martes, 1 de septiembre de 2020

Carta a los compañeros de la escuela Miguel Riofrío

 Los docentes nos situamos según la realidad histórica que nos toca vivir, de acuerdo a nuestras experiencias sociales más que profesionales, eso es lo que define nuestra ideología. Por eso, para reclamar los derechos del magisterio y del pueblo jamás aprendí la “geometría de la rodilla doblada

Estas palabras las pronuncié en diciembre de 2010, cuando desde el Ministerio de Educación se me hacía conocer el cese de mis funciones docentes, la causa, ser presidente de la Gloriosa UNE. Cuando decidí ser profesor, lo hice con una profunda vocación de solidaridad con la niñez y la sociedad. Siempre convencido de que la transformación social para construir una patria nueva, solamente la cumplirían los hombres y mujeres libres, pensantes y profundamente críticos de la realidad.

Si la memoria no me es frágil, en octubre de 2013 con legítimo orgullo llegué a la Escuela Miguel Riofrío, la escuela que me enseñó las primeras letras y oraciones. No fueron solo frases floridas, sino que ejemplarizadas por mis maestros, me dejaron importantes enseñanzas de coraje y unidad para enfrentar las injusticias sociales.

No soy el indicado para juzgar mis tareas, sin embargo, he tratado de cumplirlas con responsabilidad tanto en las aulas como en mi condición de compañero, con la única idea de posibilitarle a la niñez mejores oportunidades y consecuentemente, para contribuir al desarrollo socio económico de la provincia y la región.

Han pasado más de treinta años de ejercicio docente y a la par de lucha magisterial y popular. En la Miguel son 7 años, ha llegado la hora de ponerle fin al periplo por las aulas. He sido notificado con la jubilación, culmina otra etapa. ¿Cómo encontrar las palabras justas que expresen mi cariño y mi reconocimiento a ustedes?, es difícil…

Hago público mi agradecimiento al Lic. Juan Ontaneda Jiménez, directivo me abrió las puertas Miguelinas, a quienes luego de él, pasaron por la dirección del plantel, finalmente al Dr. José Orellana, a la Dra. Marisol Salcedo y Dra. Patricia Chimbo, a quienes les deseo el mejor de los éxitos.

Mi sincero agradecimiento a ustedes compañeras y compañeros, no puedo ocultar la nostalgia que experimento, nostalgia propia de la separación de los seres por los cuales uno siente sincero afecto, pero a la vez me corre una inexpresable sensación de satisfacción por las muestras de cariño que recibí de ustedes.

Compañeras y compañeros, durante el recorrido Miguelino tuve la oportunidad de compartir grandes experiencias y fraguar amistades que de ninguna manera serán recuerdos ingratos, por el contrario, durante este tiempo entregué mis modestos conocimientos con el presentimiento de ver crecer junto a ustedes a la Escuela Miguel Riofrío, como en efecto creció y seguirá creciendo. Me voy convencido de que ustedes tienen la capacidad y la decisión para continuar engrandeciendo la Escuela. No desmayen en ese ideal y el de abrasar la unidad.

“Nunca perseguí la gloria… Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”  Siempre les llevaré en el corazón.