sábado, 3 de diciembre de 2016

La libertad de expresión en la campaña electoral

La democracia burguesa nos ha impuesto la creencia de que las elecciones constituyen el aspecto más importante de la participación política y la vida democrática. Que la mejor forma que tienen los ciudadanos para expresar su opinión y para elegir a sus gobernantes, es el voto.
Sin embargo, es durante la campaña electoral y el día de las votaciones, cuando a las organizaciones sociales y populares se restringe la libertad de expresión y de información, que son precisamente los derechos básicos para garantizar la existencia misma de una sociedad democrática. Ese control que se ejerce desde el poder político y económico, impide la participación de la mayor cantidad de ciudadanos en la elección de sus gobernantes.
Es obligación de las organizaciones populares y de trabajadores, organizar debates públicos y facilitar la información necesaria para que sus integrantes y la población de los sectores marginados tengan la mayor cantidad de información posible sobre el panorama político, los candidatos y sus propuestas, y a partir de su análisis crítico puedan tomar decisiones de forma libre y razonada.
El análisis de las ofertas de campaña presidencial de los candidatos Moncayo, Laso, Moreno y otros, debe ser una herramienta básica para la formación de la opinión pública ciudadana, para la participación activa en el control social que exija la mayor transparencia y la fiscalización de la gestión de las futuras autoridades.
Es preciso que desde organizaciones como la Unión Nacional de Educadores y de los sindicatos, los docentes y los trabajadores puedan cuestionar e indagar sobre la capacidad y honestidad de los candidatos a asambleístas, así como discrepar y confrontar sus propuestas e ideas; solo así, se garantiza el ejercicio de los derechos políticos y la libertad de pensamiento y de expresión, y a la par se podrá votar responsablemente por quienes vayan a legislar a favor de nuestros derechos.
Los sectores populares no pueden perder de vista el papel que juegan las empresas encuestadoras. Aún está fresca en la memoria ciudadana, los resultados de las elecciones que postergaron la firma del acuerdo de paz en Colombia y la elección de Trump en Estados Unidos, donde los sondeos pronosticaban lo contrario.
Finalmente, hay que impedir que los políticos que contratan la realización de encuestas y se obsesionan por publicarlas cuando estas les favorecen, las usen como estrategia de controlar la opinión pública e influir indebidamente en los electores
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sábado, 26 de noviembre de 2016

La lucha diaria debe elevarse al plano político



Se ha dado inicio oficialmente al proceso electoral en medio de un escenario político y económico deteriorado por una cadena de corruptelas que ha persistido a lo largo de la historia, por tanto, no es propiedad de este gobierno sino de todos los que se han turnado en Carondelet.
La campaña electoral no estará exenta de tensiones, porque los grupos de poder ya han delegado sus binomios para que desfilen afanados y probándose el traje presidencial, mostrando además todo tipo de argucias para hacerse del poder y rifarse la patria. 
Quizá pronto los sectores populares entiendan que hay que prepararse para enfrentar la prepotencia, la represión, la corrupción y la falta de trabajo. Para ello, el camino es la unidad y el análisis de la realidad sobre la base de la experiencia acumulada evitando enfrascarse en debates de bajo vuelo y no en los problemas reales que deterioran la calidad de vida de la mayoría de ecuatorianos. 
Aunque desde el oficialismo se diga lo contrario, los sectores populares han obtenido importantes avances en su afán de forjar la unidad y reconstruir la conciencia de clase de los trabajadores y más sectores sociales, priorizando la recuperación de los métodos tradicionales de lucha popular, para orientarse hacia las transformaciones de fondo y el cambio de la estructura política vigente. 
La conciencia política no puede seguir estando hipotecada a la burguesía ni al oficialismo de turno, es hora de aprovechar la instancia electoral para llevar adelante una participación electoral que, apoye y se comprometa incondicionalmente al servicio de las luchas que vayan a darse, para convertirse en los protagonistas que rechacen la actual farandulería política causante de la corrupción.
Los sectores populares deben fijar como su preocupación central, la idea de que son los actores de esa transformación social que vaya más allá de nombrar a un presidente como los Luigui, Dabu, Lemo, Cyvi o cualquier otro, y que se ubique desde el punto de vista de que, son los trabajadores los que deben gobernar y que para hacerlo deberá asumir que ninguna solución podrá venir desde afuera de sus luchas, esperando que alguien le traiga la solución a sus problemas. No se puede olvidar que históricamente eso se esperaba y que ahora la solución solo vendrá de su activa participación en la lucha diaria, elevándolas al plano político y fortaleciendo sus organizaciones de base.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Protagonismo transformador y participación activa



