viernes, 30 de junio de 2017

Fiscalizar, investigar y absolver, así no se vale

El ex presidente Rafael Correa faroleaba reiteradamente, que los culpables de la crisis política y económica en el Ecuador, no eran tanto las empresas transnacionales sino los medios de comunicación que las representaban, por la “mala fe y deshonestidad a la hora de informar.
Más de una vez, rechazó el dialogo incluso con quienes inicialmente contribuyeron a encumbrarlo, a envanecerlo en el poder. Negación que sostenía con eso de “prohibido olvidar” y el ego de que él ganaría cualquier elección. Ahora, que el Presidente Lenin Moreno, intenta llevar el mismo proyecto político pero con un estilo moderado, es el propio ex presidente, quien arremete en contra del anunciado dialogo. Quizá solo sea temeroso de que esas tertulias con las organizaciones políticas y populares, conlleve al derrumbamiento de la inexistente revolución ciudadana.
El solo anuncio de dialogar ya es un avance, lo que se logre o no, luego será evaluado, sobre todo a sabiendas de antemano que hay dos visiones enfrentadas durante diez años, las que hoy apuestan por el desarrollo, la democracia, la paz y la equidad. Así lo entienden los invitados. Así aspira sea las mayorías populares representadas en las organizaciones sociales que el correísmo desconoció.
El Presidente Moreno se muestra como un pedagogo del consenso, del dialogo, aunque no del debate. Sabe bien que las diferencias conllevan a futuros requerimientos y compromisos entre las partes. Mientras que las posturas arrogantes desembocan en exigencias unilaterales como eso de querer “fiscalizar, investigar, encubrir y absolver” el caso Odebrecht, eso termina imponiéndose al débil, a los sin poder.
Se ha empezado con el tema de las privaciones de la libertad por cuestiones de carácter político, por las protestas sociales. Es un buen punto. No se puede esperar todo de una vez. Poco a poco, entonces los pequeños consensos irán pariendo grandes acuerdos que efectivamente conduzcan a recuperar la patria para todos, a recuperar las libertades y el pleno ejercicio de deberes y derechos. El problema entonces será cuestión de paciencia, de saber esperar sin desmayar en el espíritu popular.
Finalmente, quizá sea necesario exigir prudencia a los revolucionarios fanáticos, que siendo parte del mismo gobierno, lo dejen gobernar ciñéndose a su lógica, a la lógica del dialogo, a la lógica de negociación social y no traten de imponer y colocar obstáculos inútiles. Por su parte, los trabajadores y la ciudadanía de pie, ha hecho ya su pronunciamiento de respaldo.