viernes, 26 de septiembre de 2014

A propósito del Día de la Bandera Nacional: Respeto a nuestros símbolos patrios



Con ocasión del Día del Federalismo, la Municipalidad del cantón Loja, dispuso a los lojanos “izar la bandera no importa si la Nacional o la de Loja, quienes no lo hagan serían sancionados de forma pecuniaria”.  ¡Así fomentamos el civismo!

No me sorprende si sabemos o no el significado del federalismo instaurado por Carrión Pinzano, porque igualmente ignoramos el significado de otros acontecimientos históricos que deben recordarse para reafirmar nuestra identidad.
Preocupante es que las instituciones públicas en fechas cívicas izan la bandera con  programaciones “llenas de civismo”; sin embargo en la mayoría de éstas, se olvidan de arriarla. Más preocupante aún es, que nuestro lábaro patrio permanece a la intemperie durante días y hasta meses luego de haber cesado la razón por la que se la izó. Por ejemplo, en hoteles y otros negocios flamean banderas descoloridas que seguramente fueron brillantes hace algunos años.

Una colega docente comenta que “no sabe por qué no se sanciona esto”. Me molesta más el desgano con el que muchas veces se canta el himno nacional en escuelas y actos públicos; quizá porque guardo en la memoria los tiempos de la infancia en que el profesor Pacheco nos hablaba del porqué de la marcha patriota, para hacernos encontrar la energía que llevaba cantarla, o por los buenos recuerdos de aquella época escolar en la que nos disputábamos la posibilidad de portar la bandera.

Está claro que el respeto por los símbolos no se reduce a los actos formales, que es algo mucho más hondo, más personal. Hablo de no ponerse de pie o no detener la marcha ante el himno o la bandera, de instituciones públicas que se olvidan de bajarla al anochecer o cuando llueve. Hablo de nuestro escudo cuyo Cóndor está al borde de la extinción. Hablo también de la torpeza de quienes dañan monumentos dedicados a los próceres que entregaron su vida por legarnos una patria emancipada

Hoy me es difícil asimilar la irreverencia que muestra la niñez, la juventud y algunos adultos hacia nuestros símbolos patrios y la indolencia con la que a veces lo contemplamos sin hacer nada al respecto.