La intervención
a la Universidad Nacional de Loja por parte del Consejo de Educación Superior, recrea
mis años estudiantiles a inicios de la década del ochenta; en los que, de una
manera diferente también estuvo intervenida la Universidad, no por el organismo
de educación superior sino por un partido político, que estando presente en
todos los estamentos universitarios, se evidenció más en la lucha por perpetrarse
en la dirección de la federación de estudiantes universitarios.
Todavía me
pregunto, qué estaba en juego al apropiarse de la dirección de la FEUE. Quizá
la sola representación de la misma o el manejo de recursos económicos para la
influencia política ante la totalidad del estudiantado y la sociedad, es decir,
era más la lucha por el poder monopólico y hasta fanático, que una lucha por la
defensa de la Universidad, el mejoramiento de la calidad y su vinculación con
el pueblo, banderas que se pregonaban en aquellos tiempos por el sector oficial
y por el movimiento opositor, que aparecía como más pluralista.
Ahora la relación de la dirigencia estudiantil con las autoridades universitarias
debe trascender a la ideología de éstas a fin de facilitar el diálogo que
resuelva los temas que implican la investigación científica así como los
intereses propios de estudiantes, profesores y trabajadores.
Reconocer un
nuevo rol para la representatividad estudiantil conlleva delatar las
estrategias de antaño como obsoletas. Hoy se trata de dar relevancia a temas de
carácter estructural que tienen que ver con los deberes y obligaciones tanto de
la organización estudiantil como de la Universidad. No puede descuidarse la
consolidación del movimiento estudiantil ni descartarse la movilización a favor
de la autonomía, la investigación, la relación con la comunidad y la
solidaridad estudiantil a nivel nacional.
El nuevo rol
de la dirigencia universitaria, implica la posibilidad de influenciar en el
modo de percibir la realidad de sus representados, posibilidad que debe evidenciarse
en la capacidad de convocar a asambleas de estudiantes y consultas masivas, en
las que se discutan las propuestas de todos los sectores y no solamente
aquellas de interés sectario.
La
intervención a la Universidad y el nuevo rol de la dirigencia universitaria, debe
conjugarse en el hecho de priorizar el pensamiento crítico, para plantear y
llevar a cabo una praxis que se corresponda con los desafíos actuales para
lograr una sociedad más justa, igualitaria y democrática.