viernes, 18 de septiembre de 2015

Educar con el ejemplo en la escuela y en el hogar

El inicio de semana, la madre de un chico expresaba a otra: “duele escuchar y ver los malos modales de los niños porque ya no se educa con el ejemplo…” Coincidencialmente, la institución recibió la visita de los auditores educativos, una de las preguntas al grupo de docentes, fue “¿en la escuela los profesores educan con el ejemplo?”. 

Me indago ¿qué es educar con el ejemplo y cuál es el referente para decidir qué son malos modales? En el afán de explicarme, recordé las palabras del Profesor Zimardo: “no hay pequeñas malcriadeces, una malcriadeza es una malcriadeza y hay que corregirla… me apena que incluso dentro de las escuelas haya estudiantes que no respetan a los mayores y mucho menos se respeten entre ellos”.

Creo que nosotros mismos nos irrespetamos todo el tiempo, al consentir y oír a personas poco atentas y malintencionadas, que no ponen en práctica los buenos modales. Sí, esas normas que pautan nuestro trato y comportamiento en cualquier situación con quienes conocemos y desconocemos, sin importar la edad.

Nadie duda que en casa los padres no siembren y cuiden de los buenos modales que florecerán después, y que la escuela los reforzará en correspondencia con los principios institucionales y del entorno social. Tampoco hay dudas sobre la necesidad de educar con el ejemplo antes de pronunciar discursos retóricos. Sin embargo, cada vez son menos los padres que inculcan a sus hijos normas básicas de convivencia social, que siendo parte de una educación formal, no necesariamente, deben enseñarse como contenidos de una asignatura como la matemática o las ciencias naturales, si, como ejes transversales a éstas.

El hecho de reconocer que hay malos modales, explica que somos capaces de distinguir entre lo que hacemos y lo que debe hacerse, pero lamentablemente ello no implica que seamos capaces de corregir a quien, justo a nuestro lado, incumple con determinadas reglas. Y al final, no tiene caso culpar a la escuela o a la familia.

Los maestros deben tener claro, que su ejemplo muchas veces se toma con más firmeza que el que se tiene en el hogar, por tanto debe fomentarse el vínculo entre la escuela y la familia, caso contrario el aprendizaje de los buenos modales quedará en terreno de nadie, o quizá solo escrito en códigos de convivencia que no pueden llegar a todos por innumerables razones.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Del derecho al silencio al derecho a la resistencia



La declaraciones del Presidente Correa, “de haber cedido a la novelería del muchacho de 60 años”, quien le habría pedido incluir el derecho a la resistencia en la Constitución de Montecristi, dejan en evidencia quien fue el verdadero jefe de redacción de la misma y la intención de cumplir la Carta Magna según sus conveniencias.

A criterio del Mandatario, el derecho de los individuos y colectivos a ejercer el derecho a la garantizado en el artículo 98 de la Constitución, está siendo utilizado por la CONAIE y el FUT para desestabilizar al Gobierno.

Conocedores del tema reafirman, que el derecho a la resistencia está presente en la mayoría de constituciones del mundo, que efectivamente sirve, para que el pueblo, pueda en forma individual o colectiva exigir que sus derechos no sean atropellos por los poderes públicos.

El sector empresarial y la derecha política, invocando a Bolívar en el sentido de que “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de seguridad social y estabilidad política”, a su debido tiempo manifestaban que el referido artículo 98, abre las puertas para que los trabajadores y grupos de izquierda hagan polémica de todo, promoviendo movilizaciones y confrontaciones de inesperadas consecuencias.

El haber cesado al Congreso Nacional de 2007, fue un acto constitucional, sin embargo también fue una demostración de arrogancia casi similar al hecho actual de mantener una Asamblea Nacional sumisa al Poder Ejecutivo y despojada de su esencia legislativa, que ratifica la herencia política e ideológica de la derecha oligárquica presente en el actual gobierno.

Es penoso que la burocracia para asegurarse el poder y permanencia en el Gobierno, además de recurrir a la exagerada propaganda política y al culto a la personalidad, utilice medidas policiales o de persecución contra líderes populares y de oposición política.

Todos los ecuatorianos debemos reclamar el reconocimiento no solo del derecho a la resistencia sino de nuevos derechos que garanticen el anhelado buen vivir. No hacerlo, sería avalar un régimen autoritario que a pesar de denominarse revolucionario, poco a poco va encarnando una forma de organización caudillista.

No podemos seguir hablando del derecho a la resistencia un día y luego acogernos al derecho al silencio, porque nos resulta más cómodo o por miedo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Paz sin polémica para silenciar a sectores populares



El sórdido calificativo del más cercano colaborador de Febres Cordero y Rafael Correa realizado al Arzobispo de Guayaquil, es otra estrategia del ala derecha de la revolución ciudadana para entretener al pueblo ecuatoriano.

No creo que alguien tenga licencia para asegurar que la Iglesia ecuatoriana no ha estado involucrada en la política y en la disputa de espacios de poder. Lo ha hecho con grupos como el Opus Dei, Tradición Familia y Propiedad y desde luego con la burguesía criolla; y en aplicación de la Doctrina Social se ha acercado hasta los barrios populares, donde sectores cercanos a la Teología de la Liberación han sido cuestionados y perseguidos.

No sé si más de la derecha y menos de la izquierda, tampoco si “recadera insolente”, lo cierto es que de una u otra forma la Iglesia ha sido protagonista de la historia social y política del país, su voz ha sido escuchada con una credibilidad importante, razón por la que precisamente los grupos socio políticos y económicos la han buscado cediéndole parte del poder político.

Sin duda alguna, la Iglesia ha sido parte activa en la redacción de la veintena de constituciones -incluida la última-, de la aprobación de leyes y reglamentos y especialmente del manejo paralelo del sistema educativo nacional.

La Iglesia hasta bien avanzada la década del ochenta estaba alineada con el Partido Conservador y luego con el Social Cristiano, resistiendo o enfrentándose a los sectores populares que forjaban por la unidad y solidaridad para exigir un gobierno democrático que garantice soberanía, libertad y dignidad.

Que el Arzobispo porteño haya expresado e incluso exigido que el dialogo nacional debe gozar de mayor credibilidad y ampliarse a todos los sectores, no es malo ni nuevo. Reitero, aún en estos tiempos, lo mismo que en las sabatinas se califica de “desestabilizadores”, desde los púlpitos los sacerdotes consideran “comunistas” a quienes no tiñen de verde su conciencia, a quienes luchan por el agua y contra la elección indefinida.

Al igual que el tema Yasuní, la enseñanza de religión en los planteles fiscomisionales y el aborto como un derecho entre otros, se convirtieron en problemas políticos que traspasaron la barrera ética que la Iglesia logró monopolizar.

En conflicto llegó a final feliz. Los Premieres de la Iglesia y el Gobierno acordaron “quedar en paz y ya no hacer más polémica” para juntos silenciar a los sectores populares.