viernes, 11 de octubre de 2019

¿A quién beneficia elevar los costos de los combustibles?

Lo que sucede actualmente en el país, confirma la vigencia de la lucha de clases. Mientras los sectores empresariales defienden la eliminación de los subsidios a los combustibles; los sectores de los trabajadores, campesinos e indígenado rechazan la medida que el FMI ha impuesto al gobierno del Presidente Moreno.
En todos los países donde se han impuesto las recetas del FMI, los gobiernos han visto debilitada la gobernabilidad, la convivencia y cohesión social; a la par disminuyendo las condiciones de vida, generado sacrificio dolor y sangre.
Supuestamente con la eliminación de subsidios se estima obtener mil cuatrocientos millones de dólares anuales. Sin embargo a los sectores que defienden las medidas, a los que dicen que harán un sacrificio para asumirlas y ayudar a solucionar el déficit fiscal, el Gobierno les subsidia no controlando la evasión de impuestos y el cobro de deudas que en conjunto serian aproximadamente siete mil millones de dólares, cantidad que con demasía sobrepasa los cuatro mil doscientos millones de dólares que presta el FMI.
Es preciso preguntarse ¿a quién beneficia elevar los costos de los combustibles?, obviamente es, a los importadores de los combustibles, a los que pretenden privatizar la refinería y a los transportistas que no quieren ver alteradas sus ganancias; por el contrario, se garantiza su rentabilidad a costa del aumento de los precios de la canasta familiar que afecta a los hogares más empobrecidos.
Asumamos que el alza del pasaje es de cinco centavos (el límite es 10 centavos), es decir hay un aumento del 20%. Esto debería corresponder a un mismo 20% de aumento en los ingresos mensuales de los trabajadores sin considerar el aumento de los precios de los bienes y servicios de la canasta básica familiar.
Como si fuera poco, junto a la eliminación de los subsidios a los combustibles, el Gobierno envía a la Asamblea Nacional una reforma laboral regresiva de derechos que, entre otras medidas incluyen:
– Reducción del 20% de la remuneración de los contratos ocasionales de los servidores públicos, complicando y disminuyendo su nivel de vida.
– Eliminación de 15 días de vacaciones que atentan con el descanso del sector público, en su lugar debería implementarse la progresividad de vacaciones en el sector privado.
– Descuento mensual de un día de salario a los trabajadores del sector público. Lo cual es un impuesto al trabajo, mientras que a los empresarios cada vez se les hacen exoneraciones para que no paguen impuestos.
– Imposición de nuevas modalidades de contratos laborales para quienes inician un emprendimiento, lo cual conducirá al cierre de empresas para beneficiarse de las nuevas formas de contrato.
Finalmente, ante las protestas de los trabajadores, campesinos e indígenado en contra de la eliminación de los subsidios a los combustibles, el Gobierno en complicidad con la derecha descalifica y atemoriza el descontento popular decretando estado de excepción y toques de queda, que en concreto, autorizan la imposición de la violencia extrema a favor del Gobierno. Esta medida se constituye en el eje político y económico para beneficiar a los empresarios y perjudicar a los hogares más pobres.

jueves, 10 de octubre de 2019

La muerte del Che Guevara

Por Eduardo Galeano

Diecisiete hombres caminan hacia la aniquilación. El cardenal Maurer llega a Bolivia desde Roma. Trae las bendiciones del Papa y la noticia de que Dios apoya decididamente al general Barrientos contra las guerrillas.

Mientras tanto, acosados por el hambre, abrumados por la geografía, los guerrilleros dan vueltas por los matorrales del río Ñancahuazú. Pocos campesinos hay en estas inmensas soledades; y ni uno, ni uno solo, se ha incorporado a la pequeña tropa del Che Guevara. Sus fuerzas van disminuyendo de emboscada en emboscada.

El Che no flaquea, no se deja flaquear, aunque siente que su propio cuerpo es una piedra entre las piedras, pesada piedra que él arrastra avanzando a la cabeza de todos; y tampoco se deja tentar por la idea de salvar al grupo abandonando a los heridos.

Por orden del Che, caminan todos al ritmo de los que menos pueden: juntos serán todos salvados o perdidos. Mil ochocientos soldados, dirigidos por los rangers norteamericanos, les pisan la sombra. El cerco se estrecha más y más. Por fin delatan la ubicación exacta un par de campesinos soplones y los radares electrónicos de la National Security Agency, de los Estados Unidos. La metralla le rompe las piernas.

Sentado, sigue peleando, hasta que le vuelan el fusil de las manos. Los soldados disputan a manotazos el reloj, la cantimplora, el cinturón, la pipa. Varios oficiales lo interrogan, uno tras otro. El Che calla y mana sangre. El contralmirante Ugarteche, osado lobo de tierra, jefe de la Marina de un país sin mar, lo insulta y lo amenaza.