La primera semana de noviembre por iniciativa del Papa Francisco, en el Vaticano se desarrolló el dialogo entre él y los movimientos sociales vinculados a la lucha por el trabajo, tierra y techo. La idea fue dar protagonismo y estimular a los trabajadores y ciudadanos de los sectores populares que se organizan con la esperanza y necesidad de cambios para mejorar las condiciones de vida.
El Papa manifestó que la responsabilidad de ese cambio es de los propios movimientos populares, enfatizando que si no hay un protagonismo transformador y una participación activa en la vida pública y política, se corre el riesgo de que los sectores más pobres se dejen “oprimir y corromper”, por los grupos de poder y sus aliados.
Es clarísima la posición papal respecto de la opresión, por eso los exhorta a no caer en la tentación del paternalismo que reduce a los movimientos y dirigentes populares a actores serviles que se prestan para administrar su propia miseria. Recalcó que particularmente en tiempos de elecciones aparecen los falsos profetas desorientando a los sectores populares a través de propuestas mágicas y explotando el miedo y la desesperanza, en estos tiempos venden recetas inesperadas llenas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta.
Ustedes, “las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamados a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis. El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse, y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio”, dijo el Papa.
Frente a la corrupción y a la posibilidad de dejarse corromper, el Papa recordó que no es exclusiva de los gobiernos, de los políticos, de los burócratas. La corrupción está presente en las empresas, en los medios de comunicación, en las iglesias y también en las organizaciones sociales y en los movimientos populares. Convencido de esto en todos los sectores, el Papá, parafraseando a José Mujica, expreso “el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo, y va a manchar la noble causa que enarbola”.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Donald Trump o Hillary Clinton, da lo mismo


Las empresas encuestadoras daban un considerable margen de ganancia a la señora Hillary Clinton para la elección presidencial en EE UU. Hoy sabemos que las tendencias publicadas fallaron, fallos que son más sorprendentes que el propio triunfo del empresario Donald Trump.
El periodismo mundial da a conocer de una serie de preocupaciones y consecuencias del referido triunfo, más quizá por las declaraciones neo nazis que por la demagogia populista con la que se dirigió a la clase media norteamericana y a los migrantes. Ahora los responsables de las encuestas se escudan en que estas eran proyecciones y que la decisión final la tomó el pueblo estadounidense.
Sabiendo que EE UU es el eje motor del imperialismo económico e invasor de los pueblos en desarrollo o de aquellos que se atreven a ensayar modelos progresistas, cabe recordar o preguntarnos si alguna vez la política de los presidentes demócratas y republicanos contribuyó a mejorar las condiciones de vida de los millones de ciudadanos de todo el mundo que creen que otro mundo es posible. Indudablemente la respuesta es no. Por el contrario, cada elección o relección presidencial en la Casa Blanca, empeoró la situación para los países pobres del mundo.
Si hacemos referencia a la política internacional de los presidentes demócratas Carter, Clinton y Obama, diremos que ha sido menos cruel e intervencionista que la de los presidentes republicanos Reagan y los Bush y con seguridad la de Trump será más de una tendencia imperialista cercana al terrorismo. Además unos y otros siempre han encontrado pretextos para inventar por ejemplo la tenencia de armas nucleares en Irak y Corea, abuso de derechos humanos en Afganistán o Ucrania, la primavera árabe en la órbita sur del Mediterráneo, o para transformar los golpes militares en golpes blandos y derrocar a los gobiernos que no se alinean con el Tío Sam.
Lo cierto es que en el país de las “libertades y oportunidades” no gobiernan ni republicanos ni demócratas. Los que realmente gobiernan, son el Pentágono con su complejo militar e industrial junto a las empresas productoras de armamento. Por eso es que el triunfo de la oligarquía internacional liderada por Donald Trump y sus repugnantes declaraciones preocupan más a los países pobres que temen se avecine un periodo autoritario, guerrerista y de economía neoliberal que agravaría aún más las precarias condiciones de vida de los sectores populares.