viernes, 5 de enero de 2018

Día del Periodismo Ecuatoriano


El Dr. Eugenio de Santa Cruz y Espejo, quizá el prócer más valioso de la historia ecuatoriana, publica el 5 de enero de 1792, el primer periódico de nuestro país: “Primicias de la Cultura de Quito”, fecha que sirve para recordar el Día del periodismo ecuatoriano.
Durante la década de la egolatría, década en que la mayoría de los ecuatorianos perdimos el derecho a la información como condición principal para el desarrollo pleno de la democracia, en la que se prohibió a los periodistas y a los ciudadanos opinar y actuar libremente, configurándose un clima de hostigamiento que terminaría confiscando, sancionando y cerrando medios de comunicación e informativos que opinaban diferente a los mashi-revolucionarios.
Lo más crítico durante el correato fue que, a la par que criticaba la labor periodística, con el cierre de los medios, no sólo que se limitó el derecho al trabajo, sino que se clausuró el acceso a la información pública y se impuso una pseudo información mediante las sabatinas, espacios que en realidad fueron ocupados para dictar ordenes de silenciamiento, persecución y encarcelamiento a la dirigencia sindical, líderes sociales y políticos que denunciaban hechos de corrupción.
Incluso en lo que va del gobierno actual, la intolerancia del Superintendente de Información y Comunicación, Carlos Ochoa, convertido en juez y parte, sancionó con el pago de una fuerte cantidad de dólares a Teleamazonas, supuestamente por no difundir una réplica. Sin embargo, la resistencia de los directivos del medio, lograron que una jueza ordene que el principal de la Supercon, pida disculpas al canal por el abuso cometido.
En fin, por hechos como los señalados, el Ecuador fue censurado a escala internacional. Quizá faltó la solidaridad gremial de los periodistas, para poder cumplir con su deber primordial de denunciar la corrupción y la tiranía, de salvaguardar la libertad de expresión, en suma, defender los derechos humanos de los ciudadanos, aún a costa del atropello de sus propios derechos.
Tengo la certeza que así como en la época colonial, en la que Eugenio Espejo, precursor del periodismo, embestido de valor y rebeldía enfrentó a los serviles del colonialismo español y la imperante corrupción, los periodistas de hoy, continuarán levantando la antorcha de la dignidad y la justicia para defender la auténtica democracia.
Al presidente Moreno, como un homenaje al periodismo, le corresponde devolverles la confianza, para que periodistas y medios de comunicación, coadyuven a construir un país para todos.

viernes, 29 de diciembre de 2017

El simulacro de la paz y el amor ha finalizado



En referencia a la Navidad, en las redes sociales se popularizó el mensaje: “el simulacro de la paz y el amor ha finalizado, ya pueden volver a ser los mismos de siempre”. Cruda realidad que calza muy bien al acontecer de la política nacional.
La fábula de la corrupción política y económica que los medios transmitieron durante los últimos meses del año que concluye, se caracterizó por discrepancias entre las fanaticadas de alianza país, y luego por las capitulaciones de la justicia ecuatoriana, que no llegó a sancionar a todos los implicados en el festín de Odebrecht, como tampoco profundizó las investigaciones de los presuntos negociados petroleros.
Pronto daremos paso al 2018, año que asoma en el escenario nacional como una etapa muy dura para los ciudadanos y las organizaciones gremiales. La dominación empresarial se evidencia con el espurrio aumento de once dólares al salario básico decretado por el Gobierno.
Agudizando más la economía de los sectores populares, a la par que arrecia la lucha de los trabajadores para exigir del Gobierno, no sólo el cambio de la prepotencia del correato, por la tolerancia, el “dialogo” y las sonrisas, sino la reactivación económica para generar fuentes de trabajo.
Volviendo al tema navideño, pocos recuerdan el origen y el espíritu franciscano, el nacimiento y esa inocencia de la niñez mezclada con la ilusión de una sonrisa esperanzadora, que se ve opacada por la falta de sorpresas. Por el contrario, ahora están primero las enfermedades relacionadas con la pobreza, el abuso y violencia sexual, e incluso el asesinato infantil. En esta época navideña, de fin y de nuevo año dedicado a la reflexión, es más un tiempo de compras, pero de compras para quienes tienen dinero, porque para los niños pobres sólo hay caramelos agridulces, caras tristes y llanto, que hacen en realidad un simulacro de felicidad.
En el plano político nacional, las pocas horas que faltan para recibir al 2018, constituyen la oportunidad para dejar la pasividad ante la corrupción y exigir al Gobierno y a los políticos, acciones concretas y urgentes que conlleven a eliminar el asistencialismo y la pobreza. No con el consuelo de que algún día llegará el anhelado buen vivir, sino con el espíritu de la unidad, para reforzar la acción política de movilización y organización popular, y construir una democracia participativa que impulse un proyecto más equitativo.

viernes, 22 de diciembre de 2017

La seguridad infantil un desafío diario



Aún recuerdo la niñez de mis hijas, como mientras les preparábamos su desayuno, ellas terminaban de arreglarse el uniforme y alistar su mochila para ir a la escuela. Hoy como docente, cada mañana puedo ver a los niños y niñas que llegan primero, saltar de alegría al reencontrarse con sus compañeritos y compañeritas.
El viernes anterior, Emilia de 9 años, a la salida de su escuela desaparece. Hecho que conmocionó y movilizó a la ciudadanía lojana. Amistades de los padres organizaron marchas y empapelaron la ciudad con fotos de Emilia. El martes siguiente los investigadores policiales dan con el autor confeso (miercoles aparece ahorcado en la carcel de Tuti). Confundido por la indignación popular al saber que el cuerpo fue masacrado e incinerado, su padre, un hombre de elevada sensibilidad humana y fe católica, en medio del dolor pidió solamente justicia.
Decía, que todo niño y niña, espera divertirse con sus compañeros de clase, aprender cosas nuevas, soñar con un mundo nuevo bajo la guía de sus profesores. Me niego a pensar que lleguen a la escuela con temores por su seguridad. Sin embargo, la realidad es otra, aunque no lo esperan, ya allí, sufren tratos humillantes y violentos, que en la práctica son el reflejo de la sociedad.
Hace poco estremeció a los ecuatorianos los cientos de abusos y violaciones sexuales a niños y niñas en planteles escolares, los inculpados son en la mayoría de los casos son los propios docentes. Fue mayor la rabia, enterarse que las autoridades educativas, pese a tener conocimiento hicieron muy poco para sancionar a los responsables y prevenir de nuevos casos, que aún salen a la luz pública.
El doloroso caso de Emilia, nos revela que si bien todos estamos propensos a ser víctimas de violencia, de aquella violencia que viola los más elementales derechos humanos, son las niñas las que por innumerables situaciones de inequidad social y cultural, tienen más probabilidades de sufrir desde el entrecomillas inofensivo bullying escolar, pasando por el acoso y la agresión sexual que menoscaban el éxito estudiantil y la autoestima a lo largo de su vida, hasta la violación y el asesinato.
Para que la seguridad infantil no sea un desafío diario, legisladores y jueces, deben actuar y aportar con medidas de protección inmediata para que casos como el de Emilia no queden en la impunidad. Mientras que la escuela y la familia deben educar con el ejemplo y no con estereotipos y normas ridículas.