El Che le escupe la cara. Desde La Paz, llega la orden de liquidar al prisionero. Una ráfaga lo acribilla. El Che muere de bala, muere a traición, poco antes de cumplir cuarenta años, exactamente a la misma edad a la que murieron, también de bala, también a traición, Zapata y Sandino.

En el pueblito de Higueras, el general Barrientos exhibe su trofeo a los periodistas. El Che yace sobre una pileta de lavar ropa. Después de las balas, lo acribillan los flashes. Esta última cara tiene ojos que acusan y una sonrisa melancólica. Creía que hay que defenderse de las trampas de la codicia, sin bajar jamás la guardia.

Cuando era presidente del Banco Nacional de Cuba, firmaba Che los billetes, para burlarse del dinero. Por amor a la gente, despreciaba las cosas. Enfermo está el mundo, creía, donde tener y ser significan lo mismo. No guardó nunca nada para sí, ni pidió nada nunca. Vivir es darse, creía; y se dio.

miércoles, 2 de octubre de 2019

2 de octubre.- Día Internacional de la No violencia


Lo más atroz de la violencia de la gente mala, es el silencio de la gente buenaMahatma Gandhi
(conferencia en la Escuela Miguel Riofrío - Loja - Ecuador)

Se me confiado compartir con ustedes, unas breves palabras sobre el Día Internacional de la No violencia, que se celebra el 2 de octubre, en recordación del nacimiento de Mahatma Gandhi, luchador pacifista hindú, quien adoptó como su filosofía, la lucha por la paz y la no violencia.

Mahatma Gandhi, expresó, que las pretensiones personales, la antipatía y la intolerancia son los enemigos del correcto entendimiento, cuando estas premisas se anteponen, la paz fracasa.

Gandhi solía abogar por la importancia del diálogo, como forma de debilitar, las diferencias y la intolerancia.

Solo quienes son capaces, de sentarse frente a frente, con humildad para hablar, pueden lograr acuerdos que favorecen a las partes, decía Gandhi y reiteraba que

la intolerancia, en sí misma, es una forma de violencia y un obstáculo al crecimiento del verdadero espíritu de la paz y de la democracia.

Mahatma Gandhi fue un abogado, político y pensador nacido en la India el 2 de octubre de 1869. Lideró el movimiento pacifista, que a la postre condujo a la independencia de la India en 1947. A casi un año de este acontecimiento libertario, por sus ideales fue asesinado en Nueva Deli, el 30 de enero de 1948.

Mahatma Gandhi fue la figura más relevante de la escena política y social de la India y una de las personalidades más influyentes de la historia contemporánea.

Por eso se convirtió en fuente de inspiración, de los movimientos no violentos que luchan por el reconocimiento de los derechos civiles, por el cambio social, por reivindicar y conducir a los pueblos, a luchar por mejorar la educación y defender sus recursos a través de métodos no violentos.

Ahora que recordamos el Día Internacional de la Paz, es una gran ocasión para inmortalizar el pensamiento de Mahatma Gandhi, he aquí algunas frases:

 "la no violencia es más poderosa que la bomba atómica"

“No hay camino para la paz, la paz es el camino…”

“Una cultura de paz, rechaza el uso de la violencia física, pero no la lucha para lograr un cambio social o político”.

 “La no violencia no es un intento por ignorar el conflicto, Es una respuesta al problema, pero de manera pacífica”.

De estas frases podemos concluir, que Mahatma Gandhi, definió tres categorías principales de acción no violenta:

  1.  protesta y persuasión, incluyendo marchas…
  2.  no-cooperación, es decir, resistencia a disposiciones arbitrarias…
  3.  intervención no violenta, como bloqueos y ocupaciones…
Una forma de violencia, es la que se pretende desde la Coordinación Zonal de Educación de Loja, al disponer que los terrenos que les pertenecen a ustedes, niños, niñas y jóvenes, y que por historia le pertenecen a la escuela Miguel Riofrío de la ciudad de Loja-Ecuador, pasen a convertirse en un garaje, si en un garaje, aduciendo que son de su propiedad.

Nosotros, la comunidad miguelina, docentes, padres de familia y estudiantes, asumiendo el principio de la no violencia, debemos llevar a cabo actividades dirigidas a sensibilizar y concienciar, a las autoridades, a la opinión pública y a la ciudadanía, respecto de este desmesurado e inconcebible atropello a la niñez y a la educación. Atropello además porqué, porque gracias a la inoperancia de funcionarios de esa institución, de la Coordinación Zonal, no se da solución al mejoramiento y ampliación de la infraestructura, por el contrario se cierran paralelos, generando preocupación y malestar entre autoridades, docentes y padres de familia.

