domingo, 19 de julio de 2015

¿Qué es un Sandinista?



Por Carlos Fonseca
Barricada, Sábado 8 de Noviembre de 1980. Texto publicado originalmente mediante volante clandestino, en 1975. (Texto seleccionado por Carlos Gallo Osejo)
1
El revolucionario Sandinista debe evitar la simple "frase revolucionaria", tenemos que acompañar esto con una profunda identificación con los principios revolucionarios.
2
El Sandinista sabe vincular la teoría revolucionaria con la práctica concreta en la que actúa, estrecha vinculación con las masas populares, asimilación de la experiencia que se desprende de la práctica de nuestra fuerza combativa.
3
El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.
4
Un Sandinista posee, ante todo, modestia revolucionaria. Esta es una cualidad que tiene más importancia de lo que a primera vista puede parecer. La modestia facilita, quizá en muchos casos decisivamente, la vida colectiva, la actividad de un conjunto de personas.
5
La conciencia colectiva, la conciencia de que es la energía de un conjunto de hombres lo que integra la vanguardia, es imprescindible en el espíritu militante. Ese espíritu colectivista, que lo sustenta la modestia, debe convertirse en una pasión en el militante Revolucionario.
6
El Revolucionario nunca olvida el título que ostentan los combatientes Sandinistas: HERMANO. Esto tampoco es opuesto al empleo de la energía y el rigor, tan necesario en la vida dura clandestina y guerrillera. De lo que se trata es de ser enérgico y riguroso sin olvidar el respeto, la sinceridad, la fraternidad.
7
El militante Sandinista, en cualquier lugar que este, debe estar relacionado en alguna medida con la vida del Pueblo Trabajador.
8
El Sandinista sabe que la corrección ideológica no vale nada sin una consecuente conducta práctica, pero una conducta práctica positiva es insuficiente si no está acompañada de una definición ideológica revolucionaria.
9
El Sandinista sabe que solo vinculación intensa con los trabajadores contribuye a su verdadera educación política.
10
El Sandinista practica una política de paciencia y serenidad, evitando que esta se convierta en una política de indulgencia. Ser paciente sin ser indulgente, sin pasar por alto las distintas violaciones a los principios.
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El revolucionario Sandinista no puede proponerse solamente enseñar a las masas populares, sino que al mismo tiempo debe aprender y saber ser discípulo de las masas populares. Que todos sus pasos lleven la marca del carácter de nuestro pueblo.
12
Hay cuestiones que molestan en lo personal, pero nuestra obligación es subordinarlo todo a los intereses de la causa Sandinista, a los intereses del subyugado pueblo nicaragüense, a los intereses de los explotados y oprimidos de Nicaragua.
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El Sandinista sabe ayudarle a sus compañeros a que reconozcan sus fallas, sus debilidades. Pero debe entender que un Sandinista no va a ser comprensivo por tácticas, por simple conveniencia, sino porque así lo exigen los principios revolucionarios.
14
El Sandinista sabe vincular las opiniones de las personas a las prácticas de estas, como concuerdan lo que hablan con lo que han hecho. Demostrar perfeccionismo en el papel es fácil, demostrarlo en la práctica es difícil.
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Un revolucionario sabe que esté donde esté, siempre que luche por la humanidad, estará cumpliendo con su deber.
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Un Sandinista no es desmedido ni en el pesimismo ni en el optimismo.
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El Sandinista sabe que si alguna vez es necesario calificar, se deben emplear los términos más objetivos e imparciales. Sin caer en epítetos. Calificar, pero no para responder al insulto con insulto, sino para poner de relieve nuestra serenidad.

sábado, 18 de julio de 2015

Diálogo nacional regido por el revanchismo pasional




Se fue el Papa, han vuelto las protestas. Se ha llamado a “un amplio dialogo nacional por la equidad y la justicia social” pero excluyendo a los “golpistas” y condicionando a otros a “pedir perdón por el daño causado”. Cuando se lucha contra las injusticias, no se pide perdón, solo se lucha. En sí, un diálogo unilateral regido por el revanchismo político, la propaganda retórica, la demagogia y la prepotencia.
En el tema educativo, luego de que el Ministro Espinosa, descargue su revanchismo pasional contra la UNE, son los padres y los discentes quienes han salido a protestar contra el modelo de gestión que deja medio millón de estudiantes sin universidad, contra la malla curricular que prioriza el conductismo; contra el marco jurídico que encarcela estudiantes, en fin contra los cambios que refuerzan la exclusión, la dependencia y legitiman la lógica capitalista.
La educación es acción política y como procede del poder político, es utilizada como un arma de control de las conciencias. Las recientes reformas a la LOEI, son una muestra de aquello; enmascaradas de “democrática y equitativa” en la práctica la convierten en una ley violenta, adversa, excluyente y discriminatoria; y, en última instancia, delata un descarado pacto con la educación privada.
Las reformas no involucran la base psicopedagógica. Las destrezas por más que se digan con criterios de desempeño, siguen igual. Las modificaciones curriculares favorecen a una formación de mano de obra disponible y adaptable a la “maquilación” laboral que el neoliberalismo ha impuesto. La desventura petrolera empeoró la situación, ya no se garantiza el financiamiento adecuado para los recursos humanos y materiales que los “cambios” requieren. Al igual que se postergan las escuelas del milenio se postergan promesas, planes objetivos y esperanzas. Se deja en permanente preocupación a miles de docentes que aspiran acogerse a su derecho a la jubilación.
Una ley réplica de la política gubernamental, que como “elegidos” quieren perennizarse en los espacios de poder, a pretexto “de que no regrese el pasado y dar continuidad al sistema” arreglan las leyes y la Constitución a su hechura y conveniencia.
Lo cierto es que, poco a poco se disminuyen derechos sociales y civiles a la par que propicia un sistema de control perfecto para crear un estado de opinión única y una sociedad que ignore su propia identidad.