambrientos piden pan, plomo les da la milicia”.  La carta

“Discreto, fino y sencillo son joyas resplandecientes con las que el hombre que es hombre se luce decentemente”. El Albertío.

“Qué amargas son las horas de la existencia mía sin olvidar tus ojos, sin escuchar tu voz”. Que pena siente el alma.

“El sol me mezquina las horas del día la noche me puebla todas mis orillas así voy rodando como el ave herida, me levanto, caigo, me paro enseguida”. Solitario solo.

“Yo canto a la diferencia que hay de lo cierto a lo falso, de lo contrario no canto”. Canto a la diferencia.

“Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría. Son aves que no se asustan de animal ni policía. Y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría”. Me gustan los estudiantes 

“Con el público cerquita de mí; al cual yo pueda sentir, tocar, hablar e incorporar a mi alma”. Si yo levanto mi grito.

“Los pajarillos no cantan, no tienen donde anidar, ya les cortaron las ramas donde solían cantar, después cortarán el tronco y pondrán en su lugar una letrina y un bar”. Santiago, penando estás.

“Miren cómo sonríen los presidentes, cuando le hacen promesas al inocente”. Miren cómo sonríen

“Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado el sonido y el abecedario. Con él las palabras que pienso y declaro. Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando”. Gracias a la vida.

Pablo Neruda, su amigo, compañero literario y camarada político le dedicó en su memoria una sentida “Elegía para cantar: que comienza: ¡Ay, qué manera de caer hacia arriba y de ser sempiterna, esta mujer! y finaliza: Bueno, Violeta Parra, me despido, me voy a mis deberes. ¿Y qué hora es? Es la hora de cantar. Cantas. Canto. Cantemos”.