En
los últimos tiempos, con mucha facilidad los niños y adolescentes incorporan el
denominado fenómeno de la moda que nos imponen la televisión y las redes
sociales. Esta influencia desigual e incontrolable llega promocionada por
actores, artistas, deportistas e increíblemente por pandillas cuya acción ha
sido legalizada por el miedo y por el entorno en el que actúan.
Ciertos
ciudadanos, con ligereza juzgan el comportamiento social de niños y jóvenes por
su vestimenta, corte del cabello o uso de aretes. Si bien, en observancia al
lugar al que se asiste, no se pueden vestir inadecuadas prendas o convertir las
partes de su cuerpo en murales de exposición de arte moderno. Uno de esos
sitios, es la escuela, y aunque resulte difícil, en ella hay que impedir que la
alienación nos gane.
A
pesar de que la mayoría de estudiantes cumplen las normas que establece el
código de convivencia escolar, sin duda, hay quienes intencionalmente las
contravienen. Por ejemplo durante la jornada escolar, pocos, pero al fin hay estudiantes
que ya se han despojado de su uniforme y han cambiado su peinado, agravándose
el problema a la hora de realizar actividades extraescolares, donde son las
modas callejeras las que irresponsablemente han sido incorporadas por los
chicos y chicas.
Los
profesores opinan que estos nuevos, insospechados e imprescindibles modales que
asume la juventud, son un reflejo de las tendencias que priman en el ajeno
entorno de la escuela, lo cual evidencia el incremento del irrespeto hacia las
normas que complementan la formación integral del estudiante y del proceso
educativo. Ante esta realidad, los padres de familia se preguntan “sí existen
norman legales, por qué no hay quienes tengan la responsabilidad de hacerlas
cumplir".
Aunque
parezca improbable, hay padres y madres de familia, que ven esas actitudes y
modismos como normales; poco se interesan por la forma en que sus hijos visten
para asistir a clases e incluso hay quienes las festejan, promueven o lo que es
peor, les da lo mismo que los chicos vayan con pantalones rotos
intencionalmente o que las chicas usen pantalones que apenas cubran la pelvis y
que las faldas y blusas parezcan haberse encogido.
Desde
luego es muy preocupante, que haya directivos y profesores que finjan ser
ciegos ante las violaciones del código de convivencia escolar, y así
involuntariamente, se permita el deterioro del orden y la disciplina en la
escuela.