También debemos reflexionar, que pese a que en un dialogo, la mayoría de los docentes acordamos que, durante las sesiones para la elección de directivas de grado, debíamos comunicar a los padres de familia sobre esta forma de violencia y abuso contra los niños y la escuela, y sin embargo, muchos no lo hicimos.

Este silencio u olvido nuestro, en palabras de Gandhi, también es violencia…

Compañeros docentes, todos reiteremos sobre este asunto, a los niños, a los padres de familia y en la medida que podamos a la opinión pública.

viernes, 6 de septiembre de 2019

"Odio a los indiferentes. Creo que «vivir significa tomar partido»"

Tomado de: https://www.granma.cu/desde-la-izquierda/2018-07-01/indiferentes/1-julio-2018

Odio a los indiferentes. Creo que «vivir significa tomar partido». No pueden existir quienes sean solamente hombres, extraños a la ciudad. Quien realmente vive no puede no ser ciudadano, no tomar partido. La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes. La indiferencia es el peso muerto de la historia. Es la bola de plomo para el innovador, es la materia inerte en la que a menudo se ahogan los entusiasmos más brillantes, es el pantano que rodea a la vieja ciudad y la defiende mejor que la muralla más sólida, mejor que las corazas de sus guerreros, que se traga a los asaltantes en su remolino de lodo, y los diezma y los amilana, y en ocasiones los hace desistir de cualquier empresa heroica.

La indiferencia opera con fuerza en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad, aquello con lo que no se puede contar, lo que altera los programas, lo que trastorna los planes mejor elaborados, es la materia bruta que se rebela contra la inteligencia y la estrangula. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, el posible bien que un acto heroico (de valor universal) puede generar no es tanto debido a la iniciativa de los pocos que trabajan como a la indiferencia, al absentismo de los muchos. Lo que ocurre no ocurre tanto porque algunas personas quieren que eso ocurra, sino porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, deja hacer, deja que se aten los nudos que luego solo la espada puede cortar, deja promulgar leyes que después solo la revuelta podrá derogar, deja subir al poder a los hombres que luego solo un motín podrá derrocar.

La fatalidad que parece dominar la historia no es otra que la apariencia ilusoria de esta indiferencia, de este absentismo. Los hechos maduran en la sombra, entre unas pocas manos, sin ningún tipo de control, que tejen la trama de la vida colectiva, y la masa ignora, porque no se preocupa. Los destinos de una época son manipulados según visiones estrechas, objetivos inmediatos, ambiciones y pasiones personales de pequeños grupos activos, y la masa de los hombres ignora, porque no se preocupa. Pero los hechos que han madurado llegan a confluir, pero la tela tejida en la sombra llega a buen término: y entonces parece ser la fatalidad la que lo arrolla todo y a todos, parece que la historia no sea más que un enorme fenómeno natural, una erupción, un terremoto, del que son víctimas todos, quien quería y quien no quería, quien lo sabía y quien no lo sabía, quien había estado activo y quien era indiferente. Y este último se irrita, querría escaparse de las consecuencias, querría dejar claro que él no quería, que él no es el responsable. Algunos lloriquean compasivamente, otros maldicen obscenamente. Y no es que ya no vean las cosas claras, y que a veces no sean capaces de pensar en hermosas soluciones a los problemas más urgentes o que, si bien requieren una gran preparación y tiempo, sin embargo, son igualmente urgentes. Pero estas soluciones resultan bellamente infecundas, y esa contribución a la vida colectiva no está motivada por ninguna luz moral; es producto de la curiosidad intelectual, no de un fuerte sentido de la responsabilidad histórica que quiere a todos activos en la vida, que no admite agnosticismos e indiferencias de ningún género.

Odio a los indiferentes también porque me molesta su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos por cómo ha desempeñado el papel que la vida le ha dado y le da todos los días, por lo que ha hecho y sobre todo por lo que no ha hecho. Y siento que puedo ser inexorable, que no tengo que malgastar mi compasión, que no tengo que compartir con ellos mis lágrimas. Soy partisano, vivo, siento en la conciencia viril de los míos latir la actividad de la ciudad futura que están construyendo. Y en ella la cadena social no pesa sobre unos pocos, en ella nada de lo que sucede se debe al azar, a la fatalidad, sino a la obra inteligente de los ciudadanos. En ella no hay nadie mirando por la ventana mientras unos pocos se sacrifican, se desangran en el sacrificio; y el que aún hoy está en la ventana, al acecho, quiere sacar provecho de lo poco bueno que las actividades de los pocos procuran, y desahoga su desilusión vituperando al sacrificado, al desangrado, porque ha fallado en su intento.

Vivo, soy partisano. Por eso odio a los que no toman partido, por eso odio a los indiferentes.

*Publicado en La città futura, número único de la revista de la Federación juvenil piamontesa del Partido Socialista, escrita y editada íntegramente por Antonio Gramsci, publicada el 11 de febrero de 1917.