El presidente Lasso, próximo a cumplir dos años de gobierno ofreció combatir la pobreza y la inseguridad, promesa que se traduce hoy en yo te ofrezco y busca quién te salve. Durante este gobierno la pobreza ha crecido en un 7% en referencia al año 2019, en cambio que los asesinatos se han cuadruplicado. La violencia día a día conmociona a los ecuatorianos. Señor presidente, no somos incautos, no nos diga que gobierna para sacarnos de la pobreza, porque nosotros, sabemos bien para quien gobierna, tampoco diga que las armas son para protegernos, diga más bien cómo va a solucionar los grandes males del país.
El gobierno y la derecha asustados por la muerte de Rubén Cherres apenas a 500 metros de la casa de playa del presidente Lasso, emiten el nefasto decreto de porte de armas indicando que “la guerra es entre ustedes y los delincuentes”. Se olvida que corresponde al Estado a través de las fuerzas de seguridad garantizar la paz social y ciudadana. El presidente Lasso ha capitulado ante el narcotráfico y el crimen organizado, nos abandona y nos dice: ¡ármense contra la delincuencia! y ¡sálvese quien pueda... y como pueda!
Los incidentes sanguinarios de violencia carcelaria también han intranquilizado al país, aunque desafortunadamente representan tragedias anunciadas. Estas masacres evidencian dos realidades; la primera, responden a una guerra armada entre pandillas por controlar las cárceles; y segundo, ponen de manifiesto la negligencia del gobierno y el fracaso de las políticas carcelarias, si es que las hay.
Pero la brutalidad de legalizar el uso de armas no es culpa solamente del presidente Lasso, recordemos que, a inicio de año, una mayoría de asambleístas irresponsables aprobaron una Ley que permite el espionaje telefónico sin necesidad de orden judicial y flexibilizaron la tenencia y el porte de armas, ellos son cómplices de esta patraña. Milagrosamente de la noche a la mañana ya se han autorizado entre comillas escuelas de capacitación para el uso de armas, consecuentemente con ello, vendrá el tráfico de armas por y para los delincuentes.
Ayer nos criminalizaron la protesta social persiguiendo, cancelando y encarcelando a todos quienes reclaman derechos o piensan diferente. Hoy criminalizan la pobreza al no entender que las causas de la violencia no se combaten con el uso de la fuerza ni más armas sino con educación, salud y trabajo; no quieren comprender que las raíces de la violencia y la inseguridad son las inequidades sociales, las cuales, si por ahora no pueden ser erradicadas, al menos tienen que ser disminuidas.
“¿Qué dirá el santo padre, que vive en Roma, que le están degollando a sus palomas?” Seguro dirá que, si no rechazamos la política antipopular y el porte de armas, pronto descenderemos a los quintos infiernos, mientras tanto, el presidente Lasso, para librarse del juicio político, compra conciencias a los "Judas" que vegetan en la Asamblea Nacional.