El 5 de octubre aunque pocos lo saben, se celebró el Día Mundial de las y los Docentes.
Efectivamente es una fecha para rendir homenaje a los docentes y al papel
fundamental que desempeñan para que la educación sea el puente que brinde a la
sociedad la esperanza y la promesa de mejorar las condiciones de vida.
Es asombroso o quizá no lo sea, pero son pocos los gobiernos que en esta ocasión ponen de manifiesto el ejemplo de educadores hombres y mujeres que lucharon por la libertad. Hay un olvido intencional que pesa a la hora de cambiar la educación para combatir la corrupción. Son las organizaciones gremiales como la UNE, las que recuerdan a maestros de la talla de Eugenio Espejo, Simón Rodríguez, José Martí, Juan Montalvo, José María Arguedas, José Carlos Mariátegui, Gabriela Mistral, Paulo Freire, Pio Jaramillo Alvarado, Benjamín Carrión Mora, entre otros.
La ansiada esperanza y la promesa de mejorar las condiciones de vida no puede ser posible alcanzarla sin el concurso de docentes competentes y motivados. Por lo que también hay que llamar la atención a los gobiernos de turno, para que protejan los derechos de los docentes, mejoren sus condiciones laborales y las necesidades salariales, para que puedan contribuir al desarrollo socio económico basado en el conocimiento, los valores y la ética. El profesorado y la escuela por sí solos no van a lograr construir la patria nueva. Solo podrá hacerlo en función de que las familias, la sociedad, los medios de comunicación y el gobierno se involucren.
Paulo Freire, que luchó por una educación que enseñe a pensar y no a obedecer, inmortalizó una frase que a la vez es enseñanza y sentencia: “Qué educador sería yo si no me preocupase al máximo de ser convincente en la defensa de mis sueños”, Refería además que las maestras y los maestros democráticos debemos intervenir en el mundo a través del cultivo de la curiosidad, por ello se cuestionaba, “cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia búsqueda y sin respetar la búsqueda creativa de los alumnos.”
Finalmente, es oportuno recordar a otro educador que sin serlo lo fue. Nos enseñó la solidaridad, la defensa de los derechos y a luchar por la conquista de la libertad. Me refiero a Ernesto Guevara, asesinado por la CIA hace 50 años, un 9 de octubre, en una escuela rural boliviana.
Es asombroso o quizá no lo sea, pero son pocos los gobiernos que en esta ocasión ponen de manifiesto el ejemplo de educadores hombres y mujeres que lucharon por la libertad. Hay un olvido intencional que pesa a la hora de cambiar la educación para combatir la corrupción. Son las organizaciones gremiales como la UNE, las que recuerdan a maestros de la talla de Eugenio Espejo, Simón Rodríguez, José Martí, Juan Montalvo, José María Arguedas, José Carlos Mariátegui, Gabriela Mistral, Paulo Freire, Pio Jaramillo Alvarado, Benjamín Carrión Mora, entre otros.
La ansiada esperanza y la promesa de mejorar las condiciones de vida no puede ser posible alcanzarla sin el concurso de docentes competentes y motivados. Por lo que también hay que llamar la atención a los gobiernos de turno, para que protejan los derechos de los docentes, mejoren sus condiciones laborales y las necesidades salariales, para que puedan contribuir al desarrollo socio económico basado en el conocimiento, los valores y la ética. El profesorado y la escuela por sí solos no van a lograr construir la patria nueva. Solo podrá hacerlo en función de que las familias, la sociedad, los medios de comunicación y el gobierno se involucren.
Paulo Freire, que luchó por una educación que enseñe a pensar y no a obedecer, inmortalizó una frase que a la vez es enseñanza y sentencia: “Qué educador sería yo si no me preocupase al máximo de ser convincente en la defensa de mis sueños”, Refería además que las maestras y los maestros democráticos debemos intervenir en el mundo a través del cultivo de la curiosidad, por ello se cuestionaba, “cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia búsqueda y sin respetar la búsqueda creativa de los alumnos.”
Finalmente, es oportuno recordar a otro educador que sin serlo lo fue. Nos enseñó la solidaridad, la defensa de los derechos y a luchar por la conquista de la libertad. Me refiero a Ernesto Guevara, asesinado por la CIA hace 50 años, un 9 de octubre, en una escuela rural boliviana.