La verdadera libertad empieza por tomar consciencia de que todo lo que hacemos son actos políticos. No dudar de que todo acto humano es un acto político. Desde comprar las papas, el cumplir o no cumplir con nuestras responsabilidades, o el acto de manifestar o no los pensamientos que tenemos para cuestionarnos o no sobre la realidad circundante, también son actos políticos.
Parafraseando a Federico Engels, los trabajadores, campesinos, estudiantes y los sectores populares, tenemos que indagar el porqué de la pobreza y las injusticias e imaginar soluciones para a través de la organización comenzar a dar los primeros pasos para ser personas verdaderamente emancipadas. Como lo hizo Jaime Hurtado González en su formación profesional y política que lo caracterizó como auténtico líder popular, no solo debió romper las ataduras de la sociedad, sino también con la ideología conservadora de su pequeña Malimpia, en el cantón Quinindé de Esmeraldas.
Guardando las distancias y diferencias, mientras Engels alcanzó su propia verdad ideológica al salir de su posición de burgués en la fábrica de su padre, para recorrer los barrios insalubres donde vivían los obreros; Jaime Hurtado vivió esa realidad, trabajando en el campo y sintiendo las angustias por sobrevivir junto a su familia, allí tomó conciencia de las injusticias de la sociedad burguesa que gobierna hasta nuestros días.
Ahora inmersos en un proceso electoral, vemos una diversidad de aspirantes a diversas dignidades, algunos haciendo alarde de ser apolíticos, algunos denigrando a la universidad al expresar que no es necesaria la formación profesional, y otros atacando a aquellos candidatos con una orientación progresista y de izquierda como Unidad Popular y Pachakutik que abiertamente han declarado su lucha contra la pobreza, la miseria y la búsqueda de la justicia social. Desde la izquierda se reclama mayor inversión en educación, porque hay una relación directa entre la creación de conocimiento y el mejoramiento de las condiciones de vida y consecuentemente en el desarrollo de la sociedad.
Me referiré a tres de los postulantes que participaron del debate presidencial organizado por el Consejo Nacional Electoral. Arauz, ahijado del correato asomó colmado de cinismo y demagogia barata, ofreciendo regalar mil millones de dólares del Banco Central a un millón de madres pobres. El aristócrata Lasso con su slogan “ya qué chuchas” ofreció créditos al 1% cuando en el Banco de Guayaquil cobra a más del 16 %. Finalmente, apareció Yaku Pérez mostrándose capaz para solucionar la crisis pandémica y económica que vive el país, duro para combatir la corrupción, defensor de la vida y la naturaleza, firme en el apoyo a la educación y la investigación para que la juventud acceda a la universidad y sean ellos los gestores del cambio cultural y sociopolítico que necesita el pueblo ecuatoriano.